La de Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942) no es una edición “clandestina” propiamente dicha, pero si una edición “recóndita” pues sólo se puede adquirir conjuntamente con el libro: Vicente Sánchez Biosca: Cine y Guerra Civil española: Del mito y la memoria. Madrid, Alianza Editorial, 2006.
Rojo y negro arrastra la leyenda de haber sido prohibida inmediatamente después del estreno, en un momento en que Franco optaba decididamente por el partido único y los “camisas viejas” comenzaban a convertirse en una rémora.
La película está protagonizada por nuestra primera estrella internacional. Conchita Montenegro triunfó en Francia a finales de los años veinte, en Estados Unidos durante la irrupción del sonoro –actuó junto a Buster Keaton y Leslie Howard- y en Italia, antes de regresar a España para realizar un puñado de películas, casarse con un Giménez Arnau y sumirse en el mutismo hasta su reciente fallecimiento.
Ella es una falangista que opera en la quinta columna, mientras que su novio (Ismael Merlo) es un comunista de tomo y lomo. Ella terminará en la tristemente célebre checa de Fomento y él intentará salvarla del “paseo” a pesar de la presión de sus camaradas. Aparte de algunas escenas de montaje de alto voltaje ideológico –quema de iglesias y especulación capitalista quedan igualados como motivos del conflicto- revisten especial valor las escenas de la checa que Carlos Arévalo presenta como un 13 Rue del Percebe a base de pasear la cámara por un decorado espectacular.
Se acaba de publicar otro libro sobre el asunto: Juan Antonio Ríos Carratalá: El tiempo de la desmesura. Barril & Barral, 2010. Aquí se habla de las vidas divergentes de dos cineastas: el anarquista Armand Guerra y el falangista Carlos Arévalo.
Les dejo capturas de Rojo y negro donde corresponde.




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