Evidentemente. Mira lo que le pasó al propio Shostakovich, que estuvo a un tris de acabar en el gulag.
De todas formas, hay ocasiones en que ese arte propagandístico no te molesta, porque, con todo, el resultado final de la obra es notable y te emociona, pero hay otras en que de puro evidente que es hasta da sonrojo, porque todo está absolutamente supeditado al contenido. Creo que esto es lo que a mí me pasa con gran parte del cine soviético.
Lo de la música también sabía que era un añadido, pero creo haber leído por algún sitio que en ocasiones se hizo bajo supervisión del propio Einsenstein.