No tengo tan claro que se pueda decir que en Ordet Dios atienda la súplica de la hija (y del cuñado, Johannes, que es quien dice la palabra), al menos no ese dios personalista a quien se suelen dirigir las plegarias. Yo prefiero dejarlo en el terreno de la ambiguedad, en la apelación a una dimensión misteriosa o transcendente si se prefiere, que contrasta con la frialdad de la ciencia.