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Tema: El callejón de las películas perdidas

  1. #351
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Si logro recuperarme de la ciática me enfundaré el disfraz de abogado del Diablo dado que no comparto muchas de vuestras (atinadas) reflexiones aunque tendré que hacerlo en formato bolsillo porque mis recuerdos cada vez se convierten más rápido en lágrimas bajo la lluvia.

    Última edición por Alcaudón; 01/04/2025 a las 17:51

  2. #352
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    El tren (The Train, 1964), de John Frankenheimer



    Estos días hemos estado dándole vueltas en privado a un par de films de John Sturges, uno ya comentado aquí (The Satan Bug, el otro es Ice Station Zebra), que no han sido de mi agrado. Más o menos por las mismas fechas, otro director, más joven, perteneciente a la llamada ”generación de la televisión”, entregaba este brioso film bélico. Frankenheimer fue el director de títulos muy destacados de los sesenta: Birdman of Alcatraz, The Manchurian Candidate, Seven Days in May o Seconds, tanto en Birdman of Alcatraz como en Seven Days in May con el protagonismo de Burt Lancaster, al igual que esta The Train que comento a continuación.

    El argumento, inspirado libremente en “Le Front de l’art: défense des collections françaises, 1939-1945”, memorias de Rose Valland, conservadora de museos y miembro de la resistencia, convierte la experiencia histórica de salvaguarda del patrimonio artístico francés durante la ocupación alemana en un vigoroso relato en que la acción y la fisicidad pasan a primer plano.

    La acción de los miembros de la Resistencia consiste en impedir que un convoy de vagones abarrotados de pinturas de los grandes maestros (de Renoir a Degas, de Picasso a Miró, de Van Gogh a Toulouse-Lautrec) transporte el tesoro artístico a Alemania, en una operación de rapiña encargada al circunspecto coronel Von Waldheim (encarnado por Paul Scofield). A regañadientes, Paul Labiche (un Burt Lancaster que impone su presencia física), responsable de la movilidad de los trenes en París, con la capital ya convertida en “ciudad abierta”, en plena huida de las tropas germanas, asume la misión de engañar a los alemanes y conservar el cargamento en territorio francés.



    Labiche es un miembro de la Resistencia, pero no ve claro que unas obras de arte estén por encima de las personas que arriesgarán sus vidas (y muchos la perderán) en la misión. La película sitúa en primer plano ese dilema moral sin que se incline claramente en un sentido u otro. Con todo, Labiche se implica a fondo, como un combatiente de primera línea, metralleta en mano.



    Él tomará el control de la locomotora, cuando el viejo maquinista Papa Boule (encarnado por el gran Michel Simon) sea fusilado al ser descubierto como saboteador de la locomotora.



    Más tarde, protagonizará el sabotaje del transporte, poniendo explosivos en las vías y retrasando el convoy, a la espera de la llegada de los aliados. Será también Labiche quien, finalmente, “ejecute” a Von Waldheim, que renuncia a huir con las tropas en retirada y se queda junto al cargamento, que era la misión de su vida (él mismo un enamorado de las obras de arte). Así, el enfrentamiento final pone cara a cara al amante del arte, el alemán que “robaba” a su pesar las obras, con el luchador por la libertad de Francia, que hubiera preferido poner por delante la vida de sus compañeros que los cuadros.



    Junto a la acción, generosa, destaca la fisicidad de las imágenes, brillantemente fotografiadas en blanco y negro (se acredita como responsables a Jean Tournier y Walter Wottitz). Se nos muestra con detalle el funcionamiento de la locomotora, las vías, los vagones, los accidentes que sufrirá el tren, todo ello con un excelente ritmo y con efectos especiales creíbles.



    Quedará un resquicio para la presencia de un personaje femenino con cierta consistencia, el de Christine (interpretado por Jeanne Moreau), que ayudará a Labiche en su huida, además de mostrar una breve aparición inicial de una tal Mlle Villard (Suzanne Flon), clara referencia a Rose Valland.



    Lástima que, como mandaban y siguen mandando los cánones del cine de Hollywood (y no solo del estadounidense), todos los personajes hablen en inglés, da igual que sean alemanes o franceses (solo, de fondo, se oyen de vez en cuando algunos gritos en alemán).

    Al parecer hay una versión francesa un poco más larga, pero la que he visto en Movistar es la versión en inglés, en la que algunos actores, como el caso de Michel Simon, están claramente doblados.
    jmac1972, cinefilototal, Alcaudón y 2 usuarios han agradecido esto.

  3. #353
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Cuando el viento sopla (When the Wind Blows, 1986), de Jimmy T. Murakami



    Jimmy T. Murakami, californiano de origen japonés, era un director desconocido hasta ahora para mí, aunque sabía que tenía en su corta filmografía un título, Battle Beyond the Stars, que pasa por ser una adaptación en forma de space opera de una de las grandes obras maestras de Akira Kurosawa (de ahí que, oportunamente, se titulase en castellano Los 7 magníficos del espacio).

    Esta When the Wind Blows, de entrada, me remitía a una canción de David Bowie, que sirve de introducción a la película.



    Se trata de la adaptación de la novela gráfica del mismo título de Raymond Briggs, de 1982, con guion del propio autor.



    Compruebo por medio de la imagen que enlazo que la película respeta notablemente el estilo de los dibujos originales. La historia que nos cuenta es la descripción de los efectos de una explosión nuclear sobre un matrimonio inglés que vive en el campo.



    Primero, nos muestra los miedos y las ingenuas precauciones ante la inminencia del estallido de una guerra con la URSS (todavía vivíamos en un mundo bipolar, separado por el Telón de Acero, en que el temor a las bombas atómicas y las radiaciones estaba muy vivo entre la población europea).



    Después, la constatación, lenta pero inexorable, que esas precauciones no han servido de nada: faltan la electricidad, el agua, los alimentos, la casa ha quedado maltrecha, el paisaje ensombrecido y emponzoñado, la vida, en definitiva, se ha vuelto imposible.

    Quizá la película es un tanto reiterativa, monótona, a lo que ayuda el sonsonete de las voces del matrimonio Bloggs, Jim (John Mills) y Hilda (Peggy Ashcroft), pero esa acumulación de frases triviales mientras el mundo se desintegra acaba produciendo una sensación de pesadez muy deprimente, que sin duda sirve a la denuncia del terror que impone la amenaza de la guerra nuclear (recordemos que aquí eran tiempos de “OTAN no, bases fuera”).



    A todo ello ayuda la música de Roger Waters, que cultiva ese tono inquietante que también se desprendía del disco con Pink Floyd “The Wall”:



    Original, merece sin duda una revisión, sobre todo en estos tiempos en que se nos incita a tener en casa un “kit de supervivencia”.

    jmac1972, cinefilototal, Alcaudón y 2 usuarios han agradecido esto.

  4. #354
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Y de la que disponemos de una reciente (y excelente) edición cortesía de Blackie Books...

    https://blackiebooks.org/producto/cu...-viento-sopla/




  5. #355
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    La prisionera (La prisonnière, 1968), de Henri-Georges Clouzot



    Clouzot es uno de esos directores al que le deberíamos dedicar un día un “revisando sus películas”, tanto porque su filmografía es corta (13 largos en 35 años), como, muy en especial, porque tiene un puñado de títulos magníficos: Le corbeau, Quai des Orfèvres, Manon, Le salaire de la peur, Les diaboliques o Les espions.

    Esta La prisonnière, su canto de cisne, está entre ellos. A partir de un guion propio, escrito con la colaboración de Monique Lange y Marcel Moussy, Clouzot se mueve en un terreno sumamente inquietante que nos remite al Peeping Tom de Michael Powell.



    Stanislas Hassler (Laurent Terzieff, un actor cuyo aspecto siempre me ha resultado de lo más perturbador) regenta una galería de arte moderno, donde expone Gilbert (Bernard Fresson).





    La mujer de este, Joseé (Élisabeth Wiener), se siente atraída por Hassler, un tipo con un aura de misterio. De visita a su casa, lujosamente decorada, de forma un tanto asfixiante,



    ve involuntariamente una foto que Hassler ha hecho a una mujer desnuda y encadenada, descubriéndose así su secreto: contrata a modelos con las que hace fotos que podríamos calificar de sadomasoquistas.

    La sensación de poder, combinada con la sumisión de las modelos, que experimenta Josée cuando asiste a una de las sesiones acaba de tentarla, de sacar a la luz su lado oscuro: ahora quiere ser ella la que pose para él.





    El juego, que deviene amoroso, tiene una derivación peligrosa que acabará afectando la vida de Josée, especialmente cuando Hassler se niega a cualquier atadura con ella, después de un viaje a la Bretaña.

    Clouzot juega con la composición de los encuadres y sobre todo con el color, de manera que la propia película acaba pareciéndose a las obras que se exponen en la galería de Hassler, muy en particular durante los tres minutos antes de los créditos finales en los que Clouzot prescinde de la narratividad y nos ilustra los sueños de una Josée postrada en la cama de un hospital de forma caleidoscópica, jugando con la fragmentación y las imágenes hipnóticas.



    Un film muy estimable que confirma un director siempre dispuesto a la experimentación y poco acomodaticio.
    jmac1972, cinefilototal, Alcaudón y 2 usuarios han agradecido esto.

  6. #356
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    I’ll come back for the honey and YOU…

    o

    PROGRAMA DOBLE ORIGINAL:

    IT! THE TERROR FROM BEYOND SPACE (1958)

    T.O.: ¡ESO! EL TERROR MÁS ALLÁ DEL ESPACIO




    Director: Edward L. Cahn.

    Productor ejecutivo: Edward Small.

    Productor: Robert E. Kent.

    Producción: Vogue Pictures, Inc. / Edward Small Productions, Inc.

    Distribución: United Artists Corp.

    Guion: Jerome Bixby.

    Fotografía: Kenneth Peach, en blanco y negro y formato panorámico (1.85:1).

    Dirección artística: William Glasgow.

    Decorados: Herman Schoenbrun.

    Música: Paul Satwell y Bert Shefter.

    Supervisor del montaje: Grant Whytock.

    Reparto: Marshall Thompson (Coronel Edward Carruthers), Shawn Smith (Ann Anderson), Kim Spalding (Coronel Van Eusen), Ann Doran (Mary Royce), Dabbs Greer (Eric Royce), Paul Langton (Teniente James Calder), Robert Bice (Mayor John Purdue), Richard Benedict (Bob Finelli), Richard Hervey (Gino Finelli), Thom Carney (Jo Kienholz) y Ray Corrigan (“Eso”).

    Rodaje: mediados de enero de 1958.

    Duración: 1:09:07 (Copia en DVD editada por L’Atelier 13 Pictures en 2010).

    Estreno: 14 de agosto de 1958 (en programa doble junto a CURSE OF THE FACELESS MAN)







    Coordenadas espacio / temporales:

    Marte > El espacio / 1973



    y

    CURSE OF THE FACELESS MAN (1958)

    T.O.: LA MALDICIÓN DEL HOMBRE SIN ROSTRO




    Director: Edward L. Cahn.

    Productor ejecutivo: Edward Small.

    Productor: Robert E. Kent.

    Producción: Vogue Pictures, Inc. / Edward Small Productions, Inc.

    Distribución: United Artists Corp.

    Guion: Jerome Bixby.

    Fotografía: Kenneth Peach, en blanco y negro y formato panorámico (1.85:1).

    Dirección artística: William Glasgow.

    Decorados: Herman Schoenbrun.

    Música: Gerald Fried.

    Supervisor del montaje: Grant Whytock.

    Reparto: Richard Anderson (Dr. Paul Mallon), Elaine Edwards (Tina Enright/Lucilla), Adele Mara (Maria Fiorillo), Luis van Rooten (Dr. Fiorillo), Gar Moore (Dr. Enricco Ricci), Felix Locher (Dr. Emanuel), Jan Arvan (Inspector Renaldi) y Bob Bryant (Quintillus)

    Rodaje: finales de marzo de 1958.

    Duración: 1:06:28 (Copia en DVD editada por L’Atelier 13 Pictures en 2009).

    Estreno: 14 de agosto de 1958 (en programa doble junto a IT! THE TERROR FROM BEYOND SPACE).





    Coordenadas espacio / temporales:

    Golfo de Nápoles (entre Pompeya y Nápoles) / del 3 de junio al 24 de agosto de 1958



    He aquí un auténtico programa doble de la época.

    Dos películas del prolífico artesano Edward L. Cahn (1899-1963) que se rodaron de forma consecutiva (bueno, casi, puesto que en medio intercaló el noir HONG KONG CONFIDENTIAL) y que se estrenaron, como acabo de indicar, en forma de programa doble aunque destacando la primera frente a la segunda como se puede comprobar en la cartelería de la época.



    - Ejemplo de esa fecundidad a la que hacía referencia es el hecho de que en dicho año (1958) Cahn estrenó 5 películas (JET ATTACK y SUICIDE BATALLION para la AIP y IT! THE TERROR FROM BEYOND SPACE, HONG KONG CONFIDENTIAL y CURSE OF THE FACELESS MAN para Edward Small y la UA). -

    Ninguna de las dos cintas supera los 70 minutos de duración lo cual es de agradecer en estos tiempos de elefantiasis fílmica.

    Y aunque hoy es mucho más recordada por los aficionados al fantástico IT! THE TERROR FROM BEYOND SPACE por el hecho de ser el precedente (cinematográfico, que no literario) más antiguo de la obra maestra de Ridley Scott, ALIEN (EL OCTAVO PASAJERO) (1979)...



    ... lo que cierto es que CURSE OF THE FACELESS MAN tiene una atmósfera más conseguida a pesar de que ambas adolezcan de los mismos defectos e igualmente compartan las mismas (escasas, aunque tampoco despreciables) virtudes.



    Si alguien se molesta en leer las fichas técnicas que preceden a todos mis comentarios (y que a veces me llevan más tiempo confeccionar que los mismos...) podrá comprobar que ambas cintas comparten al completo el mismo equipo técnico salvo en lo referente al apartado musical.

    En cambio ninguno de los actores/actrices repite, ni siquiera el que encarna al Monstruo, ya sea “Eso” o “El hombre sin rostro”.

    Dado que tanto los guiones del escritor de ciencia ficción Jerome Bixby (1923-1998)…

    - Especialmente recordado por su cuento “It’s a Good Life” (Star Science Fiction Stories N.º 2 [diciembre de 1953]) que sirvió de base para uno de los mejores (y ya es decir) episodios de la mítica serie de Rod Serling “The Twilight Zone” (1959-1964), el titulado “Es una buena vida” (Temporada 3, Episodio 8 [3 de noviembre de 1961]).



    … como la dirección de actores de Cahn no eran precisamente como para sentar cátedra (teniendo en cuenta además que se echaba mano de actores/actrices de segunda fila y/o escaso carisma), lo más destacable de ambas producciones son pequeños aciertos en la puesta en escena gracias sobre todo por un lado al buen trabajo del veterano director de fotografía Kenneth Peach (1903-1988)…



    -En este sentido me gustaría indicar que las copias editadas en su momento por L’Atelier 13 Pictures no respetan el OAR puesto que este es 1.85:1 y no 1.37:1, aunque yo afortunadamente he podido usar las capturas de pantalla de esta excelente página https://movie-screencaps.com/it-the-...ce-1958/page/1 para la elaboración de la presente reseña. -

    … y por otro a las atmosféricas bandas sonoras de Paul Satwell (1906-1971) [LA MOSCA (1958), de Kurt Neumann] / Bert Sheftner (1904-1999) [THE LAST MAN ON EARTH (1964), de Sidney Salkow, la primera (y mejor) adaptación de la (espléndida) novela de Richard Matheson “Soy leyenda” (1954), compuesta al alimón con el anterior] y Gerald Fried (1928-2023) [SENDEROS DE GLORIA (1957), de Stanley Kubrick], respectivamente.

    Aquí (como siempre, aunque cueste reconocerlo) el que cortaba el bacalao era el productor, en este caso el independiente Edward Small (1891-1977) – aunque su nombre no aparezca en los títulos de crédito – dado que la pequeña compañía de Robert E. Kent (1911-1984), Vogue Pictures, en realidad era una filial de la Edward Small Productions (fundada en 1938).

    - Chiquito pero matón la aportación financiera de Small fue decisiva para que en 1951 Arthur B. Krim y Robert Benjamin se hiciesen con el 50 % de las acciones de la distribuidora United Artists con la que el primero venía trabajando intermitentemente desde los años 30. -

    Y ahora dejemos de marear la perdiz.

    A nivel argumental tanto “¡ESO!” como “LA MALDICIÓN” – uso el entrecomillado dado que ninguna de las dos se estrenó en salas comerciales en nuestro país – comparten el hecho de que en ambas un narrador, ya sea en primera persona (en el primer caso) u omnisciente (en el segundo), va desgranando la historia aunque especialmente en el caso de “LA MALDICIÓN” no sirve sino para iterar lo que nos muestran las propias imágenes.

    En “¡ESO!” la narración corre a cargo del coronel Edward Carruthers (Marshall Thompson), el único superviviente de la primera expedición a Marte, la cual tuvo lugar… en 1973… y al que acusan de haber dado muerte al resto de la tripulación en aras de la supervivencia.



    Por su parte, la voz que nos guiará en “LA MALDICIÓN” es la del habitual Morris Ankrum, uno de los protagonistas de la película que supuso el pistoletazo de salida de la Edad de Oro del cine de ciencia ficción, COHETE K-1 (1950), de Kurt Neumann, una cinta por cierto nada desdeñable y que ya comenté hace mucho tiempo en otro rincón de este cajón de sastre que es mundodvd.

    Como indicaba al principio el mayor mérito de “¡ESO!” es el de ser la primera de las tres películas que bien pudieron servir de inspiración a los creadores de ALIEN (EL OCTAVO PASAJERO).



    - Las otras dos, obviamente, son TERROR EN EL ESPACIO (1965), de Mario Bava y PLANETA SANGRIENTO (1966), de Curtis Harrington, de calidad muy dispareja (la primera supera por goleada a la segunda dado que buena parte de su metraje procede de un par de cintas soviéticas de finales de los 50 / principios de los 60). -

    Sin embargo, ni los productores ni el director tuvieron en cuenta la ley Jacques Tourneur que dice que en el cine fantástico (ya sea de terror o no) es mucho más importante sugerir que mostrar.

    Y más todavía cuando los presupuestos que se manejan son tan espartanos.

    De ahí que como decía al inicio que me guste (algo) más “LA MALDICIÓN” a pesar de que el amenaza que supone para los protagonistas “El hombre sin rostro” sea mucho más risible que la que provoca el antecesor de nuestro xenomorfo favorito.



    Y es que difícilmente puede suponer una amenaza un Monstruo que se mueve a velocidad de caracol frente a esa entidad aparentemente indestructible en la que se convierte el polizón marciano.



    Lo que es ciertamente incomprensible es que la tripulación se dedique a atacar al alienígena con armas de fuego, granadas, gases lacrimógenos, el calor del motor atómico de la nave e incluso hasta una bazuca...





    ... sin importar los riesgos para la integridad de la nave y siendo como es una misión de rescate y no punitiva, porque si no ya estaríamos hablando de... ALIENS (EL REGRESO)...

    Y aunque ambas son cintas fantásticas la primera está más escorada hacia el terror mientras que la segunda hacia el melodrama.

    De hecho, y al contrario de lo que sucede con “¡ESO!”, “LA MALDICIÓN” está claramente inspirada en otra de las joyas del género como es LA MOMIA (1932), de Karl Freund (y sus mucho menos distinguidas secuelas).

    Si el marciano va acabando poco a poco con la vida de la tripulación de la nave de rescate capitaneada por el (celoso por las atenciones que le presta su - supuestamente - novia, Anna [Shawn Smith], al atribulado Carruthers)...



    ... coronel Van Heusen (Kim Spalding) para así poder extraer de sus cuerpos el oxígeno y el agua que su cuerpo necesita para poder sobrevivir (precisamente una de las escenas más impactantes de la película es cuando el mayor Purdue [Robert Bice] encuentra en uno de los conductos de ventilación al todavía vivo Gino [Richard Hervey] que más bien recuerda a un zombi romeriano)...



    ..., el revivido esclavo etrusco emancipado y convertido en gladiador Quintillus Aurelius (Bob Bryant) hace lo propio (aunque a escala mucho más modesta) pero solo para poder consumar su (frustrada e intemporal) historia de amor con la hija de su antiguo amo, Lucilla Elena > Tina (Elaine Edwards), a la cual no pudo salvar cuando el Vesubio hizo erupción el 24 de agosto del año 79 d. C.



    Aquí, lógicamente, el Monstruo no es una momia sino el molde (aparentemente vacío...) del cuerpo de Quintillus, lo cual si bien resta expresividad al mismo también le confiere un carácter más ominoso.

    Y es que el enamorado gladiador se llevará por delante a todo aquel que se interponga entre él y su amada, aunque la película no aclara del todo si esta le correspondía o no.



    La mayor parte de la acción transcurre en el Museo de Pompeya de Nápoles (o sea, el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, si pretendemos establecer una conexión entre la ficción y la realidad).

    Será allí precisamente donde acontece la que para mí es la mejor escena no solo de esta película sino de las dos producciones objeto hoy de la presente reseña.

    Me refiero a aquella en la que Tina, artista de profesión y a la que el Monstruo se le aparece en sueños que resultarán ser proféticos y que ella plasma en unos inquietantes lienzos...



    ... baja una noche a la sala donde está depositado el cuerpo e intenta inútilmente hacer un boceto del mismo puesto que este no hace sino girarse hace ella de forma imperceptible y que logra crear un excelente suspense hasta que finalmente él se alza e intenta acercarse a ella con los brazos extendidos (un apunte ciertamente ingenioso puesto que combina a la perfección la típica pose de todo Monstruo que se precie, el acto de intentar abrazar a la persona amada y también la posición en la que quedaron muchas de las víctimas de la erupción).





    En este caso el pétreo rostro de él es mucho mas expresivo que las escasas prestaciones como actriz de la atractiva Elaine Edwards.

    Y lo mismo es aplicable a su futuro esposo, Paul (Richard Anderson), ejemplo perfecto de lo que decía al principio, aunque en este caso el demérito cabría atribuirlo más al propio actor que al director.



    Lástima que la todavía más hermosa Adele Mara (la hija del director del museo) tenga escasa presencia en pantalla, antigua novia de Paul y ahora del rápidamente despachado Dr. Ricci (Gar Moore).



    De hecho, el entramado argumental se sustenta, aparte de en el Monstruo, en las figuras de Fiorillo (Luis van Rooten) y Emanuel (Felix Locher), dado que serán los encargados de resolver el (leve) intríngulis del mismo así como de encontrar la manera de acabar con la amenaza.





    En el caso del alienígena el final será ciertamente frustrante dado que perece de forma demasiado rápida cuando la tripulación elimina el oxígeno de la estancia teniendo en cuenta que hasta ahora había sido inmune frente a todo tipo de ataques (incluyendo la electricidad, que antes se me olvidó mencionar, tal vez por distanciarse de su - a su vez - precedente más preclaro, como es el hombre/planta de EL ENIGMA... ¡DE OTRO MUNDO! (1951), de Christian Nyby (¿y Howard Hawks?)).

    Pese a todo (y pese a todos) dos cintas francamente agradables y donde se demuestra que con un mínimo (tampoco hay que pasarse en los elogios) de talento y de dinero se pueden obtener un par de horas de sana diversión, sin ínfulas y que nos hacen recordar que para que se hiciese mucho cine grande también había que hacer muchísimo más pequeño.

    Y además, en este caso, con el aliciente de poder ver en nuestros modernos televisores el antecesor de una obra tan justamente alabada como es ALIEN (EL OCTAVO PASAJERO)…

    Vosotros mismos.

    Buenas tardes y, buena suerte.

    Última edición por Alcaudón; 21/04/2025 a las 00:14
    mad dog earle, cinefilototal y Otto+ han agradecido esto.

  7. #357
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    No tengo buen recuerdo de It! The Terror from Beyond Space, aunque en su descargo diré que hace muchos años que la vi. En su momento comenté en OR dos films de Cahn, también adscribibles a la serie B (por no decir Z): Experiment Alcatraz y Creature with the Atom Brain.

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    Experimento Alcatraz (Experiment Alcatraz, 1950)



    Otra agradable serie B, en este caso adscribible al género criminal, de escasa duración (no llega a la hora), y dirigida por un especialista del cine B: Edward L. Cahn, del que solo había visto un par de films de ciencia ficción no especialmente distinguidos (entre ellos It! The Terror from Beyond Space, film siempre citado en relación con Alien, y al cual creo que Alcaudón dedicó un comentario hace un tiempo).

    Amparado por el ejército, se lleva a cabo un experimento con cinco reclusos del penal de Alcatraz para comprobar el efecto positivo que la radiación puede tener en el tratamiento de enfermedades de la sangre, como la leucemia.



    A cambio, tenga o no éxito la prueba, los presos serán puestos en libertad. Uno de ellos, después del tratamiento, reacciona violentamente matando a uno de sus compañeros de cautiverio, atribuyéndose su reacción a la radiación.

    El científico impulsor del experimento, el Dr. Williams (John Howard), junto a la enfermera a la que se ha responsabilizado de la muerte por dejar desatendidas unas tijeras, Joan (Joan Dixon), inicia una investigación por su cuenta del preso que ha cometido el homicidio, y que ahora, liberado, regenta un local de juego. Film muy sencillo, pero dirigido con corrección por Cahn (que localiza buena parte de las secuencias en exteriores en la zona de la bahía de San Francisco), ofrece una solución de guion poco habitual: el asesinato del protagonista, el Dr.Williams, al que el espectador seguramente esperaba ver coronar con éxito su investigación (y de paso concretar en una relación romántica su vínculo con Joan). El científico muere, pero el caso se aclara y la experiencia médica se aprueba, lo cual permite un final optimista en relación con la lucha contra las enfermedades de la sangre. En definitiva, un sacrificio heroico.
    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    La criatura con cerebro atómico (Creature with the Atom Brain, 1955)



    Film de Edward L. Cahn, especialista en films de bajo presupuesto, como el que nos ocupa, una serie B… tirando a Z. A pesar de contar con un guion de Curt Siodmak, el film carece de ritmo y mantiene el interés con dificultades, con muchas escenas dialogadas en que se supone que nos explican lo que ocurre (todo ello, por cierto, bastante absurdo), planos reaprovechados en diferentes momentos, y unas interpretaciones de circunstancias (en especial el mad doctor de rigor y su colega gansteril, encerrados en un laboratorio de pacotilla). El argumento es delirante: un científico alemán, en combinación con un gánster que ha regresado de incógnito a Estados Unidos y que quiere llevar a cabo una venganza contra los que provocaron su caída en desgracia, convierten a los muertos en una especie de zombis de movimientos robóticos gracias a la energía atómica. La película se hace eterna a pesar de durar poco más de una hora. Se salva el arranque, una primera secuencia casi brillante, en que una de esas criaturas con cerebro atómico entra en la casa de uno de los hombres a eliminar, rompiendo los cristales y matándolo, partiéndole el espinazo (algo que se muestra mediante una sombra).
    cinefilototal, Alcaudón y Otto+ han agradecido esto.

  8. #358
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    La puerta del cielo (La porta del cielo, 1945), de Vittorio De Sica



    Tengo la impresión de que la figura del De Sica director, con los años, ha ido perdiendo interés dentro de la cinefilia. Aunque algunos de sus films conservan cierta aureola a la hora de hablar del cine "neorrealista" (etiqueta que, como todas, suele usarse como un lugar común, una forma de simplificar el comentario de un film echando mano de un conjunto de tópicos), en particular Ladri di biciclette, Umberto D y Miracolo a Milano, el resto de su filmografía (incluso, a menudo, difícil de visionar) no merece la misma atención que la de otros grandes directores italianos, contemporáneos suyos, como Fellini, Antonioni, Rossellini o Visconti.

    La porta del cielo, por ejemplo, es uno de esos films de difícil visionado. Para su restauración (disponemos de una copia en Movistar), no se ha podido contar con el negativo, desaparecido, e incluso la banda sonora presenta notables deficiencias de sonido. Afortunadamente, la imagen se ha podido recuperar de manera bastante satisfactoria.

    De Sica rodó el film cuando Roma se encontraba todavía ocupada por los alemanes. Nos cuenta el viaje al santuario de Loreto de un tren fletado para transportar personas afectadas por enfermedades y discapacidades diversas, todas ellas en busca de un milagro. El guion, firmado de forma conjunta por cinco guionistas, entre las cuales el propio director y uno de los guionistas y directores más habitualmente relacionados con el llamado cine neorrealista, Cesare Zavattini, estructura la narración a partir de diferentes personajes que comparten el viaje, cuyos antecedentes se nos mostraran en forma de flashbacks: un niño inválido, que intenta dejar atrás un ambiente de miseria, y que viaja acompañado por una amable vecina (la barcelonesa Maria Mercader, que sería esposa de De Sica años después);



    un pianista (Roldano Lupi) que ha perdido la movilidad de uno de sus brazos, quedando impedido para la música; una vieja gobernanta que viaja para pedir intercesión en beneficio de su patrón; y un obrero ciego (Massimo Girotti), a quien ayuda un compañero de trabajo, responsable de su ceguera por despecho.



    Junto a ellos destaca el papel de una de las enfermeras de la Cruz Roja, la bellísima Marina Berti, que se sentirá especialmente atraída por la figura del pianista, cuya amargura le hace plantearse el suicidio.



    La película está magníficamente narrada y puesta en imágenes (fotografía de Aldo Tonti, que trabajó con varios de los grandes directores italianos), aunque su final, dentro del santuario de Loreto, cae en una exaltación cristiana (la película estaba patrocinada por el Centro Cattolico Cinematografico, aunque después del estreno, insatisfechos con el resultado, intentaron eliminarlo de la distribución), con toda la pompa del catolicismo, milagro incluido, en mi opinión excesiva y un tanto cargante. A pesar de todo, un magnífico film que merece ser recuperado.
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  9. #359
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    A la busca del tiempo perdido…

    HOME IN INDIANA (1944)

    T.O.: HOGAR EN INDIANA



    Producción y distribución: Twentieth Century-Fox Film Corp.

    Productor: André Davin.

    Director: Henry Hathaway.

    Guion: Winston Miller, basado en la novela “The Phantom Filly” (The Saturday Evening Post [del 18 de octubre al 8 de noviembre de 1941]; The Bobbs-Merrill Company, Indianápolis y Nueva York, 1942) de George Agnew Chamberlain.

    Fotografía: Edward Cronjager, en Technicolor (1.37:1)

    Dirección artística: James Basevi y Chester Gore.

    Decorados: Thomas Little y Frank E. Hughes.

    Música: Hugo Friedhofer.

    Montaje: Harmon Jones.

    Reparto: Walter Brennan (T. J. “Thunder” Bolt), Charlotte Greenwood (Penelope “Penny” Bolt), Ward Bond (Jed Bruce) y Charles Dingle (Godaw Boole) + Lon McCallister (“Sparke” Thornton), Jeanne Crain (Charlotte “Char” Bruce) y June Haver (Christopher “Cri-Cri” Boole) + Willie Best (Moe Rum).

    Inicio del rodaje: mediados de septiembre de 1943.

    Duración: 106 minutos.

    Estreno: 15 de junio de 1944.

    Recaudación: 1.750.000 dólares.





    Coordenadas espacio / temporales:

    Low Meadow, Indiana / Años 40



    El hecho de que la británica Powerhouse haya tenido la feliz idea de recuperar alguna de las primeras (y en algunos casos mejores) películas del californiano Henry Hathaway (1898-1985)…

    https://www.powerhousefilms.co.uk/co...mited-editions

    ... me sirve de excusa perfecta para comentar otra de sus obras, ciertamente menor, pero también muy agradable y que además es un ejemplo de ese tipo de cine que, me temo, ya es prácticamente imposible de ver en las salas de cine.

    E igualmente la devoción que algunos de los aquí presentes sentimos por una actriz tan bella y elegante, pero escasamente (re)conocida, como fue Jeanne Crain (1925-2003), a quien servidor ya dedicó hace unos pocos años un pequeño homenaje.



    HOME IN INDIANA, inédita en salas comerciales en nuestro país, es una deliciosa (y epidérmica) cinta que podríamos englobar dentro del género americana y en el que Hathaway ya había incursionado previamente, como por ejemplo en la (muy) superior THE TRAIL OF THE LONESOME PINE (1936), primer largometraje en three-color Technicolor rodado en exteriores naturales o THE SHEPHERD OF THE HILLS (1941), primera película en dicho procedimiento del westerner por excelencia, John Wayne.

    Para la 20th Century-Fox significaba igualmente una nueva entrega del ciclo de películas centradas en las carreras de caballos después de las exitosas KENTUCKY (1938), de David Butler, con Loretta Young, Richard Greene y Walter Brennan y MARYLAND (1940), de Henry King, con Walter Brennan, Fay Bainter y Brenda Joyce.

    Las tres (incluyendo la cinta hoy comentada) comparten el haber sido rodadas en three-color Technicolor y en estar (co)protagonizadas por el gran Walter Brennan (1894-1974), quien de hecho ganó su segundo (de tres) Oscar al mejor actor de reparto por la primera.



    No obstante, los auténticos protagonistas de la historia son los jóvenes Lon McCallister (1923-2005),...



    ... Jeanne Crain...



    ... y June Haver (1926-2005)...



    ..., aunque contrariamente a lo que se indica en los títulos de crédito iniciales...



    ... todos ellos ya habían debutado previamente en el cine y en concreto las dos últimas al alimón en el musical de Busby Berkeley THE GANG’S ALL HERE (1943), aunque sin acreditar.

    Rodada en plena Segunda Guerra Mundial y, por tanto, como un ejemplo del cine de evasión que necesitaba el pueblo norteamericano para alejarse, siquiera circustancialmente, de los horrores de la contienda, HOME IN INDIANA se centra en un tipo de competiciones, las carreras de trotones, que son uno de los deportes más queridos por los ciudadanos de los estados de Indiana, Kentucky y Ohio.

    La historia tiene lugar en la localidad (¿ficticia?) de Low Meadow, en Indiana.

    La misma se inicia (y más tarde finaliza) con la voz en off de “Sparke” (McCallister) que nos habla del amor que los habitantes de los estados mencionados sienten por los caballos y por las carreras que con ellos organizan.

    La llegada de “Sparke” al hogar de sus tíos, T. J. “Thunder” (Brennan) y “Penny” (Greenwood) Bolt, les es comunicada mediante telegrama desde la oficina del sheriff del condado de Litchfield, en Connecticut.

    Aunque el telegrama deja entrever que “Sparke” es (o ha sido) un delincuente y que ha pasado parte de su (breve) existente en un(o o varios) reformatorio(s), algo que seguramente esté mucho más (y mejor) desarrollado en la novela de George Agnew Chamberlain (1879-1966)...



    ... que toma como base, lo cierto es que en la película el personaje es un auténtico dechado de virtudes que solo es posible encontrar en el cine norteamericano de entreguerras.

    Antes de seguir adelante me gustaría enmendar un error que aparece en todas las fuentes que he consultado para la elaboración de la presente reseña, incluyendo el AFI (https://catalog.afi.com/Film/24305-H...399&cp=1&pos=0) o la IMDb (https://www.imdb.com/es-es/title/tt0...=tt_ov_st#cast).

    Como podemos apreciar en el telegrama…



    ... y en el caído cartel de la venida a menos Roundhouse Farm & Stables…



    ... las iniciales del nombre del personaje encarnado por Brennan son T. J. y no J. F.

    Eso pasa por copiarse los unos a los otros en lugar de VER las películas, por menores que sean.

    En fin, sigamos.

    Aunque tal vez la intención original de Hathaway era volver a tratar el conflicto (enquistado) entre familias, como hizo en la mencionadas THE TRAIL OF THE LONESOME PINE y THE SHEPHERD OF THE HILLS, lo cierto es que el mismo se diluye rápidamente intuyo que por mandato del vicepresidente y jefe de producción de la 20th Century-Fox, Darryl F. Zanuck (1902-1979), hasta el punto de convertir la película en una comedia romántica más blanca que la leche de la yegua de la que se alimentó desde su más tierna infancia “Sparke” y que le convirtió en “el chico que susurraba a los caballos”…

    Eso sí, es de agradecer que al contrario de lo que sucedía en la época uno de los (co)protagonistas es un negro, Moe Rum (Best), que no solo escapa (relativamente) de los estereotipos fijados por el cine norteamericano desde sus inicios sino que forma parte del auténtico trío protagonista junto a “Sparke” y “Char” (una juvenil – tan solo 18 añitos – Crain).



    Incluso el director, que tenía fama de tener tan malas pulgas como John Ford, pudo incluir una (breve) escena en la que “Thunder” le castiga a “Sparke” con el cinturón y que es toda una anomalía en una historia que transcurre tan plácida como las aguas cristalinas de un arroyo de montaña.



    Pese a todo, y como vengo diciendo desde el comienzo de mi exposición, la cinta es francamente simpática, aunque no recomendable para aquellos que tengan problemas con los niveles de azúcar en sangre.

    Lo más destacable de la película es por un lado la preciosa fotografía en color del gran (y prematuramente desaparecido) Edward Cronjager (1904-1960) y por otro el encanto que desprenden sus jóvenes intérpretes, Lon McCallister y, especialmente, Jeanne Crain, a la que como en aquella canción de Julio Iglesias vemos pasar “de niña a mujer”… a pesar de haber visto tan solo 18 primaveras...







    Ah, y la película supuso un rotundo éxito de taquilla.

    Nunca debimos abandonar el Misisipi.

    Buenas tardes y, buena suerte.





    Anexo I:

    Filmografía (1944-1946) de Jeanne Crain:

    1944

    HOME IN INDIANA, Henry Hathaway

    IN THE MEANTIME, DARLING, Otto Preminger

    WINGED VICTORY / CITA EN LOS CIELOS, George Cukor

    1945

    STATE FAIR, Walter Lang

    LEAVE HER TO HEAVEN / QUE EL CIELO LA JUZGUE, John M. Stahl

    1946

    CENTENNIAL SUMMER, Otto Preminger

    MARGIE / CÓMO LE CONOCÍ
    , Henry King



    Comentario dedicado a los compañeros que siguen al pie del cañón... y a los que ya no lo están...



    Última edición por Alcaudón; 04/05/2025 a las 20:22

  10. #360
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Como podéis comprobar en este rincón se complementan a la perfección el GRAN y el pequeño cine.

    Teniendo en cuenta mi (general) desconocimiento del cine italiano siempre he tenido en mucha más estima a De Sica que a Fellini, aunque hoy en día parece haber desaparecido casi por completo el elevado prestigio del que el primero llegó a gozar no solo entre los críticos de toda condición sino también entre el publico en general.

    Última edición por Alcaudón; 04/05/2025 a las 20:20
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  11. #361
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Aunque aprecio el cine de De Sica, y creo que merecería una revisión a fondo, supongo que a nadie en este hilo sorprenderá que discrepe cordialmente de Alcaudón: Fellini ocupa en mi caso un lugar de privilegio en mi particular panteón cinéfilo.
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  12. #362
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Pues sí, "Un hogar en Indiana", es un filme muy entretenido y entrañable, para mí, superior a "Kentucky" (1938), por la simpatía de sus tres (actor y actrices) principales.

    La descubrí en un lejano pase de tve, cuando programaban cine clásico a mansalva, que lástima que esa época ya se ha perdido, y hay que bucear por internet para seguir descubriendo títulos inéditos de aquellos años dorados: 30, 40, 50 y 60.

    Por cierto, en 1957 la Twenty Century Fox, volvió a insistir con la temática de las granjas y las carreras de caballos en Kentucky con el musical de Henry Levin, "April Love", con los cantarines Pat Boone y Shirley Jones, que aún siguen con nosotros.

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  13. #363
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    De hecho, la película de Levin es un remake de la de Hathaway sólo que en clave de músical y no solo eso sino que al parecer fue también otro éxito en taquilla.

    Shirley Jones es una actriz que siempre me gustó y que hace igual de bien de mala (EL FUEGO Y LA PALABRA, Oscar incluido) que de buena (DOS CABALGAN JUNTOS), aunque hay que reconocer que siempre me gustó más en esta última faceta dado lo expresivo y dulce de su (hermoso) rostro.

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  14. #364
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Echando mano de las ediciones en BD de Powerhouse, me he programado un miniciclo con tres películas de principios de los años 30, cuando el cine sonoro se iba consolidando todavía sin los férreos corses del Código Hays (establecido en 1930, pero que no se aplicó rígidamente hasta 1934). Se trata de tres producciones de la Paramount que tienen como directores a inmigrantes europeos, aunque las condiciones que llevaron a cada uno de ellos al cine de Hollywood fueron muy diferentes. Las comento por orden de estreno.


    01. Una tragedia humana (An American Tragedy, 1931), de Josef von Sternberg



    “An American Tragedy”, publicada en 1925, es una de las novelas más célebres de la literatura estadounidense del siglo XX. Su autor, Theodore Dreiser, fue un escritor alineado con los sectores literarios más críticos con el sistema capitalismo, llegando incluso a militar durante un tiempo en el Partido Comunista (CPUSA), además de escribir textos alabando la URSS o en favor de la causa republicana española.

    Quizá nos pueda sorprender el interés de la Paramount por producir un film de un autor de estas características, pero la novela, una carga de profundidad contra “el sueño americano”, fue un gran éxito de ventas. Tanto interesó el proyecto a la productora que incluso llegó a ofrecer la dirección a Sergei M. Eisenstein, por aquel entonces de viaje por Europa y Estados Unidos, interesado por conocer las novedades del cine sonoro (y de paso poner tierra de por medio con el régimen stalinista, que lo había sometido a severas críticas... y ya sabemos cómo acabarón muchos "criticados" por Stalin). Pero la colaboración entre la productora y el director soviético no llegó a buen puerto, asumiendo Josef von Sternberg el encargo, a partir de un nuevo guion, firmado por Samuel Hoffenstein, que no agradó a Dreiser.

    Sternberg es el primer director inmigrado de este programa, pero en su caso hay que aclarar que creció ya desde niño en Estados Unidos, donde realizó la mayor parte de su obra fílmica. Inmerso en aquellos años, principio de la década de los 30 y del cine sonoro, en su particular ciclo con Marlene Dietrich, con la que rodó siete films (uno en Alemania y seis en Hollywood), An American Tragedy representa una excepción, porque no contó con la estrella alemana en el reparto. De hecho, comparada con las seis películas que rodó en Estados Unidos con la Dietrich, y muy en especial con las últimas, esta adaptación de Dreiser destaca por un cierto naturalismo descarnado, por alejarse de las fantasías barrocas y esteticistas de títulos como The Scarlet Empress o The Devil is a Woman.

    La película sigue el ascenso y caída de un arribista social, Clyde Griffiths (Phillips Holmes), surgido del seno de una familia humilde, pero con la vista puesta en la alta sociedad a la que aspira. No sé cuál es el tratamiento de la novela, pero en el film Clyde no es el arribista tradicional, atrevido y descarado, sino más bien un personaje en buena medida apocado e indeciso, que en palabras de sus abogados es un “cobarde moral” (quizá influya la interpretación de un actor un tanto gris, como era en mi opinión Holmes). Atraído por las mujeres, primero se aprovechará de su ascendente en una fábrica que explota la mano de obra femenina, a donde ha ido a parar por la providencial influencia de un tío empresario, para relacionarse con una obrera recién llegada, Roberta (la deliciosa Sylvia Sidney, en un gran papel).

    Pero cuando aparezca en su campo visual Sondra Finchley (Frances Dee), la bella hija de una familia acaudalada, su orden de prioridades se modifica,



    hasta el punto de planear acabar con la vida de Roberta cuando esta le confiesa que está embarazada y le reclama el matrimonio, es decir, cuando se convierte en un obstáculo para su objetivo de ascenso social. Secuencia, la de la barca, que nos trae ineludiblemente a la memoria otra similar de Sunrise, de Murnau.



    El último tercio de film se centra en el juicio al que se somete a Clyde (que será condenado a muerte), perdiendo la película algo del atractivo que ha tenido hasta el momento.



    Con todo, se trata de un interesante film, que nos aleja del Sternberg dominado por (o dominante de) la figura de Marlene, aunque, a falta de revisarla, tengo la sensación de que me gustó más el resultado que obtuvo George Stevens en su adaptación de la novela de Dreiser en A Place in the Sun.
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  15. #365
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    02. Remordimiento (Broken Lullaby, 1932), de Ernst Lubitsch



    Broken Lullaby se estrenó inicialmente como The Man I Killed, que era el título de la obra teatral a partir de la cual Samson Raphaelson y Ernest Vajda elaboraron el guion.



    La pieza teatral, que había triunfado en Broadway, era la adaptación al inglés, llevada a cabo por Reginald Berkeley, de la obra original francesa, titulada “L’homme que j’ai tué”, la cual a su vez procedía de la novela del mismo título, publicada en 1925, de Maurice Rostand (escritor izquierdista, pacifista y homosexual, amigo de Jean Cocteau), hijo de Edmond Rostand, autor de la celebérrima “Cyrano de Bergerac”.

    El proyecto fue a parar, en su adaptación cinematográfica, a manos del berlinés Ernst Lubistch, que ya por entonces gozaba de una enorme reputación en el cine norteamericano, al que había llegado años atrás después de triunfar plenamente en Alemania. Lo que sorprende de la elección es que el cine que popularizó Lubitsch en esos años, y que se suele identificar con la usual referencia al “toque Lubitsch”, era un cine de comedias ligeras, ambientes chispeantes, incluso musicales inspirados en las operetas vienesas. Films como The Love Parade (con Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald), Montecarlo o The Smiling Lieutenant.

    Frente a ese cine dominado por los irritantes gorgoritos de la MacDonald o las empalagosas sonrisas de Chevalier, Broken Lullaby es un film amargo, cuyos primeros minutos desprenden un inequívoco mensaje antibelicista, imbuido por el mismo espíritu pacifista que encontramos en otros films de la época como All Quiet on the Western Front, de Lewis Milestone, o, cambiando de orilla del Atlántico, Westfront 1918: Vier von der Infanterie, de G.W. Pabst (que comenté hace años en OR). Así, la película arranca con desfiles militares y ceremonias religiosas oficiadas en agradecimiento de la victoria de Francia. Lubitsch encuadra el desfile a través del hueco que deja uno de los espectadores: le falta una pierna.



    Por su parte, los feligreses que asisten a la misa son soldados pertrechados con sus sables. Una forma distinta de ilustrar en qué consistía el “toque Lubitsch”.



    Pero la película de Lubitsch no es un film sobre la guerra (de ahí que se decidiera cambiar el título inicial), sino más bien sobre sus consecuencias en la psique de los afectados, fueran estos contendientes o ciudadanos alejados del frente.

    Paul Renard, el protagonista, está interpretado Phillips Holmes (actor que vio truncada su carrera al morir durante II Guerra Mundial a causa de un accidente aéreo), de forma en mi opinión demasiado histriónica, tal que por momentos parece no bien ajustada a los nuevos tiempos del cine sonoro. Paul vive asfixiado por el peso del remordimiento (de ahí el título castellano), de la mala conciencia: durante el combate en las trincheras mató a un joven soldado alemán, Walter Holderlin.



    Pide ayuda espiritual al sacerdote, pero este pretende tranquilizarlo diciendo que, en la guerra, matar era su deber, lo cual escandaliza a Paul hasta tal punto de que el sacerdote le reprende por blasfemar en la iglesia.

    Pero la conversación le sirve para tomar una decisión: viajar hasta el pueblo alemán donde vive la familia Holderlin (el apellido adquiere un valor simbólico: Hölderlin es el nombre de uno de los más grandes poetas alemanes, que vivió buena parte de su vida recluido a causa de un trastorno mental) para pedirles perdón.

    Intenta ser recibido por el padre de Walter, el doctor Holderlin (Lionel Barrymore), pero este, inicialmente, lo rechaza sin escucharlo, mostrando un profundo resentimiento hacia el pueblo galo: para el padre, Paul es el asesino de su hijo por el solo hecho de ser francés, sin saber que en realidad fue él quien lo mató en el campo de batalla.



    Pero la prometida del fallecido, Elsa (Nancy Carroll), que ha visto como Paul depositaba unas flores en la tumba de Walter,



    intercede por él, gracias a lo cual el joven francés acaba ganándose la confianza de los padres del soldado alemán y el afecto de Elsa, cosa que todavía aviva más el odio hacia el francés de Walter Schutz, uno de sus pretendientes.

    Paul no tiene valor para confesar la verdad y hace creer a los Holderlin y a Elsa que conoció a Walter en París y que estudiaron juntos en el conservatorio. Pero cuando el amor que surge entre él y Elsa se exterioriza, se ve obligado a decirle lo que realmente sucedió. La reacción de la muchacha es pedirle que, a pesar de todo, se quede con ellos, porque su presencia ha servido para curar, o al menos paliar, la amargura de los Holderlin. El padre, ajeno a la auténtica identidad del francés, le entrega el violín de su hijo para que les interprete una pieza musical, a la cual se añadirá por primera vez desde hace mucho tiempo Elsa al piano.



    Se consuma así la aceptación del otro, del “enemigo”, ¿pero se puede obtener perdón y auténtica reconciliación sobre la base de una mentira? La película de Lubitsch no nos lo aclara, por lo que la pregunta queda flotando en la mente del espectador.

    Como en el caso de la película de Sternberg antes comentada, también disponemos de una nueva versión del film, pero en este caso se trata una película que no es exactamente un remake, sino un nuevo tratamiento, notablemente modificado, de la misma historia, en especial en su parte final, que difiere por completo del film de Lubitsch. Me refiero a la magnífica Frantz, de François Ozon, con la que se puede programar una estupenda sesión doble. Además, en el caso del film de Ozon, afortunadamente, los actores hablan o en francés o en alemán, no todos en inglés como en la película hollywoodiense.
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  16. #366
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    03. El cantar de los cantares (The Song of Songs, 1933), de Rouben Mamoulian



    Si An American Tragedy era un film de Sternberg sin Dietrich, The Song of Songs (título de resonancias bíblicas) es un film de Dietrich sin Sternberg. Fue su única película hollywoodiense no dirigida por Sternberg entre 1930 (Morocco) y 1935 (The Devil is a Woman).

    Nuestro tercer director inmigrado es un caso especial: Rouben Mamoulian, nacido en Tiflis de familia armenia (simpatizantes del zar, abandonaron Rusia a causa de la revolución de 1917), su madre se dedicaba al teatro, formándose el joven Rouben en Moscú en materia de artes escénicas. Así, ya en Estados Unidos, accede al cine de Hollywood después de triunfar en Broadway como director (había llegado a Nueva York en 1923), dedicándose a lo largo de su vida tanto a la dirección de obras teatrales, como de óperas y musicales, compaginando esta labor con la cinematográfica. Su experiencia teatral justifica el interés de la Paramount para atraerlo a Hollywood en el momento de arranque de las talkies.

    The Song of Songs adapta la obra teatral del mismo título de 1914 de Edward Sheldon, inspirada en la novela del escritor alemán Hermann Sudermann “Das hohe Lied” (1908). Nos cuenta la evolución de una joven e ingenua campesina, Lily (Marlene Dietrich), que a la muerte de su padre viaja hasta Berlín para alojarse con su tía, propietaria de una librería. Un problema evidente del film es que la Dietrich no nos convence como esa tierna muchachita de supuesto aspecto virginal.



    Es inevitable ver siempre detrás de las miradas “tímidas y vergonzosas” de Lily a la actriz especializada en mujeres fatales, de vida promiscua, es decir, a intuir una ironía que no tengo claro que se desprendiera ni del guion ni de la intención del director (o quizá sí). Afortunadamente, esta primera etapa se supera rápidamente cuando Lily conoce a Richard (Brian Aherne), un escultor que vive en la casa de enfrente, cuyo taller "espiaba" por las noches a escondidas (un detalle que apunta a cierto voyerismo). A pesar de la supuesta ingenuidad, Lily se siente atraída por el artista, no dudando en posar desnuda para él.





    Con ella como modelo, Richard trabajo sobre la escultura de una mujer desnuda por encargo del retorcido barón von Merzbach (un Lionel Atwill que nos regaló infinidad de papeles como este).



    La película carga las imágenes de una sensualidad un tanto de brocha gorda, pero efectiva. La manera como Richard abraza, toca y retoca la escultura del cuerpo desnudo de Lily, o como la mira el barón, son de un fuerte erotismo.

    Richard y Lily viven un pequeño romance, con luminosas escapadas al campo, pero que terminan de manera inesperada para ella.



    Richard deja la ciudad justo en el momento en que la tía expulsa a la muchacha de la casa al conocer su relación con el artista. Pero allí está el barón para ofrecerle una salida honrosa: el matrimonio, por medio del cual Von Merzbach pretenderá, no modelar su cuerpo en una escultura, sino todo su ser, actuando como un siniestro Pigmalión.



    El matrimonio, como no podía ser de otro modo, fracasa, y Lily volverá a los brazos de Richard, después de un período de degradación en el que trabaja en una cabaret donde ha de responder a las atenciones de los clientes (lo que da pie a que la escuchemos cantar el tema “Jonny” de Friedrich Hollaender).



    La reconciliación final de los amantes se sella con un mazo con el que Lily destruye la estatua que representaba, supuestamente, la pureza su juventud.



    El resultado final es un tanto irregular. Mamoulian brilla en muchos momentos, tanto en el tratamiento visual como en el tempo narrativo, pero el personaje de Lily cuesta de creer y el barón es más una caricatura que un auténtico personaje. Con todo, y a pesar de que no satisfizo a la actriz, la película no desentona entre los films que rodó en Hollywood en la década de los 30 (además de Sternberg, a las órdenes de Borzage, Boleslawski, Feyder o Lubitsch, entre otros). En todo caso, se trata de un film que tiene el “honor histórico” de haber sido prohibido por el III Reich (Sudermann era judío y Marlene no estaba bien vista por el régimen) y haber acabado siendo retirado de su distribución comercial por aplicación del código Hays.
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  17. #367
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Mamoulian es uno de los más grandes directores del Hollywood clásico, pero a la vez de los más desconocidos. Su filmografía es corta, pero siempre gustó innovar y además salvo el wéstern incursionó en todos los géneros.

    Y en cuanto a la película de Lubitsch tendría que volver a verla, pero el recuerdo que tengo de ella es bastante lúgubre y como bien dices Holmes no era precisamente un gran actor. La cinta de Ozon, aunque no sea un remake en sentido estricto, me parece mucho más luminosa (entiéndase la expresión) y además se da más relevancia al papel de la protagonista, una espléndida Paula Beer.

    mad dog earle y cinefilototal han agradecido esto.

  18. #368
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Me gustan mucho tanto "Remordimiento" como "El cantar de los cantares", pero "Una tragedia humana", no la he visto, porque me da mucha pereza, después de ver tantas veces "Un lugar en el sol", no creo que la supere en absoluto; y la verdad, es que me da coraje ver películas con temática repetida, vamos lo que se dice un remake en toda regla.

    Además Monty Clift, Liz Taylor y Shelley Winters están inolvidables, no creo que ni S. Sidney, P. Holmes o F. Dee los superen en nada.
    mad dog earle y Alcaudón han agradecido esto.

  19. #369
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Mamoulian es uno de los más grandes directores del Hollywood clásico, pero a la vez de los más desconocidos. Su filmografía es corta, pero siempre gustó innovar y además salvo el wéstern incursionó en todos los géneros.

    Se prodigó poco en la pantalla grande; se decantó mas por el teatro, cosa lógica ya que era todo un experto.
    Una de las pocas suyas que no he visto es "La furia del oro negro" (1937), con Irene Dunne y Randolph Scott, una mezcla de musical y western, con música de Jerome Kern... ¡quien la pillara!.
    mad dog earle y Alcaudón han agradecido esto.

  20. #370
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Mamoulian es uno de los más grandes directores del Hollywood clásico, pero a la vez de los más desconocidos. Su filmografía es corta, pero siempre gustó innovar y además salvo el wéstern incursionó en todos los géneros.

    Y en cuanto a la película de Lubitsch tendría que volver a verla, pero el recuerdo que tengo de ella es bastante lúgubre y como bien dices Holmes no era precisamente un gran actor. La cinta de Ozon, aunque no sea un remake en sentido estricto, me parece mucho más luminosa (entiéndase la expresión) y además se da más relevancia al papel de la protagonista, una espléndida Paula Beer.

    Casualmente, esta tarde he visto Stella. Ein Leben, un biopic bastante desaprovechado sobre Stella Goldschlag, una judía con aspecto ario (rubia y de ojos azules), interpretada por Paula Beer, que se dedicó a colaborar con la Gestapo en la repugnante tarea de localizar a judíos para que fueran detenidos y deportados a campos de concentración, con lo que, en teoría, pretendía, a cambio, evitar que sus padres y ella acabaran en Auschwitz. Mucho más interesante el personaje, realmente inquietante, que no la película, aunque la interpretación de Beer es buena.

    Última edición por mad dog earle; 07/05/2025 a las 20:53
    cinefilototal y Alcaudón han agradecido esto.

  21. #371
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Y en cuanto a la película de Lubitsch tendría que volver a verla, pero el recuerdo que tengo de ella es bastante lúgubre y como bien dices Holmes no era precisamente un gran actor. La cinta de Ozon, aunque no sea un remake en sentido estricto, me parece mucho más luminosa (entiéndase la expresión) y además se da más relevancia al papel de la protagonista, una espléndida Paula Beer.
    Lúgubre porque el aparente final reconciliatorio te deja en el fondo mal cuerpo. De hecho, poco después el resentimiento del pueblo alemán por la derrota en la guerra, entre otros motivos, llevó en volandas a Hitler al poder.
    cinefilototal y Alcaudón han agradecido esto.

  22. #372
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Cita Iniciado por cinefilototal Ver mensaje
    Además Monty Clift, Liz Taylor y Shelley Winters están inolvidables, no creo que ni S. Sidney, P. Holmes o F. Dee los superen en nada.
    Superarlos no los superan, desde luego. Debería volver a ver la de Stevens para poderlas comparar con más criterio. En todo caso, el autor de la novela no quedó nada satisfecho con el film de Sternberg. Tampoco Eisenstein, que planteó un guion bastante diferente (en el que colaboró Ivor Montagu, productor de varios films británicos de Hitchcock), que sí contó con el beneplácito del autor.
    cinefilototal y Alcaudón han agradecido esto.

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