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Tema: El callejón de las películas perdidas

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  1. #1
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    He obviado la primera por ser la versión hispana de la cinta de Browning, aunque en muchos aspectos (salvo el protagonista) la supera.

    Y la segunda por dignidad hacia el personaje.

    Ambas, por cierto, se encuentran en el excelente paquete editado por la Universal.


  2. #2
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Pues la de Abbott y Costello creo que fue la primera película de Drácula (y de Lugosi) que vi de niño, en el cine, por supuesto.

  3. #3
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    PROGRAMA DOBLE DE CINE NEGRO

    Al volver a la vida (I Walk Alone, 1947), de Byron Haskin



    Aunque a Haskin lo recordamos, sobre todo, por su contribución a la ciencia ficción, con su The War of the Worlds, y también por Conquest of Space o Robinson Crusoe on Mars, y especialmente en este foro por un film como Naked Jungle (¡esos fans de Eleanor Parker! ), también entregó algunos estimables films de cine negro, en particular este I Walk Alone, producción de Hal B. Wallis para la Paramount.

    Se trata de una película, quizá discreta, pero que ejemplifica muy bien dos aspectos del género. Primero, que los tiempos habían cambiado y que los gánsteres ya no eran unos tipos que, ametralladora Thompson en mano, intentaban hacerse con el control del negocio del alcohol durante la vigencia de la Ley Seca. Esos delincuentes han evolucionado y se cubren las espaldas con negocios de apariencia legal, sofisticando la manera de eludir el control de la justicia. Ahora, más que al FBI, parece que teman a los inspectores de Hacienda.

    Por otra parte, también se produce un relevo generacional a nivel actoral. A los Cagney, Raft, Bogart y compañía, se unen ahora actores más jóvenes, en este caso la pareja que forman Burt Lancaster (al que se le da más preeminencia en el cartel) y Kirk Douglas, actores muy físicos, atléticos, de gestos eléctricos. Douglas se mueve como una pantera enjaulada, mientras que Lancaster aporta una solidez granítica (aprovecho para decir que siempre he preferido a Lancaster antes que a Douglas, cuyo rechinar de dientes en ocasiones me parece excesivo).



    El argumento es perfecto para ilustrar esa evolución: Frankie (Lancaster) acaba de salir de la prisión después de 14 años. Durante este período su colega en el contrabando de cerveza, Noll (Douglas), ha prosperado y dirige un local nocturno de éxito. Frankie reclama su parte, tal como acordaron en su día, pero Noll no está dispuesto a ceder. Para intentar controlar a su antiguo amigo Noll intentará servirse de la cantante del local (y amante), Kay (una Lizabeth Scott que no llegó a ser una gran estrella, pero que tuvo una notable presencia en el cine noir de la época, como si fuera la alternativa a Lauren Bacall).



    La película va tejiendo una trama en la que se alternan los elementos románticos (surge el amor entre Frankie, que lleva 14 años sin estar con una mujer, y Kay, harta de humillaciones por parte de Noll, que está decidido a casarse con una mujer acaudalada, para seguir así su ascenso social) y delictivos, de los cuales será víctima un viejo amigo de Frankie y contable de Noll, Dave, un Wendell Corey de lo más parco en gestos, casi como si fuera un muerto en vida.



    Película entretenida, rodada mayoritariamente en estudio, en la que, como curiosidad, podemos ver al actor argentino Jorge (George) Rigaud, que en los 60 participó en varios films policiacos rodados en España.

    El único testigo (Witness to Murder, 1954), de Roy Rowland



    Más interesante me ha parecido este film de Rowland, todo un todoterreno del que recuerdo en particular un film: The 5.000 Fingers of Dr. T, también adscribible al cine fantástico. En esta ocasión se trata de una película producida por Chester Erskine (también firmante del guion) para la United Artists.

    Witness to Murder es un film no tan claramente encuadrable en el género negro, más bien estamos ante una película propia de un cierto drama criminal, muy de la época (incluso diría que a mediados de los cincuenta ya empezaba a estar demasiado visto), que juega con dos elementos bastantes frecuentes entonces: por un lado, los problemas mentales, en este caso la supuesta obsesión paranoica de la protagonista, una como siempre espléndida Barbara Stanwyck, aunque el papel (de “lady in distress”) no esté a su altura; por otro, los últimos coletazos del nazismo, encarnado por el escritor Albert Richter (un George Sanders espléndido, aunque el papel tampoco pase de lo tópico), que busca echar raíces en Estados Unidos, para lo que planea un matrimonio económicamente favorable (para el cual era un obstáculo la prostituta a la que asesina) y poder dar salida de nuevo a sus aviesas y megalomaníacas intenciones de dominar el mundo (hay un momento en que Sanders se viene arriba con un discurso en alemán de clara filiación hitleriana). En este último aspecto el film de Rowland nos puede recordar la wellesiana The Stranger.

    El arranque del film, aunque no original (por ejemplo, me viene a la memoria un film con Deanne Durbin dirigido por Charles David en 1945: Lady on a Train), seguro que nos recordará una de las obras maestras de Hitchcock.



    Cheryl (Stanwyck) ve desde la ventana de su casa un asesinato: un hombre (Sanders) estrangula una mujer en un piso del edificio de enfrente.



    Lo denuncia a la policía, pero no encuentran prueba alguna del crimen. A partir de ese momento, el interés de Richter será llevar a Cheryl hasta la locura, a base de hacerla dudar de su mente y, de paso, desacreditarla como testimonio ante la policía. Cheryl contará con el apoyo del inspector Lawrence (Gary Merrill), con el que, como es de esperar, surgirá el amor,



    pero la falta de pruebas y las incriminatorias de su desequilibrio mental que elabora Richter llevan a la mujer a la desesperación: llega a ser internada en un sanatorio y, al final, Richter la presiona para que se suicide. Eso da lugar a una secuencia final, muy hitchcockiana, en un rascacielos en construcción, donde es fácil también imaginar algunos momentos de Vertigo o el final de North by Northwest.



    Por supuesto, Rowland no es Hitch, pero con la inestimable colaboración de John Alton en la fotografía (que ofrece otro de sus extraordinarios trabajos de iluminación, con esos negros negrísimos marca de la casa) consigue entregar un film atractivo que merece un visionado.


  4. #4
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    PROGRAMA DOBLE DE CINE NEGRO

    Si hace unos días comenté un programa doble con producciones de la Paramount y de United Artists, ahora toca el turno a la Warner y a la Universal.

    Flamingo Road (1949), de Michael Curtiz



    Empezamos con la producción de la Warner, dirigida por uno de sus directores estrella, Michael Curtiz, un auténtico todoterreno, que rodó en multitud de géneros y siempre de forma solvente. En esta ocasión, como se apunta en el cartel que enlazo, “Mildred Pierce does it again”, una evidente referencia al film que Curtiz rodó unos años antes, protagonizado como este por Joan Crawford y Zachary Scott, y basado en una novela de James M. Cain. Flamingo Road, por su parte, es una adaptación de la obra teatral del mismo título de Robert y Sally Wilder (ninguna relación con el director al que estamos dedicando una revisión en otro rincón del foro), basada a su vez en una novela de Robert publicada en 1942. El propio Wilder firma el guion.

    La película es en buena medida un vehículo para el lucimiento de la Crawford, que frecuentó en esos años el cine negro, o por lo menos los dramas con elementos de cine negro. Este gira alrededor de la corrupción política. Lane (Crawford) se queda varada en un pueblo indeterminado (no sabremos nunca en qué estado de Estados Unidos nos encontramos) cuando la feria en la que trabaja como bailarina se esfuma ante la amenaza de un embargo.



    Se preocupa por ella el ayudante del sheriff, Field (Scott),



    un joven prometedor al cual quiere promocionar el corrupto sheriff, Titus Semple (un magnífico Sydney Greenstreet que llena la pantalla, y no solo por su volumen).



    La intención de Titus es que Field se convierta en senador del estado y luego gobernador, para poder satisfacer, con mayor libertad todavía, sus intereses económicos y, a su vez, seguir gozando del poder que despliega por medio de la extorsión y la amenaza de la prisión.

    Field se muestra como un hombre débil, sin voluntad, que a pesar de haberse enamorado de Lane, sentimiento compartido, cede ante Titus y se casa con la hija de una familia rica de Flamingo Road, el lugar donde vive la gente importante de la ciudad.

    Titus hace todo lo posible por expulsar del pueblo a Lane, para que no obstaculice sus planes, lo que los convierte en enemigos irreconciliables, más todavía cuando ella se case con Dan (David Brian), un importante constructor, acostumbrado a poner y sacar políticos según sus intereses. Pero Titus no cederá en su empeño de conseguir el cargo de gobernador. Si no es a través de Field, como hombre de paja, lo quiere para sí mismo.

    El final, como corresponde a la época, cortará las alas al sheriff (de manera traumática), castigará la debilidad de Field y permitirá la victoria moral de Lane, aunque su relación con Dave, y sobre todo el blanqueo que experimenta a lo largo del film este personaje, no resulta demasiado convincente.



    Una producción Warner con todos los atributos de la compañía, música de Max Steiner incluida, y una excelente fotografía de Ted McCord que mima a Joan Crawford con una iluminación que se centra en su rostro (¡esas cejas!), algo habitual en los buenos tiempos de la actriz.



    Murallas de silencio (One Way Street, 1950), de Hugo Fregonese



    Todo es peculiar en este film de la Universal, desde el director, el argentino Hugo Fregonese, del que desconozco casi toda su filmografía (solo he visto Man in the Attic, interesante adaptación de la novela de Marie Belloc Lowndes que Hitchcock llevó a la pantalla en The Lodger) a su improbable pareja protagonista, James Mason y la sueca Märta Torén (relación que, en mi opinión, no funciona en pantalla: no casan el adusto Mason y la empalagosa Torén), pasando por su título en castellano, que no tengo ni idea de a qué hace referencia.



    También sorprende la estructura de la película, a partir de un guion de Lawrence Kimble (que veo que participó en un buen número de películas de mediados de los 30 a principios de los 50, para luego dedicarse sobre todo a la televisión). Como se suele decir, empieza in media res: ha habido un robo de 200.000 dólares perpetrado por una pequeña banda de delincuentes, dirigida por Wheeler (el habitual Dan Duryea). Mientras esperan que lleguen dos miembros más de la banda para efectuar el reparto del botín, un médico que está con ellos por razones que desconocemos, Dr. Matson (Mason),



    se sirve de una burda estratagema para llevarse el dinero y además la amante de Wheeler, Laura (Torén), que parece enamorada del doctor, de forma nada convincente. Está a punto de frustrar su huida la aparición inesperada de uno de los ladrones ausentes (encarnado por otro habitual, Jack Elam), pero Matson lo mata y un oportuno accidente encubre su muerte. El accidente presenta una curiosidad para cinéfilos curiosos: el coche que conduce Laura choca con un camión, cuyo conductor es… Rock Hudson, en una brevísima aparición en pantalla sin acreditar.



    La huida de la pareja tiene un destino: Ciudad de México, pero una avería de la avioneta que los ha de llevar a la ciudad les obliga a instalarse en un pueblecito de la costa mexicana, en un cambio de registro y de ambiente notable. Allí, Matson acabará reconciliándose con la profesión médica y aceptando su relación con Laura.





    Pero sobre la película planea el fatalismo ya desde el mismo inicio, cuando un rótulo nos advierte que “Waste no moment, nor a single breath In fearful flight from Death; For no matter the tears that may be wept, The appointment will be kept...”, texto extraído de una “Song of a Fatalist” de la que no he sabido encontrar ninguna referencia. En todo caso, la suerte de la pareja parece echada desde el principio. Volverán a la ciudad con la intención de devolver el dinero a Wheeler a cambio de que este acepte que Matson se quede con la muchacha, pero un funesto final acabará con sus planes de futuro.

    Como curiosidad, señalar que otro de los bandidos es William Conrad, que muchos recordaréis como el orondo detective Cannon, en la famosa serie de los 70.

  5. #5
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    James Mason (1909-1984) y Hugo Fregonese (1908-1987) se hicieron muy amigos durante el rodaje y de hecho el primero fue el padrino del segundo hijo del argentino y la bella Faith Domergue (1924-1999) con quien estuvo casado entre 1947 y 1958.

    De Fregonese comenté en este mismo rincón (y dentro del hilo dedicado al productor Leonard Goldstein [1903-1954], fundamental en la carrera del primero e igualmente grandes amigos) la última producción del gran Val Lewton (1904-1951), su único wéstern y su única cinta en color, APACHE DRUMS (1951).

    https://www.mundodvd.com/el-callejon...7/#post4933886

    Y en el hilo que más satisfacciones me ha proporcionado y dedicado al mago del suspense y como entrega nº 78...

    https://www.mundodvd.com/sir-alfred-...0/#post4805157

    Esta última producción independiente (bueno, relativamente) del mencionado Goldstein para la Fox.

    Última edición por Alcaudón; 22/11/2025 a las 22:06

  6. #6
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    Predeterminado Re: El callejón de las películas perdidas

    Se me olvidó mencionar que Eureka! dentro de su colección The Masters of Cinema Series ha editado recientemente en BD BLACK TUESDAY (1954, MARTES NEGRO), la última colaboración entre Goldstein y Fregonese, aunque el primero falleció antes del inicio del rodaje y la producción pasó a manos de su hermano, Robert (entre cuya escueta filmografía podríamos destacar el wéstern de Jacques Tourneur, STRANGER ON HORSEBACK [1955], inédito en salas comerciales en nuestro país).

    https://eurekavideo.co.uk/movie/black-tuesday/


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