Totalmente. Además lo de diluirse es literal: dirigía y planificaba bien y dejó de hacerlo. Escribía bien y dejó de hacerlo. Componía bien y dejó de hacerlo. Ahora parece un asalariado cualquiera dirigiendo grandes producciones aseadas y asépticas, pese a que la autoría en sus películas, sobre el papel, sigue siendo total, puesto que continúa dirigiendo, escribiendo y componiendo.
Un misterio. Una vez dejó la juventud atrás, perdimos un estupendo cineasta.
Y el caso es que en esta El Cautivo la ambición es enorme: se pretende filmar un drama carcelario, una película épica de aventuras, reflejar como un hombre de armas se convirtió en un hombre de letras, y en última instancia rubricar una oda al poder de contar historias pasada por el filtro de Las Mil y Una Noches. Casi nada. Sobre el papel, jugosísimo. Podría haber salido perfectamente una obra maestra de aquí. Pero en manos de Amenabar tiene todo un tufo a gran superproducción televisiva con tintes lúbricos de producción pseudo érotica de serie B de los 80 que tira para atrás, y queda un film acartonadísimo y, esto es inexplicable, rodado de manera completamente rutinaria y anodina.
Esto podría haberlo firmado cualquiera.




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