Todos los monólogos estaban escritos por los mismos guionistas (Piedrahita y Motos?), con lo que el resultado era bastante triste una vez transcurridos un par de programas. Los actores eran eso, actores. Bustos parlantes recitando un texto que no era suyo y que muchas muchas veces ni les pegaba demasiado.
En resumen: Una desvirtualización del stand-up comedy y además con un humor muy blandito. Mierda de pavo.