Ayer vi esta película tras varios meses demorándolo y me pareció muy buena. SU director reincide en el tema ya abordado en la también interesante "El precio de la verdad", es decir, la confianza y la brillantez necesaria para mantenerla pese a estar quebrantándolo de forma continua y abusiva. No obstante, si allí era sólo un personaje, aquí tenemos a varios que han de enmascarar sus actos, aportando así matices especialmente interesantes a los mismos. La dirección de Ray es aparentemente anodina ya que prefiere msotrar la acción con notable quietud para que la trama avanza de forma pausada huyendo de la tendencia actual a sobreacumular acciones, sea el tipo de película que sea. Sin embargo, es en el trabajo de los actores donde aparecen las principales virtudes: Un Chris Cooper extraordinario que consigue que realmente no importen los motivos que tiene Hanssen para cooperar con los rusos, ya que se apuesta por un perfil humano, sin cargar las tintas contra un terrible traidor e incluso haciendo especial hincapie en su condición religiosa sin que esto llegue a resultar cargante (soy muy poco amigo de los subrayados religiosos). Curiosamente, Billy Ray vuelve a conseguir una actuación bastante lograda de un actor a priori olvidable como Ryan Phillippe (en su primer filme el afortunado que consiguió su mejor trabajo hasta la fecha fue Hayden "Pasado de pacotilla de Darth Vader" Christensen), que ni mucho menos desmerece de Cooper.En el resto, cierto que Ray mantiene cierta tendencia a desatender a los secundarios (aunque algo ha mejorado respecto a su anterior película), pues la presencia de Laura Linney y Dennis Haysbert quizá hubiera ganado con un poco más de presencia en el relato, en especial el segundo, más diluido que ella y que seguramente se viera beneficiado si su personaje hubiera ocupado el papel de otros de los trabajadores el FBI.

En lo concerniente a lo que se cuenta, una historia interesantisima, pero apostando por un mayor intimismo argumental al centrarse en los lazos paternofiliales que se establecen entre los dos protagonistas. Hanssen en un momento determinao dice que para que te tomen en serio en el FBI hay que usar constantemente la pistola para progresar, quizá eso mismo suceda con el posible interés hacia el filme. Aquí no hay tiros, ni grandes persecuciones, sólo una nueva historia de confianzas traicionadas, a priori ni mejor ni peor que muchísimas otras, pero desarrollada de forma no muy habitual últimamente y con resultados más que satisfactorios.