Tema: El hilo de la música clásica y contemporánea

A mí la duda que siempre me queda con Ives es si era un gran patriota estadounidense o todo aquello le producía en realidad rechazo. Me refiero a momentos como el "Putnam's Camp" de Tres lugares de Nueva Inglaterra, en el cual se escuchan superpuestas un montón de canciones patrióticas tocadas al mismo tiempo, supuestamente para dar la idea de una gran fiesta, pero, al menos a mí, me queda una impresión de cierta histeria, me parece un movimiento un poco intimidatorio (a la par que muy dinámico, todo hay que decirlo).

Extraño destino el de Ives, que pasó de dejar la composición durante largos años y concentrarse en su agencia de seguros a ser reconocido "post mortem" como un gran pionero americano, que se anticipó a Schoenberg, etc. etc. Y sin embargo yo he conocido a grandes detractores de su música (también detractores de Estados Unidos como país, por supuesto), para quienes, si Ives hubiese sido, yo qué sé, búlgaro, jamás habríamos oído hablar de él.

Pero a mí sí me parece una figura valiosa, por su aportación al sinfonismo, por sus múltiples ideas y experimentos adelantados a su época (sus piezas de cuartos de tono, el uso del piano en la Sonata Concord, el contraste entre melodías disonantes y acompañamientos consonantes, y viceversa, en La pregunta no contestada y Central Park en la oscuridad, y un largo etcétera), aunque en ocasiones me gusta más la idea que el resultado sonoro.

Genial Abuelo. A mí Ives me encanta, aunque reconozco algunos de mis amigos y compañeros lo detestan por esa pomposidad y aparente banalidad de su música, sobre todo la orquestal. No sé si tiene más detractores que defensores, pero por lo que indicas, Abuelo Igor, tienen que haber unos cuantos. Porque grandes defensores y padrinos siempre ha tenido, como Bernstein, Tilson-Thomas o el grandísimo Stokovsky. Alguien me dijo una vez que la música de Ives eran viejas ideas con un envoltorio moderno. Desde muy pequeño, desde la cuna y el entorno familiar, Ives mamó y amó las innovaciones sonoras más rabiosas, con el mismo afán que la música más popular de su país. La verdad , no tengo ni idea por qué dejó de componer (pese a sus razonamientos), por qué se hartó. Un caso similar a Sibelius, aunque por causas, me imagino, totalmente diferentes. Sus polirritmos, disonancias y los cuartos de tono fueron cartas de presentación. Todo muy espectacular y...superficial para alguna gente. La cuarta sinfonía supone un buen testamento, en este sentido, incluso su sinfonía inacabada, que parece que en su forma actual es un galimatías imposible de meterle mano.

Hablando de los cuartos de tono, y de la microtonalidad, me gustaría destacar un pionero, el mexicano Julian Carrillo, con su sistema sonido 13, el cual jamás he estudiado ni me he metido a fondo (creo que llegó a expandir hasta noventa y pico notas dentro de la octava tradicional). Creó asimismo toda una retahíla de instrumentos capaces de trabajar con fracciones de tono.
Uno de sus primeros ejemplos, una obra singular y muy provocativa y, que a mí particularmente, me encanta y me enamora: Preludio a Colón (la forma de notación es interesantísima). Es su obra más famosa y, para mis gustos, asequible. Si no la conocéis, disfrutadla.

Hay un compositor que fue bastante prolífico y muy desconocido, de los llamados "raros". Se llamaba Joachim Raff, germano-suizo, que vivió entre 1822 y 1882. Fue coetáneo y gran amigo de Liszt, algunas de sus orquestaciones fueron hechas por el mismo Raff, y gran admirador de Brahms, a la vez que crítico con Wagner. Por todo ello, pueden verse hacia donde fueron sus inclinaciones estilísticas. Eminentemente sinfonista, destaca su gran producción de 11 sinfonías. Su más famosa siempre fue la quinta, llamada Leonora, y con un movimiento que recuerda en texturas y estructura a la marcha militar de la sinfonía 7 Leningrado de Shostakovitch. Sus composiciones fueron brillantes, con orquestación muy limpia y vibrante, melódicamente muy rica, al más puro estilo Mendelssohnn, pero sin grandes riesgos a nivel armónico o estructural (respetó de manera casi obsesiva la forma sonata). Casi todas sus sinfonías fueron bastante programáticas, con títulos en la mayoría de ellas, aunque más de sentimiento y sensaciones que de referencias directas (al más puro estilo de Beethoven y su Pastoral). De éxito medio durante vida, y desaparecido para la posteridad, en los últimos años se está detectando un foco de recuperación de su estupenda música. Son obras muy agradables de escuchar y con gran brillantez. Tendría que destacar muchos momentos -no tienen desperdicio-, pero me gustaría comentar su sinfonía 8 "Sonidos de Primavera", una obra maravillosa para mi gusto, con un segundo movimiento arrebatador (un aquelarre que aquí os presento). Lástima que no haya interpretaciones a la altura -aquí falta ese arrebato que pide la partitura a gritos- y sean orquestas y directores de segunda fila quienes se enfrenten a estas obras (salvo con la Leonora). Fue mi primer contacto con Raff, tengo todo que decirlo.





Y una cavatina muy bonita de regalo, por el gran y lamentablemente poco conocido David Nadien:

Esta es una de mis arias de ópera favoritas. Dvorak con Rusalka realizó una ópera fantástica, mitológica, llena de idiomatismo checo. La canción de la Luna es una plegaria de rosalía, una ninfa acuática, para buscar a su amado. Su propósito, convertirse en humana y corresponderle. A cambio, perderá la voz y la inmortalidad...

La grandísima Renee Fleeming, americana, ha hecho suya esta hermosísima canción. Para mí, pocas canciones tienen una melodía tan bella y evocadora.

No me meto mucho por aquí, y comento todavía menos (¡qué pava soy y he sido siempre !), pero este es de los pocos hilos donde aún da gusto meterse. Disfruto mucho leyendo las aportaciones de los otros, especialmente las de Versta2. Seguid así .