La vi hace poco y me encantó. Recientemente abrí un humilde bloggg (todo lo humilde que puede ser un blog) y os pongo lo que escribí. No es gran cosa pero bueno, es mi punto de vista. Ojo que puedo espoilear un poco...

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Resulta que un tipo tiene una empresa, pero se hace pasar por un empleado cualquiera y se inventa un director fantasma al que nadie ha visto. Todo marcha bien durante años, hasta que una empresa más grande decide comprar la empresa del tipo, y exige ver al Director. Para salvar el escollo, el tipo recurre a un actor en paro con la intención de que se haga pasar por el director de la empresa y así no tener que desvelar su secreto ante nadie. A partir de entonces, todo se complica, y tenemos una comedia.

De eso va El jefe de todo esto, la nueva película de Lars Von Trier que se estrena esta semana. Von Trier es un tipo que suele llevar asociada la palabra “polémica” en casi todas las frases que se refieren a él. Creó el movimiento Dogma y fue el primero en olvidarse de él. Parodió los musicales en Bailar en la oscuridad, y comenzó con Dogville una trilogía sobre Estados Unidos, país que nunca ha pisado. Eso y sus numerosos experimentos con el cine (entendido como medio y lenguaje), como Cinco condiciones, le han convertido en un tipo, sí, polémico. O se adora o se odia, y demás tópicos. Pero en lo que están de acuerdo tanto detractores como defensores es en que “eso sí, este tío es muy listo...”

Lo que está claro es que a Von Trier le gusta jugar con el espectador y tratar de venderle gato por liebre o mejor dicho, liebre por gato. Decía Hitchcock que casi todos los directores sólo se preocupan de ellos y de su película, olvidándose del tercer y fundamental miembro de la relación: el espectador. Hitchcock tiene en cuenta al espectador, y Von Trier también. Son gente que, a pesar de sus hinchados egos, saben que el cine es para la gente y no para ellos solos, y quizá sea esta la cualidad que más valoro en un cineasta.

El jefe de todo esto no podía ser menos, y aunque se nos presenta como una obra “menor” del danés, como una comedieta ligera y sin pretensiones, tiene un subtexto de lo más vontrierano y mucha miga que sacarle.

Von Trier no ha parado de decir en las entrevistas que El jefe de todo esto es sólo una comedia. Pero algo chirría cuando ves que en la propia película aparece el mismo Von Trier para recordarnos que esta película es sólo una comedia. ¡Y lo hace tres veces! Sospechoso, eso es que esconde algo. El secreto para pillar un truco de magia está en mirar hacia donde el mago no quiere que mires. Y Von Trier nos está engatusando con esos subrayados. Seguramente no con la intención de engañarnos, sino para ver quién es el listo que le pilla.

Porque sí, es cierto, la película va de lo que he contado en el primer párrafo, ese es su argumento y no depara sorpresas que uno no pueda esperar de una comedia. Pero ese es sólo el gato. La liebre, la chicha, la encontraremos si tenemos en cuenta esto: el protagonista de la película es un actor (y ya sabemos cómo se las gasta Von Trier con los actores).

En la primera secuencia de la película vemos al Actor repasando el texto que le ha pasado el verdadero director, unas simples anotaciones y las frases exactas que el Actor debe decir para que todo salga bien. Sin embargo, el Actor se lo toma como si de un texto teatral se tratase, preguntándole al director cuáles son las motivaciones de su personaje y demás cuestiones, que terminan poniendo de los nervios al pobre director. Así, el director se da cuenta de que la cosa no va a ser tan sencilla y de que, creyendo que el Actor estaba a su servicio, la cosa es más bien al revés.

O resumido: tenemos a un tipo (el director real), que tiene un plan. Y para llevarlo a cabo, necesita a un actor. No tiene más remedio, debe ponerse en sus manos y confiar. ¿Y qué hace el actor? Terminar volviendo loco al director

(y ya no sé si estoy hablando del director de una empresa, o de un director de cine)

Por si fuera poco, el personaje del director de la empresa (que es con quien Von Trier se identificaría) no es un pobre tipo encantador, sino un verdadero hijo de puta sin escrúpulos, un manipulador que los ha engañado a todos. Así es como los demás, comandados por el Actor, le terminan viendo, incluido el espectador, que puede pensar satisfecho que al final tendrá su merecido.

Sin embargo, el director es el que más ha sufrido durante toda la película, y lo peor es que no puede hacer nada por evitarlo. Sólo puede ver cómo todo se le escapa de las manos por culpa del Actor. Al fin y al cabo, el director es un pobre hombre que intenta que el proyecto salga adelante. Y el Actor, que no tiene ni idea del proyecto pero es vital para su realización, termina imponiendo su ley, llevándose el mérito de todo y convirtiéndose en el verdadero “Jefe de todo esto”.

En cuanto a la realización de la película, debo señalar la utilización de un sistema llamado AutomaVision, en el que es un ordenador quien decide los encuadres y el sonido. Según Von Trier, esto elimina todo elemento humano o subjetivo en lo que al punto de vista se refiere, quedándole una película más cercana a la verdad al no estar sujeto el encuadre a la decisión de una persona. O dicho de otra manera: no le puedes criticar de manipulador, pues la historia es la que es y los planos los escogió un ordenador.

La decisión de rodar en AutomaVision no es arbitraria de ninguna manera, aunque pueda parecer un truco publicitario más. Pero el rodaje con este sistema no es un simple experimento: es una manera de alejarse de la historia y que sea esta la que hable, no el director. En una película que trata acerca de las relaciones entre Director y Actor, Von Trier decide ser lo más objetivo posible y delega en una máquina.

Toda una declaración de intenciones, ¿no?

...

Y ya está . No me fijé en lo de las pistas.