La Academia no se ha atrevido a premiar A Mickey Rourke; así de claro. Ha podido más su mala fama de tipo duro y problemático que el gran trabajo realizado. Han preferido premiar a Sean Penn, antiguo chico duro reconvertido a comprometido descafeinado, por interpretar a un homosexual... y es que Penn ya intentó el asalto al Oscar con la típica y tópica interpretación de un retrasado (Yo soy Sam) y no le funcionó ( aunque al horrible Tom Hanks sí en la vomitiva Forrest Gump); supongo que se habrá dicho, pues voy a interpretar el otro tipo de papel por el que regalan un Oscar aunque no te lo merezcas: un homosexual (otra vez el nefasto Tom Hanks, ahora en Philadelfia).

De vergüenza. El tongo y la aberración que Hollywood ha hecho con Rourke en esta edición de los Oscar se recordará mucho, mucho tiempo.