También hay que mirarlo por el lado bueno: por lo que tengo entendido, el mercado español se mueve más que antes. Van sacando cosas pretéritas —de los tótems de Marvel, eso sí— y eso es lo que importa. Ojalá saquen mucho y tenga la posibilidad de comprarlo para la family. Cuando me toque la Loto, porque no doy abasto ni con lo mío.
Je, je, no me refiero a que se me dé la espalda, sino a que no me veo comentando con asiduidad "Me he comprado este tomo y este otro, y qué guay que haya salido aquel". Menuda brasa.Iniciado por Rorschach
Alguna, no: muchas. Muchísimas. No os conviene entrar ahí. Yo aún no entiendo cómo me volví a meter tan de cabeza en esto el verano pasado tras 15 años sin oler Marvel. Maldita la hora.Iniciado por Rorschach
Es complicado. Mis sobrinos tienen 2 años y 1 mes, así que por ahora solo le podría pasar a uno de ellos 'Spider-Teo va a la escuela'.Iniciado por Rorschach
Además hay que tener en cuenta que por un lado la mayoría de cómics (Marvel incluida) ya no son 'cosas de niños' por temática y tratamiento (no imagino yo a un chaval aguantando la narrativa descomprimida tan en boga últimamente); y por otro, que hoy en día tienen un montón de alternativas: videojuegos, Internet, iPods...
Tanto en mi guiriforo comiquero —lo he dicho más de una vez: la mayoría son unos viejales— como incluso en StatueForum, donde en un hilo reciente se cuestionan si estaremos aún aquí para ver la desaparición de los cómics, flota en el ambiente la sensación de que somos la última generación lectora de cómics. Y no me refiero tanto al formato físico, sino al mero hecho de leer cómics.
Se dice que se han convertido en un gueto, en coto exclusivo para los ya iniciados, que tal como están planteados no invitan a potenciales nuevos lectores a probar, y que desde luego los precios no ayudan: ¿de qué va un chaval a gastarse un pastón en algo en lo que encima le va a costar entrar por no enterarse de la misa la mitad?
En fin, que pinta un panorama negro.
Para iniciar a un crío pequeño habría que tirar de historias bien sencillas de la Silver Age. Y aun así, el idioma es una barrera: por ejemplo, con todo lo dinámica, jovial y, sí, aparentemente naïf que era la prosa (y los argumentos) de Stan Lee, va cargada de términos hipster ('guay', 'molones') de la época (ya hablemos de Spidey o de La Cosa y Johnny Storm) que, cómo no, hoy día resultan tan trasnochados como 'tronco' o 'cantidubi dubi du'. No creo que sea como una peli, donde solo con las imágenes en movimiento los dejas hipnotizados hasta que se van empapando. Los cómics ya no tienen la presencia general en el mundo infantil y juvenil que tenían en nuestra época [cof, cof].
La única forma de interesarles en ello sería estando a su lado y leyéndoselos para que se fueran familiarizando, posibilidad de la que yo por ejemplo no dispongo al no ser mis hijos. Y habría que empezar bien temprano, porque si por su simplicidad hay que echar mano de, pongamos, las historias de Steve Ditko, un tanto feístas, no conviene esperar a que el niño tenga cierto espíritu crítico.
No hay encuadernación capaz de contener eso.