Un caso parecido ocurrió con el Manchester United y el traspaso que conmocionó al fútbol en el verano de 2003: David Beckham. Alex Ferguson, como admitiría más tarde, dio luz verde a la venta del icono de su equipo porque “futbolísticamente no nos puede aportar mucho más”. El Real Madrid pagó algo más 30 millones de euros más incentivos. Gracias a ese dinero, y algo más, el club inglés incorporó a seis futbolistas: Howard (New Jersey Metrostars), Djemba (Nantes), Bellion (Sunderland), Trabelsi (Ajax), Kleberson (Paranaense) y... Cristiano Ronaldo, procedente del Sporting de Lisboa.
Curiosamente, seis años después, el círculo vuelve a cerrarse. Un futbolista jovencísimo, que le salió gratis gracias a la venta de Beckham, le permite ahora al Manchester United ingresar la cantidad de dinero más alta jamás pagada por un futbolista. Y mientras Cristiano triunfó en Inglaterra, Beckham fracasó en España.