Yo nunca he sido de dar ni de recibir discursos. Creo que quedan muy bien en el cine, pero en la vida real dudo de su utilidad y eficacia. Imaginad que llegáis un día a vuestra casa y os encontráis a vuestro padre muy serio que os llama y os dice: "hijo, quiero hablar contigo. En la vida la integridad y el honor son lo más valioso que hay, no lo olvides nunca". Posiblemente una de dos: o le miraríais con cara de preocupación porque pensaríais que ha enloquecido o directamente os descojonaríais y le preguntaríais si os está tomando el pelo.
Las palabras al fin y al cabo son vacías y se las lleva el viento, lo importante son los actos.
Un saludo
-Papá, papá, hoy he tenido mi primera experiencia sexual.
-Pero hijo, siéntate, esto tenemos que hablarlo.
-Sí, como para sentarme estoy yo.
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