Esa escena sale en la desastrosa adaptación se Garris para la televisión. Sentí verdadera vergüenza ajena.
A mí los fantasmas finales me dan muy mal rollo, principalmente el vestido con disfraz de oso. Es tan incoherente, extraño y perturbador que se quedó clavado en mi cabeza.
Y estoy con la mayoría en que es una cinta que produce desasosiego. Pero llega un momento que alcanza un clímax tan elevado de angustia que por momentos se hace insoportable. Aquí el comentado desasosiego se convierte en verdadero terror. Terror ante lo desconocido, ante la irracionalidad que se esconde en el interior del hotel Overlook.