
Iniciado por
Leonardi
Al hilo de estos dos enfoques ante el cine (hay muchos más, pero vamos a centrarnos en las actitudes que podíamos llamar 'director de Hollywood' y 'director europeo') me viene a la memoria un ejemplo con el que se puede entender más claramente lo que digo.
Saving Private Ryan está considerada como una de las mejores películas de Spielberg. Sigue el recorrido, durante la II Guerra Mundial, de un escuadrón en busca de el soldado Ryan por las circunstancias que todos conocéis, y se centra fundamentalmente en la peripecia de Miller, su capitán, interpretado por Tom Hanks.
Treinta años antes, en Europa, el director galo Jean-Pierre Melville rodó una película sobre un grupo de la Resistencia francesa en esa misma guerra, L'armée des ombres, personalizándolo en la figura de su jefe, el ingeniero Gerbier, que interpretó Lino Ventura.
Una misma guerra, dos anécdotas, dos personajes. Aquí se acaban las similitudes. Mientras la película americana empieza y termina con muestras de emocionado patriotismo (¡esa bandera, esas lágrimas del veterano!) y muestra a los americanos (los buenos) en acciones heroicas como el desembarco en la playa de Omaha y el asalto a la instalación de radar, la francesa no permite ninguna simpatía por nadie; desde el principio queda claro que hay una guerra, y que los dos bandos tendrán sus razones, pero son tan criminales unos como otros. La razón ha dado paso al animalismo, lo que sea con tal de matar antes de que te maten.
Saving es un film con amplios escenarios, espacios abiertos, mucha luz natural. Sus protagonistas tienen miedo, pero también un acusado sentido del deber, y sus críticas a la decisión de los mandos son, en el mejor de los casos, irónicas pero no airadas. En L'armée, por el contrario, toda la película discurre en la oscuridad, incluso la campiña francesa está teñida de una luz neblinosa; el grupo de resistentes desconfía de todo el mundo dentro de su sórdido anonimato, incluso entre ellos. Las acciones son siempre inmediatas y brutales, ya sea con el enemigo o dentro del grupo. Reina en toda la película un deje de desesperanza que incomoda al espectador.
Imagino que al final de Saving Private Ryan, los americanos saldrían del cine con su patriotismo a tope. Yo sólo puedo decir que cuando la vi en un cineclub a principios de los setenta, L'armée des ombres me dió un mal rollo total, y que cuando la he vuelto a ver en DVD hace unos meses esa sensación de desesperanza sobre la condición humana se ha, si cabe, multiplicado.
Pero, ¡qué extraordinaria película! Sólo un director como Melville, que perteneció a la Resistencia, pudo plasmar con tanto realismo lo que fue esa guerra oculta que se libró durante la ocupación nazi; y sólo un maestro del cine pudo producir ese horror que conserva la cinta incluso hoy en día. Y todo ello, manteniendo durante todo el metraje un ritmo lento pero tenso que no decae en ningún momento. Spielberg logra con el desembarco un comienzo espectacular, de lo mejor que ha filmado, y las escenas finales de la batalla en el pueblo también están muy conseguidas. Pero la película decae en muchos de sus tramos intermedios, que se te hacen pesadísimos, hasta que llega al desenlace.
Los números cantan y no mienten: Saving Private Ryan ha sido vista por cientos de millones de personas más que L'armée des ombres; ha producido cien mil veces más beneficios; y siempre será más conocida que el film francés. Pero estoy seguro que hay miles de aficionados que consideran a ésta última una forma superior de cine (no hablo técnicamente, sino en cuanto al planteamiento de la historia) y la prefieren sin dudar a la cinta de Spielberg; yo soy uno de ellos.