Spielberg presentó ese corto al festival de Montecarlo, donde no conseguiría el premio. La última noche estuvo tomando copas con el ganador, que le dijo que encontraba su obra muy interesante, y que no se preocupara ya que le intuía un gran porvenir cinematográfico. El ganador y contertulio era Chicho Ibáñez, que triunfó (una vez más) con El asfalto. Por cierto, Spielberg, hoy día, es el realizador favorito de Chicho.