Una de las películas de las que más se habló y más discusiones generó durante nuestra estancia en el
Fantastic Fest en Austin fue
Five Across the Eyes, dirigida por un par de chavales,Greg Swinson y Ryan Thiessen. En un principio, parecía tratarse de un slasher más, con chicas acosadas por psicópata circunstancial. Desde el cartel, no había nada en ella que la distinguiese de tantas y tantas variaciones de
La matanza de Texas. Pero si uno veía la película descubría que:
1)Está rodada con cámaras domésticas, y tanto la calidad de la imagen como la mezcla de sonido nos hacen evocar el equivalente cinematográfico de una maqueta musical grabada con el radiocassette de la cocina. No se puede negar que esta austeridad pueda echar atrás a algún espectador. Pero sería una pena negar la inquietante credibilidad que consiguen tener algunos personajes y situaciones.
2)La película narra un incidente en tiempo real. Un puñado de minutos introduce a las cinco chicas, el accidente se desata en un pispás, y el resto del metraje es una pura sucesión de dislates y atrocidades.
3)Lo más interesante de todo: Toda la acción envuelve a una monovolumen que atraviesa una carretera solitaria, en mitad de una noche cerrada. Y la regla visual que los directores se han marcado es, mucha atención,
no sacar jamás la cámara del vehículo. Con lo cual jamás sabremos lo que sucede más allá de la oscuridad tras las ventanillas, aunque sean los propios protagonistas los que se apeen y echen a correr campo a través. Y todo lo que pase dentro del vehículo lo será desde un punto de vista inevitablemente asfixiante y deformado.
A que ya miran esta película de otra manera.
Acaba de llegar a España en DVD, bajo el vago y equívoco título de
Perdidas, y con la lamentable imposibilidad de poder verla en versión original, con subtítulos. Y el inapropiado doblaje, de un limpio que no pega ni con cola con el formato de baja fidelidad, hace perder gran parte de la credibilidad de las secuencias. Pero no quiero desanimarles: Esta película, sin ser para todos los públicos ni mucho menos, incluye suficientes sorpresas, como una sensibilidad más cerca de
Gaspar Noé (hay algún homenaje explícito a
Irreversible) que de las cansinas
Saw y derivados. Y es un interesante ejemplo de cómo hacer cine de las piedras: Inventando unas reglas y llevándolas al límite.