Tema: Elia Kazan: revisando sus películas

Iniciado por tomaszapa

A mi el mal rollo me lo da la cacho puta de la enfermera Qué tía tan poco empatizante!! Dónde está el café? Tiene algo para leer? Era para echarla a esa víbora

Ella sí que parece la villana de la película.... que mal rollo da, que insensible y bocazas...
A mi Dean me ha gustado...
Mañana, con tranquilidad comento más a fondo.

Iniciado por cinefilototal

Ella sí que parece la villana de la película.... que mal rollo da, que insensible y bocazas...
A mi Dean me ha gustado...
Mañana, con tranquilidad comento más a fondo.

En el fondo, tenemos que agradecerle que es el mcguffin para que hijo y padre se puedan entender, por fin, en algo.

Al este del Edén

En 1955, Elia Kazan estrena Al este del Edén, otra obra maestra, tras La ley del silencio, el año anterior, que había sido la gran triunfadora en los Oscar (con 8 estatuillas doradas, incluida la de mejor dirección, la segunda para Kazan).


Al este del Edén es un drama basado en la cuarta y última parte de la novela homónima de John Steinbeck, publicada en 1952. Steinbeck había colaborado previamente con Kazan en el guión de Viva Zapata!. En este caso, el guión adaptado de Al este del Edén corrió a cargo de Paul Osborn (más tarde, seguiría ligado a Kazan con el guión de Río salvaje).

La historia

Básicamente, se trata de la historia de Caín y Abel, dos hermanos enfrentados, de la Biblia.
En 1917, a las puertas de la Primera Guerra Mundial y bastantes aislados de la Europa en crisis absoluta, dos hermanos viven con su padre en el valle de Salinas, una ciudad costera de California.

Su padre, Adam Trask, es un granjero enormemente religioso (cristiano, para más señas) y así ha intentado criar a sus dos vástagos.

Cal es el incomprendido de la familia. Aparentemente, es el “malo” de los dos, el que no ha seguido las indicaciones y consejos de su padre, y que se muestra amargado con él mismo, con quienes les rodea y con la vida, en general.

Por su parte, Aron es el “bueno”. Es el ojito derecho de su padre, el estudioso, el futuro de la familia, y el que acapara el amor de su progenitor, algo que Cal lleva clavado muy hondo.

Además, Aron tiene novia y se van a prometer en breve. Abra es una chica joven, alegre y básicamente buena. Ama a Aron, pero siente temor por su hermano, Cal, y mucha simpatía por su “suegro”, Adam.

La historia evoluciona de tal forma que Estados Unidos entra en guerra contra Alemania, los jóvenes se alistan (obligados por el deber), y mientras tanto, se produce un acercamiento de Abra a Cal, a medida que lo va conociendo, y dándose cuenta de que ambos son mucho más parecidos entre sí que lo que ella lo pudiera parecer con Aron.

Aparte, y ya desde el principio, vemos aparecer una mujer extraña en la vida de Cal. Realmente es el quien la busca, a escondidas de su padre, en el vecino municipio costero de Monterey. Ella, algo mayor, va siempre muy bien vestida, con guantes ocultando sus manos.

Cal descubre que realmente es su madre, esa que según su padre, había fallecido cuando eran pequeños. Kate regenta un burdel, donde además se juega y se bebe. Y ha hecho de eso un grandísimo y suculento negocio.
Esa mujer, a través de Cal, provocará un giro de 180 grados en la situación familiar de los Trask, y al final, quedará demostrado que “ni los buenos eran tan buenos, ni los malos tan malos”.

El elenco

Al este del Edén fue la única de las tres películas que interpretó James Dean en un breve lapso de tiempo, que le dio tiempo a ver estrenada en vida. De hecho, recibió una nominación póstuma a mejor actor principal por el papel (acabaría ganando el premio Ernest Borgnine por su solterón eterno en Marty).

Al este del Edén fue el vehículo de lucimiento para James Dean. En esta obra maestra, Dean despliega todo su arsenal interpretativo. Dean, que interpreta a Cal, provenía del Actors Studio, que no por casualidad, fue fundado entre otros, por Elia Kazan.

De hecho, James Dean es uno de los estandartes del llamado Método Stanislavski, de introspección, de interpretar de dentro hacia fuera, experimentando a través de las propias emociones del actor.

Dean se muestra soberbio como ese eterno incomprendido que le perseguirá durante su corta carrera. Parece malo, actúa mal y no se sabe por qué. Sin embargo, es un personaje, Cal, necesitado de mucho amor y atención. Además, necesita recomponer su pasado, pues hay piezas sueltas muy importantes en ese puzle que conforma su frustrada vida.

Esa pieza fundamental que falta es su madre, Kate, a la que descubre accidentalmente. Sobre todo, se da cuenta de que él es así porque ha sacado “los genes” de su madre.
Indómito, contestatario, inconformista, libre y emprendedor, como ella, y todo lo contrario a lo que su padre es o a lo que quisiera que fuera.

James Dean muestra ira profunda en varias ocasiones, temor, mucho temor en otras, y confusión en muchas de las escenas. Es un tour de forcé esta interpretación (que en algún leve momento chirría – y esa es la pequeña gotita de vinagre que le pongo-), que lo elevó aunque fuera por un par de papeles, a la altura de los grandes. Qué hubiese pasado si Dean no acaba sus días en ese accidente maldito de coche.



Julie Harris es Abra, la prometida de Aron. Es una chica dulce, de gran bondad, que en principio, teme a Cal, pero que poco a poco va sintiéndose más y más identificada con él (ella no lo pasó bien con su padre y su nueva esposa), hasta incluso, llegar a enamorarse de una alma gemela, como es Cal.

A diferencia de Dean, su interpretación es más “terrenal”, más accesible, más “natural”, y sin embargo, casaba muy bien, conectaba muy bien con la de Dean, llegando a crear momentos muy mágicos entre ambos.
A pesar de no llevar mucho en el cine (era prácticamente una de sus primeras películas), se notaba su mayor bagaje teatral.



Raymond Massey es Adam Trask, el padre de ambos muchachos. Este granjero, que ha criado solo a sus hijos, es un firme creyente de la Biblia. Una buena persona, un buen ciudadano, pero demasiado recto e intransigente con quién se sale de la norma.

No se portó bien con su exmujer (lo que oculta, y de hecho, oculta que ella se fue porque no le soportaba), y tampoco se porta bien con su hijo Cal. De algún modo, rechaza todo lo que contraviene a sus ideales, y no comprende a quiénes no comulgan con el predicamento que él sigue a rajatabla.

Massey hace una interpretación portentosa, borda su personaje y hubiera merecido una nominación al Oscar, que sin embargo fue ignorada.



Jo Van Fleet es Kate (cuando vivía en la granja con su familia, era Cathy). Es una mujer que se cansó de vivir una vida que no era la suya. SE hartó de granja, marido y tal vez, de hijos.
Se fue a otro pueblo, creó un negocio de la nada (de dudosa reputación para algunos, como Massey), y le fue muy bien. Pero también, al igual que Cal, tiene carencias afectivas, al no haber encontrado en su vida, algún alma gemela que la llene.

El personaje de Van Fleet aparece misterioso, enigmático y ella, Jo Van Fleet interpreta notablemente esas directrices. Sin embargo, no se yo si era suficiente para lograr no solo una nominación, sino el Oscar a mejor actriz de reparto que consiguió (particularmente, adoro a esa Clara interpretada magníficamente por Betsy Blair en Marty, también nominada en ese apartado). Esta es mi segunda gotita de vinagre.



Otros intérpretes, muy notables, en su labor, fueron Richard Davalos, como Aron, el hijo perfecto a quién solo el conocimiento de la existencia de su madre, romperá todos los esquemas vitales y mentales. Otro es, Burl Ives, como Sam, el sheriff. Con su sola presencia y su gran capacidad interpretativa, luce de sobra en ese papel de la ley, que él defiende a su manera.

Aspectos técnicos

La banda sonora de Leonard Rosenman es exquisita. Aporta la intensidad justa (a veces, mucha) a cada momento, en un film que emocionalmente es muy intenso, y que en algunas escenas requiere de emoción contenida y en otras, se desboca. La música secunda a la acción, como un guante a una mano. Ese mismo año, volvió a colaborar en otro film de Dean, Rebelde sin causa.

La fotografía corrió a cargo del veterano Ted McCord. Es magnífica. Evocadora de otra época. A veces, en las escenas diurnas a cielo abierto, es poética, mientras que en escenas nocturnas llega a ser claustrofóbicas o en su lugar, angustiante. Y es que casi todo lo “malo”, sucede de noche en este film. En cualquier caso, un director de fotografía magnífico, que dejó su sello de maestro en esta Al este del Edén, como también hizo anteriormente en El tesoro de Sierra Madre o posteriormente, en Sonrisas y lágrimas.

El único pero o gotita de vinagre, tiene su origen en ese innovador uso del Cinemascope. Uno se da cuenta enseguida que los bordes (a ambos lados del plano) se doblan, a medida que el foco central va moviéndose. Fue idea del director de fotografía la de, en varias escenas (para mí, demasiadas) girar el ángulo de la cámara, porque “de todas formas, había que sufrir esa distorsión” (más o menos, venía a decir).



Momentos espléndidos

Hay varios momentos que se me quedan en la retina.
El momento en que Cal tira, a modo de ira, tras escuchar lo que opinan de él su hermano y su novia, y verlos besarse, las barras de hielo, por esa cinta transportadora, ante la atónita mirada de todos los presentes. Es uno de esos comportamientos, que parecen un sinsentido por parte de Cal, pero que obedecen a unas pautas que conoceremos poco a poco.



El momento en que Cal busca la aprobación (o más bien, varios momentos) de su padre, primero con el robo del columpio a los mineros, y después, con la fiesta sorpresa de cumpleaños. El deseo de ser querido, la necesidad más bien, y el nuevo rechazo de su padre, es una de las más recordadas escenas de esta película y del cine en particular.



El momento en el que Cal lleva a su hermano a ver a su madre, y llevado por la ira, los encierra solos en la habitación, echándolo a él encima de ella, con un odio enorme. Le mueve la venganza.



Finalmente, hay dos escenas contrapuestas.
La primera, la del padre, intentando en vano, hacer cambiar de opinión a Aron sobre su huida hacia la guerra. Y él, riéndose, borracho, rompe el cristal con su frente. Es un puñetazo de realidad en pleno rostro el que recibe Aron.



La segunda, cuando el padre, ya postrado en cama, por la enfermedad experimentada, y sin capacidad de movimiento de gran parte de su cuerpo, POR FIN, se enternece con Cal y lo acepta, bien por necesidad o bien por convicción. Pero al fin, Cal ha conectado con su padre y ha visto llenar en parte, ese gran vacío emocional que le ha acompañado durante toda su vida.



En resumen, Al este del Edén es una obra contundente, en cierto modo, muy intensa con las emociones, que te tiene con el corazón encogido. Intentas comprender a los personajes y quieres que se comprendan entre ellos, y sufres cuando no lo logran.
Eso lo supo mostrar muy bien Elia Kazan, que pese a esas gotitas de vinagre que he expuesto, creó otra obra maestra, intensa, como digo, que deja al espectador un regusto de gran cine, de cine con mayúsculas, de aquel que hoy en día luce por su práctica ausencia.
A destacar, finalmente, las nominaciones merecidas al Oscar para Kazan, en la dirección , y para Osborn, en el guión. Y sobre todo, el Globo de Oro a la mejor película dramática, otorgado por la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood.

Iniciado por tomaszapa

La segunda, cuando el padre, ya postrado en cama, por la enfermedad experimentada, y sin capacidad de movimiento de gran parte de su cuerpo, POR FIN, se enternece con Cal y lo acepta, bien por necesidad o bien por convicción. Pero al fin, Cal ha conectado con su padre y ha visto llenar en parte, ese gran vacío emocional que le ha acompañado durante toda su vida.

Ya me perdonaréis los que os apuntáis a un final de reconciliación, perdón y buen rollo, pero yo no veo ese enternecimiento por ningún lado, ni la dirección de Kazan me lo sugiere. En todo caso, si se produjera y fuera por "necesidad", yo no hablaría de "enternecimiento", sino de conveniencia, que no es lo mismo ni mucho menos: Adam parece que será un inválido hasta el momento de su muerte (quizá no muy lejano). Sería un poco como esos moribundos que se arrepienten de sus pecados cuando el capellán de turno les come la oreja con la monserga de los castigos eternos en el infierno.

Iniciado por mad dog earle

Ya me perdonaréis los que os apuntáis a un final de reconciliación, perdón y buen rollo, pero yo no veo ese enternecimiento por ningún lado, ni la dirección de Kazan me lo sugiere. En todo caso, si se produjera y fuera por "necesidad", yo no hablaría de "enternecimiento", sino de conveniencia, que no es lo mismo ni mucho menos: Adam parece que será un inválido hasta el momento de su muerte (quizá no muy lejano). Sería un poco como esos moribundos que se arrepienten de sus pecados cuando el capellán de turno les come la oreja con la monserga de los castigos eternos en el infierno.

Perdonado estás, pero no olvidamos Es broma. Yo creo que el final de la reconciliación queda abierto a la interpretación de cada uno. Al menos, sí vemos, por la razón que sea, un acercamiento, una conexión. Y eso es mucho más de lo que ha habido durante toda la vida entre padre e hijo.
Y se da mucho, y no solo en el cine lo que dices. Las personas cometemos ( y me meto yo también) errores, más o menos grandes, a lo largo de nuestra vida, y seguramente en los momentos finales, a uno, más allá de las creencias en el más allá, pienso que la conciencia le hace ver aquello en lo que no hemos obrado bien.
Pongo un ejemplo propio de mi familia. Mi abuela paterna, que en paz descanse, en los últimos momentos de su vida, le pidió perdón a mi madre. O mi tía política (y madrina de mi hermana), antes de morir, le vino a decir que aunque no lo demostrara, la había querido mucho siempre (una especie de petición de perdón particular).

Iniciado por tomaszapa

Pongo un ejemplo propio de mi familia. Mi abuela paterna, que en paz descanse, en los últimos momentos de su vida, le pidió perdón a mi madre. O mi tía política (y madrina de mi hermana), antes de morir, le vino a decir que aunque no lo demostrara, la había querido mucho siempre (una especie de petición de perdón particular).

Son momentos, sin duda, de una fuerte carga emocional, y frases como esa, de despedida, seguro que se dan a menudo. En cambio, en el caso de Adam, no sabemos qué dice. En la novela suelta una palabra en hebreo: "Timshel", sobre la cual hay diferentes interpretaciones. Veo en Internet que hay quién la traduce por "tú podrás" o por "puedes" (en inglés, "Thou Salt", palabra que proviene de la Biblia), supongo que dirigido a Cal. A mí más que a reconciliación o perdón me suena a emplazar a Cal a tomar sus decisiones, a tener un comportamiento moral, se supone que según la rígida moralidad bíblica de Adam, en definitiva una apelación al libre albedrío, dentro de la pugna entre el bien y el mal que gravita sobre la obra y los personajes. Cal puede ser bueno, no es malo por naturaleza, como él llega a creer, a semejanza de su madre, sino que dependerá de él mismo comportarse de una manera o de otra. Pero de la misma manera que puede llegar a ser bueno, puede llegar a ser (o continuar siendo) malo. De hecho, ese final en la novela se da por la insistencia de Lee, el cocinero chino desaparecido del tratamiento de Osborn/Kazan. Es a la insistente apelación de Lee (no de Abra) para que Adam ayude, bendiga, libere a Cal, que el padre suelta esta enigmática palabra. A mí, muy a reconciliación o perdón no me suena.

Te entiendo perfectamente. Pero seguramente no haría falta entre ellos el perdón (que sería lo lógico en la mayoría de personas). En la cara de Cal se ve que a él le vale lo que su padre le dice, y creo yo que hay una especie de liberación de una carga en ambos. Tampoco hubiera venido a cuento (y esto es un chascarrillo mío) que se pusieran a hablar de fútbol o de cháchara, cuando no lo han hecho en su vida.
En serio, creo que es el mejor de los finales posibles. Tampoco hubiese, por mi parte, visto bien una transformación completa, como si hubiese bajado un platillo volante con Dios a los mandos.