Después de leer esta crítica de El Correo Digital le entran ganas a uno de ver semejante despropósito. ¿Será esta la nueva manera de atraer al público a las salas para ver cine español, con reclamos como "¡eh, mirad que película mas mierdosa he hecho,es tan mala que teneis que verla!"?

A la sala tres? ¿Qué valor!», ...

Ed Wood es catalán/OSKAR L. BELATEGUI

A la sala tres? ¿Qué valor!», ironiza el acomodador. Bilbao. Martes. Diez y media de la noche y el cronista afronta en solitario 'Kibris, la ley del equilibrio', engendro excretado por un tal Germán Monzó, diríase la reencarnación catalana de Ed Wood. Al menos, el peor director de la historia tenía sentido del humor, pero este tipo se lo cree. Se toma en serio a sí mismo. Ahí es nada una cinta de vampiros y artes marciales donde Paula Vázquez suelta: «Soy la hija adoptiva de Drácula».

La pobre no tiene la culpa. Faltos de historia, de diálogos y de director, los 'actores' de 'Kibris', abandonados a su suerte, naufragan en el más triste de los ridículos. Sale Pepe Sancho con colmillos de plástico, Lorena Bernal en chándal y chinos, muchos chinos, por algo el jeta de Monzó viajó gratis al festival de Shanghai. Qué valor hacer pasar por película un pestiño que ni siquiera luce un acabado profesional. No existe puesta en escena, ni personajes, ni continuidad dramática. Las peleas, las escenas de tensión, el doblaje y los efectos especiales -¿esos murciélagos colgados de un hilo!- provocan la carcajada. Lo patético es que están pensados para inquietar; la machacona voz en off nos recuerda el trascendente equilibrio entre humanos y vampiros cuando lo difícil es mantener el equilibrio en la butaca.

¿Por qué llega a las salas bilbaínas este insulto al espectador y sigue sin estrenarse comercialmente lo último, entre otros, de Erice y Jordá? 'Kibris, la ley del equilibrio' dura 80 minutos, y este cronista sólo aguantó 50. El acomodador tenía razón.