Bueno, pues os voy a contar una de muchas anécdotas que me han ocurrido con espectadores imbéciles a lo largo de los años. La última me sucedió viendo "la casa de cera". Era una sala de esas que las filas van cayendo de forma que la de delante está más bajo que tu.
Pues detrás vinieron un grupo de esos intelectuales de los que no te puedes librar y se aposentaron a su gusto, haciendo sus comentarios y sus chascarrillos, molesto, pero soportable. A mitad de película uno de ellos decidió pasarse a la fila delantera (la mía) y aprovechando que se pueden levantar los reposabrazos, levantó tres o cuatro y se tumbó sobre los asientos ni corto ni perezoso. Pero como el tío se quería poner como en el sofá de su casa se quitó las zapatillas y se cambió unas cuantas veces de postura. En una de esas, en una escena de suspense se levantó y se iluminó la cara con el móvil, para hacer el chascarrillo.
Al final, cuando acaba la peli, se dedica a reír cavernosamente para subrayar el efecto y decide salir el primero sin esperar a sus acólitos.
Como se aburren algunos




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