Si, esa gente a la que solo conocemos por su imagen publica, pero que aún así, no podemos ni ver.

Cambiamos de canal cuando les vemos, de revista en la peluqueria cuando oteamos su jeta en la portada.

Todo ello sin que tengamos que recurrir a razones lógicas.


Comienzo yo:



Mario Vaqueriza

este jeta, que se cree que un icono de la movida madrileña cuando no ha pertenecido jamás a ella, que chupa cámara como un poseso en los photocalls, que en definitiva, da grima, por su imagen artificiosamente construida.


Uno de tantos engendros de la noche que no aporta nada bueno, y lo que es peor, nada nuevo.