Martin Scorsese se ha convertido en uno de los cineastas más célebres de la actualidad consiguiendo obtener el reconocimiento tanto de crítica como de público. Se trata de un director con una personalidad y labor como director, imposibles de desligar a una infancia llena de tinieblas en aquella Little Italy depresiva en la que creció como niño asmático, a sus viejas inquietudes religiosas y espirituales (sí, iba para cura), a su afición por las películas de gángsters y por la violencia estilizada, y a su fijación por personajes solitarios, inadaptados: perdedores de una sociedad en la que paradójicamente él ha sido un triunfador nato.
Su nutrida y prolífica vida artística se han convertido en referencia inexcusable en muchos cineastas, el ejemplo más reciente lo tenemos en el joven director Paul Thomas Anderson, que con “Sidney”, “Boggie Nights” y “Magnolia” ha regalado al público “obras mayores” en las que pueden observarse homenajes confesos a ese toque estilista y a veces excesivo que caracteriza al cine de Scorsese.
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Su sabiduría cinéfila, proviene de su capacidad autodidacta para analizar los clásicos una y otra vez (todos los años revisiona títulos como “Centauros del Desierto” de John Ford y “Las Zapatillas Rojas” de Michael Powell); así que las influencias en su cine son numerosísimas: Jean Renoir, Samuel Fuller, Max Ophuls, y sobre todo su amigo y colega John Cassavetes. A ésto, hay que unirle referencias que en ocasiones han sido tachadas de incongruentes, como “Pickpocket” de Bresson en “Taxi Driver”, “Jules et Jim” de Truffaut en “The Age of Inocence”. En esta última, se deja entreveer también la admiración de Scorsese por el conocimiento que Visconti (“El Gatopardo”) tenía del mundo aristocrático, aunque con un tono menos ácido y crítico que el que utilizaba el italiano en su obra maestra.
La mayoría de las escenas más logradas de Scorsese se encuentran en las escenas largas y dilatadas, en las que la percepción tangible del tiempo va forjando la tensión hasta llegar a un clímax que a veces tiende a la violencia , al lirismo, y otras a la emotividad o fisicidad: como ejemplo tenemos el monólogo Shakespeariano de Robert De Niro en “Toro Salvaje”, o la escena de alto voltaje que nos ofrece en “Uno de los nuestros” entre Joe Pesci y Ray Liotta, en la que una simple broma nos sirve en bandeja un plato de tensión e histrionismo lleno a su vez de gran comicidad (You said I´m funny, funny how? Do I amuse you, like a clown?..............Es ésta tendencia al extremismo y a la dilatación, la que nos ayuda a entender las complejas personalidades encarnadas por Travis Bickel de “Taxi Driver”, Tommy De Vito de “Uno de los Nuestros”, Jake La Motta en “Toro Salvaje”, o Charlie en “Malas Calles”. Sus característicos movimientos de cámara y constantes efectos visuales, no son más que una forma de prolongar su descripción narrativa y dramática, aunque ésto a veces le haya conducido a ser catalogado de grandielocuente. En “El Color del dinero” por ejemplo, la coreografía de la cámara logra convertir a un deporte casi estático y reflexivo, en un puro y emotivo espectáculo. Todo en su cine, obedece a una necesidad de inmersión en la búsqueda de la purificación a través de acercamientos y movimientos introspectivos, ya sean dirigidos a su cine en sí (forma), como a la propia evolución psicológica de sus personajes (contenido).
Otra de las constantes en el cine de Scorsese es, la narratividad musical y su dramático uso del montaje a manos de la inconmensurable Thelma Shoonmaker. Como clara muestra de esta afición musical, tenemos “New York, New York”: claro homenaje a los musicales clásicos. Así, en sus películas podemos encontrarnos una mezcla musical de lo más heterogénea, que va desde “The Doors” hata Pucini, pasando por “The Ronettes, George Harrison, George Gershwin y un largo etcétera. En “The Latz Waltz”, esta pasión adquiere protagonismo en tono de documental, ofreciéndonos con su habitual maestría un documento excepcional, en el que podemos asistir al final de un modo de vida, el último concierto de “The Band”, un espectáculo para los sentidos, en el que podemos disfrutar también de la presencia de insignes colaboradores como Neil Young, Neil Diamond, Eric Clapton y un largo etcétera. Todo esto dirigido de forma pausada e intercalando las actuaciones con entrevistas llevadas a cabo por el propio Marty, dejando así que los músicos, que su música, sean los protagonistas.
Teniendo en cuenta sus inquietudes religiosas, “La última tentación de Cristo” merecería un análisis exhaustivo fuera de este artículo, ya que resulta paradójica la reflexión que con esta película hace sobre la naturaleza humana de Cristo, despojándolo de toda su divinidad y presentándolo como un ser pecaminoso. Como casi todos sus personajes, nadie está libre de pecado: la siempre constante connotación religiosa del cine de Scorsese; el pecado, la redención, y la búsqueda de la pureza y el perdón.
Creo que sería justo calificar de milagro cinematográfico, lo que consigue hacer este director fusionando de forma magistral: el montaje frenético y convulsivo, la música realzadora de la violencia más bella, la narración en off (propia de la nouvelle vague), los elegantes movimientos de cámara, el ralentí para realzar determinados momentos, los planos congelados, y un largo etcétera. Todo lo dicho hasta ahora, puede verse resumido en la que es en mi opinión, la obra que consigue aglutinar todo este universo tan peculiar y lleno de dudas existenciales: “Casino”. Aunque hay que tener cuidado y no caer en el reduccionismo, ya que que también nos ha brindado películas más amables, comedias agobiantes y terribles, pesadillas en clave de comedia: “El rey de la comedia” y “After Hours” (“Jo, qué noche”, en éste último título podemos ver las aberraciones frutos de traducciones de juzgado de guardia)
Su próxima película, “Gangs of New York”, está de camino, y aunque no se sabe la fecha de estreno con exactitud, todo apunta a que será el 25 de diciembre en USA, y para principios de año en el resto del mundo. Los continuos retrasos que ha sufrido la película han sido debidos a varios factores. Por una lado, la estrategia conjunta de Miramax y Dreamworks en su afán por no confrontar las dos películas que Di Caprio ha protagonizado, para así aprovechar el tirón del ídolo imberbe con motivo del estreno de “Catch me if you can” de Spielberg y la película que nos ocupa. Por otra parte, Scorsese ha tenido que hacer frente al estudio, el cual pedía una versión diferente al montaje de más de dos horas que resultó en un principio; así como rodar de nuevo algunas escenas de amor entre Di Caprio y Cameron Diaz: unas escenas claves que al parecer se conformarán como motor y el eje de la película: maniobra a mi entender bastante comercial a la que Scorsese no nos tiene acostumbrados.
Muy sospechoso resulta que todavía no le hayan concedido un Oscar a este director, aunque todo sea dicho, este galardón está cada año más desvirtuado y desprestigiado; y más teniendo en cuenta que ha estado nominado en tres ocasiones como mejor director y dos por mejor guión (este hecho lo pone junto a tres de los grandes que corrieron la misma suerte: Orson Welles, Howard Hawks y Aldred Hitchcock). Pero como no hay mal que por bien no venga, seguro que este año tampoco se lo dan, y para mayor gozo de sus incondicionales, así de portentosa será su nueva y esperada obra. O éso espero.
Saludos.
PD: Sé que he dejado de lado algunos títulos y mucho temas sobre los que hablar, así que espero que me critiquéis por eso, pero de buen rollito eh?
PD2: Edito por si hay alguien que no lo ha visto.
You said I´m funny, funny how? Do I amuse you, like a clown?..............</p>Editado por: <A HREF=http://pub132.ezboard.com/upojavi.showPublicProfile?language=ES>pojavi</A>*fecha: 10/21/02 1:41:56 pm