"Imposible olvidar la poesía de sus imágenes y su música: la casa familiar ardiendo maravillosamente bajo la música de
Satie; los proscritos fundiéndose con la inocencia de la naturaleza acompañados de la música de
Carl Orff (posteriormente fusilada, cómo no, por
Hans Zimmer en
"Amor a quemarropa"); el hipnotismo de la voz etérea en off de Sissy Spacek; el pequeño
Martin Sheen imitando patéticamente a
James Dean; el uso de la luz desde el principio ya marca de la casa ...!Qué LUZ!
Michael Mann debió tomar buena nota del final para sus
"Enemigos Públicos": el delincuente tomando conciencia de sí mismo, de su fama y de su leyenda en vida. Es aterrador cómo
Malick nos muestra la imagen completamente idealizada que tiene
Kit de sí mismo, como si fuera un héroe romántico y no como hemos visto, un frío asesino psicópata e infantil.
La belleza de las imágenes no hace sino ampliar la resonancia de los actos terribles de la pareja.
Primera obra maestra".