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Tema: Fritz Lang: revisando sus películas

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    Predeterminado Re: Fritz Lang: revisando sus películas

    REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE FRITZ LANG (1890-1976) / PARTE I:

    03. DIE SPINNEN, 1. TEIL: DER GOLDENE SEE (1919, LAS ARAÑAS, PARTE I: EL LAGO DE ORO)



    Director: Fritz Lang.

    Estudio: Decla-Film-Gesellschaft.

    Productor: Erich Pommer.

    Guion: Fritz Lang.

    Dirección artística: Otto Hunte, Carl Ludwig Kirmse, Heinrich Umlauff y Hermann Warm.

    Fotografía: Emil Schünemann (1.33:1).

    Música: Ben Model (Versión reconstruida).

    Reparto: Carl de Vogt (Kay Hoog), Ressel Orla (Lio Sha), Georg John (Dr. Telphas), Lil Dagover (Naela).

    Duración: 1 h 09 m 01 s. (Copia en BD editada por Kino Lorber en 2016).

    Estreno: 3 de octubre de 1919.





    El primer largometraje del que se conserva copia – siquiera parcial – de la filmografía del director vienés forma parte de una proyectada tetralogía enmarcada en el cine de aventuras, género por el que Lang sentía una gran devoción y al que entregó alguna de sus mejores y/o más personales películas, como son LOS CONTRABANDISTAS DE MOONFLEET (1955) – su única película rodada en CinemaScope (ese formato que decía detestar en EL DESPRECIO (1963), de Jean-Luc Godard (curiosamente rodada en Franscope…) – y el díptico EL TIGRE DE ESNAPUR/LA TUMBA INDIA (1959), que supondría además un ajuste de cuentas con el pasado y del que ya tendremos tiempo de hablar más a fondo a medida que transcurran las revisiones…

    Como decía EL LAGO DE ORO iba a ser la primera de un serial en cuatro partes protagonizado por el famoso aventurero norteamericano Kay Hoog (Carl de Vogt) en su lucha contra la organización criminal internacional denominada Las Arañas, cuyo brazo ejecutivo lo lideraba la letal Lio Sha (Ressel Orla).

    - De Vogt ya había protagonizado los dos primeros largometrajes – hoy perdidos – del director e igualmente Orla lo había hecho en el primero.

    Si HALBBLUT (“MESTIZA”) fue un guion original de Lang, no fue el caso de DER HERR DER LIEBE (“EL SEÑOR DEL AMOR”).

    De ambos títulos sólo nos quedan las sinopsis argumentales pero dado que las fuentes discrepan en cuento a las mismas he preferido optar por saltármelas.

    Tan sólo mencionar, por ejemplo, que HALBBLUT Lang la rodó en enero de 1919 en tan sólo 5 (cinco) días (sic) con Carl de Vogt, Gilda Langer y Ressel Orla.

    Y en cuanto a DER HERR DER LIEBE, fue rodada para los pequeños estudios Helios y en ella Lang ejerció no sólo de director sino también de productor aunque no intervino en el guion. Y no sólo eso sino que, por primera y única vez en su carrera como realizador, interpretó un pequeño papel en la película.

    En la misma volvemos a encontrarnos con los actores Carl de Vogt y Gilda Langer y ejerciendo de director de fotografía el mismo Emil Schünemann que se encargaría de esta primera entrega de LAS ARAÑAS. -

    Sin embargo, una serie de desafortunadas circunstancias dieron al traste con los planes previstos.

    Después de rodar en un suspiro su cuarto largometraje, MADAME BUTTERFLY, el productor Erich Pommer, que estaba al frente de la Decla, le ofreció a Lang un guion que habían escrito alalimón Hans Janowitz y Carl Mayer y que acabaría por convertirse en uno de los grandes títulos de la Historia del Cine: EL GABINETE DEL DR. CALIGARI.

    La protagonista femenina iba a ser en principio Gilda Langer, de la que estaba enamorado Mayer, pero desgraciadamente la actriz falleció repentinamente a principios de 1920 lo que decantó la balanza del lado de Lil Dagover.

    Dado que la película será tratada dentro de unas semanas en la presente revisión no haré más que una referencia fugaz a la misma.

    Lang, fuertemente atraído por la propuesta, hizo aportaciones esenciales a la historia, entre ellas una fundamental, el hecho de insertar un prólogo y un epílogo en la misma de tal forma que se alteraba por completo el sentido de la misma.

    - Recordemos que Lang usó una técnica similar en la muy posterior (y magistral) LA MUJER DEL CUADRO (1944). -

    Pero las ilusiones de Lang de ponerse al frente del proyecto pronto quedaron en agua de borrajas.

    El enorme éxito de taquilla que supuso EL LAGO DE ORO hizo que Pommer diera un giro de 180º en sus planes y obligó a Lang a rodar rápidamente la segunda de las cuatro entregas programadas.

    Lang accedió de mala gana pero una vez rodada dicha segunda entrega no sólo se negó a continuar con las siguientes sino que se alejó temporalmente del ala protectora de Pommer en busca de nuevos pastos.

    Retomemos el hilo.

    El díptico de LAS ARAÑAS fue, curiosamente, el último trabajo en el que el director escribió un guion en solitario.

    Con la llegada a su vida (personal y profesional) de Thea von Harbou, a partir de su 6º largometraje (LA IMAGEN ERRANTE (1920)), establecería con esta una entente perfecta que le proporcionaría – dentro de su etapa muda – alguno de sus títulos más significativos.

    Ambos, Lang y von Harbou, eran grandes amantes de las novelas de Karl May (1842-1912), cuyos escritos se situaban básicamente en dos escenarios: el Oeste norteamericano y el Oriente Próximo.

    Lang en particular siempre fue un gran amante del western (género al que en su etapa norteamericana le dedicó tres títulos, incluido una de sus grandes obras maestras, ENCUBRIDORA (1952)) y devoraba con fruición las novelas protagonizadas por Old Shatterhand y su compañero Winnetou, de la tribu de los apaches.

    Seguramente por ello el nombre del protagonista, Kay, viene a ser una contracción del del propio escritor alemán, Ka(rl Ma)y.

    La historia que nos narra esta primera entrega de LAS ARAÑAS es muy sencilla, en la línea de producciones coetáneas tanto en el campo literario como en el cinematográfico, pero donde Lang imprime un ritmo frenético y donde ya podemos atisbar, siquiera en estado embrionario, algunos de los temas centrales de la filmografía de su director.

    Uno de los más significativos sería, sin lugar a dudas, esa organización secreta que se autodenomina Las Arañas y que bien podría ser un precedente de la que pronto veremos en el díptico del Dr. Mabuse, aunque esta no está personificada en un sólo individuo sino en una extraña mezcla de ejecutivos con corbata y sombrero de copa y un pintoresco ejemplar de la raza amarilla (sic).



    La historia principia y finaliza de la misma forma: con la muerte de una persona, aunque en este segundo caso será una pérdida mucho más sentida para nuestro valiente protagonista.

    Antes hablábamos de Karl May pero en esta película también hay ecos de Jules Verne (1828-1905), en concreto (aunque no sólo) de su novela “Los hijos del capitán Grant” (1865-1867), con ese inicio donde vemos a un hombre blanco (que luego sabremos que es un famoso arqueólogo de la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts) lanzar al mar una botella con un mensaje antes de morir a manos de un indígena de extraña indumentaria.



    Mientras, en el Standard Club de San Francisco, California, todo está previsto para la celebración de una importante regata entre los EUA y Japón (no deja de ser curioso que sea precisamente este país el escenario de la siguiente película de su director) y en la cual el gran favorito es el intrépido millonario Kay Hoog.

    Pero antes de conocer a nuestro protagonista Lang se demorará un momento en la que se convertirá en su némesis, una femme fatale en toda regla, la exótica Lio Sha (obviemos el fácil juego de palabras…).



    Hoog esperará a que los comensales finalicen la cena antes de hacer su aparición.



    En un corrillo con sus más allegados (incluida la mencionada Lio Sha) Hoog iniciará el primero de los dos (breves) flashbacks que se incluyen en la historia.



    En este primero Hoog narra cómo encontró flotando en el mar la botella y cómo después, en la placidez de su mansión, descubrió el mensaje que esta portaba en su interior.

    A pesar de lo deteriorado del mismo Kay fue capaz de interpretarlo correctamente.



    El mensaje era obra de Fred Johnson, el arqueólogo al que antes hacíamos referencia y en él se indica que fue hecho prisionero por descendientes de los antiguos incas (por tanto sabemos que la localización del lugar son las costas del Perú), los cuales mantienen todavía las costumbres ancestrales de sacrificar seres humanos a sus dioses paganos.

    También comenta la existencia de un tesoro de inconmensurables riquezas situado en el subsuelo del templo donde se celebran dichos sacrificios y junto al lago que da título a esta entrega.

    Gracias a su magnífica biblioteca (uno de los primeros ejemplos del colosalismo en la puesta en escena de Lang) es capaz de determinar las coordenadas exactas donde se encuentra el tesoro perdido de los incas.



    Entre los oyentes de la buena nueva de Kay las noticias parecen ser de especial interés para la bella Lio Sha.



    El telegrama de respuesta de la Universidad de Harvard acerca de la identidad del citado profesor es una prueba concluyente de que no estamos ante los desvaríos de un anciano.

    Aquí Lang se permite la inserción de un breve interludio humorístico a cuenta de las aficiones al buen vino de los criados que trabajan en el Club, algo poco habitual en la obra del director vienés.



    Kay Hoog preferirá dejar a un lado la competición y dirigirse en busca del fabuloso tesoro.

    Esa noche, en la mansión del millonario, unos misteriosos encapuchados (miembros de Las Arañas) tratarán de hacerse por todos los medios con el mapa del tesoro.

    En otro de esos rasgos intrínsecos a los aventureros de la época Kay tiene un criado hindú a su servicio.

    La pasión del director por la India (y que el director volcará en el doble díptico titulado genéricamente LA TUMBA INDIA) se aprecia igualmente en esa diosa Kali tras la que se oculta uno de los enmascarados.



    El robo del mapa (en realidad irrelevante, dado que intuimos que el aguerrido aventurero sacó una copia del mismo) vendrá acompañado por una figura en forma de araña que es, lógicamente, el símbolo de la hermandad y una advertencia para nuestro protagonista.



    A continuación viene, como antes decía, el primer rasgo claramente langiano de la película y que el director llevará a su máxima expresión en la serie del Dr. Mabuse.

    Me refiero a la moderna guarida situada en los bajos de una tienda de alfombras persas en la que se reúnen los cabecillas de las Arañas, seis hombres de aspecto distinguido, trajeados, con corbata y sombrero de copa (todos ellos respetables hombres de negocios) y un individuo que podemos identificar como de ascendencia china.



    Aunque no todos puesto que falta el Jefe Supremo quien imparte sus ordenes a través de Lio Sha.

    Una Lio Sha, por cierto, que aprovechará a su vez para espiarles puesto que en los bajos fondos nadie se fía de nadie.





    Y toda una novedad para la época esa especie de circuito cerrado de televisión que usa Lio Sha para espiar a sus compañeros.

    - Los avances científicos serán temas centrales en la obra de Lang en varias de las obras más importantes del periodo mudo del director, como el díptico del Dr. Mabuse, METRÓPOLIS o LA MUJER EN LA LUNA. -

    Kay se pondrá rápidamente en marcha para llegar al lugar donde se encuentra el tesoro antes de que lo hagan sus enemigos.



    Su primer destino será Cuicatlán, en el estado mexicano de Oaxaca, a donde llegará por tren desde San Francisco.

    Allí se encuentra una estación metereológica donde pretende subirse a un globo sonda y de esta forma llegar por aire a la cordillera andina peruana.

    En una magnífica escena rodada en exteriores o sea un tren de verdad y no un simple decorado, nuestro protagonista se encontrará en el vagón panorámico de cola con el Dr. Rongoon que le ayudará en su empresa.





    Pero, por supuesto, en el mismo tren van nuestra querida amiga Lio Sha y su fiel lugarteniente, el Dr. Telphas (Georg John).



    En Cuicatlán seremos partícipes de la primera mirada de su director a un género, como ya decía, por el que sentía verdadera pasión como era el western.

    Mientras Kay prepara su ascensión en globo junto al Dr. Rongoon, Lio Sha empieza a reclutar hombres en su misión de interferir con los planes cuidadosamente diseñados del primero.



    Uno de los (escasos) gazapos que se le pueden achacar a la película es la escena en la que Kay se enfrenta a sus enemigos para recuperar el mapa original, algo innecesario como antes decía puesto que nuestro héroe ya tenía (o debería tener) copia del mismo.

    Después de una trepidante persecución y en el último momento Kay logrará sujetarse al cabo que cuelga del globo y de esta forma huir de sus perseguidores.



    Ciertamente Lang no se anda por las ramas y pone toda la carne en el asador de forma que la acción siempre esté por delante de la reflexión, un rasgo identitario que comparte con Alfred Hitchcock, el cineasta más afín en cuanto a puesta en escena del director austríaco.

    Mientras viajan en el globo podemos apreciar el escaso cuidado que tanto Kay como el Dr. Rongoon tienen con un documento que estuvo a punto de costarle la vida al primero…



    Y donde además Lang hace ya un avance de la segunda entrega cuando Kay le comenta a Rongoon que junto con el mapa se llevó un documento en el que se habla de un misterioso barco…



    … EL BARCO DE LOS BRILLANTES (que no será la siguiente entrega del coleccionable sino la siguiente… ).

    Antes de seguir con la reseña me gustaría indicar que las dos entregas (de las cuatro proyectadas) de LAS ARAÑAS no sólo se estrenaron en fechas distintas sino que se rodaron separadamente y además de forma no consecutiva.

    Entre ambas entregas Lang filmó MADAME BUTTERFLY y, si las cosas no se hubiesen torcido, EL GABINETE DEL DR. CALIGARI.

    Pero volvamos con nuestras queridas arañas…

    En el campamento de Las Arañas se cuentan extrañas leyendas acerca de un Lago de Oro que ningún mortal ha hollado jamás.



    Y de que cada mañana, al romper el día, Naela (Lil Dagover), la Sacerdotisa del Sol, se baña en sus aguas para recibir la bendición de los dioses.

    - Una Lil Dagover que, precisamente, protagonizaría no sólo la siguiente película de su director, MADAME BUTTERFLY sino también EL GABINETE DEL DR. CALIGARI, como ya indiqué antes, debido a la súbita muerte de Gilda Langer, la protagonista prevista. -

    En unas magníficas tomas cenitales (trucadas, otra de las especialidades de Lang, al menos en su etapa muda...) Kay observará desde el globo con sus prismáticos los restos de una antigua civilización inca.



    Ni corto ni perezoso Kay se lanzará en paracaídas para asombro de su acompañante.



    Después de su baño matinal, Naela, será salvada por Kay del ataque de una gigantesca boa constrictor.





    Lógicamente, el flechazo entre ambos será instantáneo.



    Mientras, el más poderoso de los ancianos del templo anuncia a sus condiscípulos que para celebrar la gran Festividad del Sol (que se celebra cada 52 soles, o sea, cada 52 años) harán un sacrificio humano para que los incas vuelvan a resurgir de sus cenizas.



    Siguiendo el ejemplo de sus maestros Kay encontrará en el hueco vacío de un tronco una escalera que le llevará al interior del templo.

    No tendrá la misma suerte Lio Sha que ha sido capturada por los incas.



    - Por cierto, otra de esas incongruencias que no nos amilanan a los amantes del cine de aventuras (y del cine en general, por qué no decirlo) es el hecho de que los incas y nuestros protagonistas se entiendan perfectamente (¿en inglés?). -

    La malvada Lio Sha parece la candidata idónea para ser la invitada de honor en la Festividad del Sol…

    La dulce Naela rogará en vano a los ancianos para que le perdonen la vida…



    - Lang enfrentará dos arquetipos de mujeres que representan polos completamente opuestos aunque el personaje encarnado por Ressel Orla tiene mucha más enjundia que el de la núbil sacerdotisa. -

    Aquí Lang introduce el segundo de los flashbacks (aunque mucho más breve) a los que hacía referencia al principio de mi comentario.

    En el, el guerrero que vimos al inicio de la proyección matando al profesor Johnson, cuenta a los ancianos cómo se llevó a la villana de entre los suyos.

    Naela, como Suma Sacerdotisa del Sol, será la encargada de llevar a cabo el sacrificio.



    En otro de esos bellos ejemplos que jalonarán la filmografía de Lang observamos la perfecta simetría entre la llegada de los incas (escaleras abajo) y la salida de nuestra pareja protagonista (escaleras arriba).



    Mientras los secuaces de Lio Sha van en su búsqueda, Kay y Naela se internan en la enorme cueva que hay bajo el templo.

    Allí Kay encontrará lo que tanto ansiaba.



    La cámara del tesoro bajo el Lago de Oro.

    Pero, al igual que en las mucho más famosas (pero no necesariamente mejores) películas de Indiana Jones, la cueva tiene sus medidas cautelares para evitar los robos.



    En este caso unas lámparas sagradas que al encenderse despiden un humo un tanto peculiar…

    Y esa obsesión freudiana de Lang por las cavernas y por los lugares oscuros y profundos…



    Y es que no sólo la cámara del tesoro se encuentra bajo tierra sino que también lo está el Santuario de la Sacerdotisa del Sol.

    Extraña que alguien que venera al Sol viva bajo tierra…

    E intuimos la soledad de la joven en un mundo al que no alcanzan los rayos solares.

    En ese mundo subterráneo será donde ellos se juren amor eterno…



    Pero todas las salidas de la cueva están vigiladas.



    Sólo queda la cascada que la atraviesa y lleva al exterior.

    Entre ambos prepararán un balsa para poder huir.



    De nuevo Lang usaría las simetrías que son tan habituales en sus títulos mudos más (re)conocidos.



    - Por cierto, las escenas que transcurren en ese perdido reino incaico no se rodaron en decorados sino en exteriores, en concreto en el Zoológico de Hamburgo, fundado por Carl Hagenbeck en 1907 y por ello aportan un plus de credibilidad a la historia.

    No obstante, Fritz Lang no era un director muy proclive a rodar en exteriores y prefería, en general, rodar en la comodidad de los platós de cine, tendencia que se fue acentuando con el paso de los años. -

    Mientras la pérfida Lio Sha se debate inútilmente sus compinches encuentran por fin la entrada secreta al templo.



    Esa imagen de ambas féminas no deja de tener un carácter ciertamente fetichista…



    … algo, al parecer, acorde con la personalidad del director…

    La irrupción de los matones contratados por Lio Sha evitará la muerte de esta y pondrá espalda contra espalda (otra imagen icónica) a nuestro héroe y a su némesis.



    Kay aprovechará para poner a salvo a Naela mientras las armas de fuego dan buena cuenta de los incas y su precario armamento.



    La intrusión de Lio Sha y sus compañeros en el laberinto de cuevas provocará una auténtica masacre al prender fuego a las lámparas que jalonan el recorrido…



    … y que se traducirá en una especie fiebre del oro colectiva irrefrenable que les llevará a pelearse a muerte los unos con los otros.



    Como antes indicaba, uno de esos ingenios que podemos ver en numerosos ejemplos posteriores del cine de aventuras y que Steven Spielberg llevó al paroxismo en su serie de “Indiana Jones”.

    Mientras los hombres de Lio Sha se matan entre sí por la fiebre del oro potenciada por el humo de las lámparas, Kay y Naela escaparán de la cueva en la balsa y pondrán tierra por medio con sus perseguidores.

    Curiosamente sólo la fémina parece eludir la maldición de los dioses que aqueja a sus compañeros masculinos…



    Y esa explosión que provoca la inundación de la caverna (y la huida de la pareja), toda una precursora del famoso final de METRÓPOLIS.



    Y al igual que al principio de la historia Kay Hoog rescataba la botella con el mensaje, ahora será él (y su pareja) el que sea rescatado del mar.



    - Antes he mencionado a Jules Verne y justo es de reconocer que de todas sus novelas las que más afinidad tiene por esta película es, seguramente, la más popular de todas, “La vuelta al mundo en ochenta días” (1872), no sólo por los diversos medios de transporte que usa el protagonista sino porque, al igual que la obra verniana, consigue el amor de una princesa (que, por cierto, es hindú...). -



    Esa balsa o más bien ese enorme cesto tiene forma de huevo, cómo si hubiese sido gestado por la propia Madre Tierra.

    Los rituales y los elementos de la Naturaleza (agua, aire, fuego y tierra) son un tema esencial, al menos, en la obra muda de Fritz Lang.

    El agua puso al alcance de Kay un tesoro fabuloso. Y el agua le salvó la vida a él y su compañera.

    El aire fue esencial para poder llegar a lugares de otra forma inaccesibles.

    El fuego, como el agua, fue la vía de escape del protagonista.

    Y la tierra el lugar donde se encuentran ocultos los mayores tesoros.

    Kay volverá a San Francisco con su amada pero todavía la aventura no ha acabado para ellos.



    Una orgullosa Lio Sha visitará a Kay por un lado para recuperar el documento de su propiedad (el que hacía referencia al “barco de los brillantes”) y por otro para declararle su amor incondicional.



    - De nuevo, sería lógico suponer que también Las Arañas tuviesen (como Kay Hoog) copia del mismo y no fiarlo todo a una carta… -





    El rechazo de Kay, profundamente enamorado de la dulce Naela, hará que Lio Sha se vengue de él provocando su muerte y dejándole como macabra tarjeta de visita una araña…



    La película finalizará con el juramento de venganza que Kay haga sobre el cuerpo todavía caliente de su amada.



    Y que, intuyo, será una de las razones de ser de la segunda (y definitiva) entrega de LAS ARAÑAS.

    A pesar de que el tercer largometraje de Fritz Lang es un pequeño clásico del cine de aventuras, está todavía lejos de sus obras mayores, algo, por cierto, que también vimos en la primera obra de Sir Alfred Hitchcock.

    No obstante, bajo ese ropaje aparentemente ligero Lang nos endosa dos píldoras de amargo sabor sin darnos cuenta.

    Y es que LAS ARAÑAS, PARTE I: EL LAGO DE ORO es la historia de un doble fracaso.

    El primero, la pérdida del fabuloso tesoro de los incas.

    El segundo y más importante, la muerte de la persona amada.



    Dos de las señas de identidad del cine de Lang: el fatalismo y la venganza.

    Y es que tal vez los árboles no nos dejen ver el bosque.

    Buenas noches, y buena suerte.



    Última edición por Alcaudón; 17/02/2021 a las 01:10
    Casiusco, tomaszapa, mad dog earle y 8 usuarios han agradecido esto.

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