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Tema: Fritz Lang: revisando sus películas

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    Predeterminado Re: Fritz Lang: revisando sus películas

    REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE FRITZ LANG (1890-1976) / PARTE XVI:

    15. FRAU IM MOND (1929, LA MUJER EN LA LUNA)



    Director: Fritz Lang.

    Estudio: Fritz Lang-Film GmbH / UFA.

    Productor: Fritz Lang.

    Guion: Thea von Harbou (y Fritz Lang).

    Fotografía: Curt Courant, Oskar Fischinger, Otto Kanturek y Konstantin Irme-Tschet, en blanco y negro (1.33:1).

    Dirección artística: Emil Hasler, Otto Hunte y Karl Vollbrecht.

    Música: Willy Schmidt-Gentner (original); Javier Pérez de Azpeitia (2005).

    Reparto (por orden de aparición):

    Klaus Pohl (Georg Manfeldt, profesor de astronomía)

    Fritz Rasp (“Walt Turner”, agente enemigo)

    Willy Fritsch (Wolf Helius, empresario e ingeniero)

    Gustav von Wangenheim (Hans Windegger, ingeniero jefe)

    Gerda Maurus (Friede Velten, estudiante de astronomía)

    Gustl Gstettenbaur (Gustav, polizonte)

    Rodaje: 13 semanas / desde octubre de 1928 hasta junio de 1929.

    Metraje original: 4.356 metros / 2 h 49 m 40 s (Copia en BD editada por Divisa en 2020).

    Estreno: 15 de octubre de 1929 en el UFA-Palast am Zoo de Berlín.



    - Programa de mano del día del estreno de la película -



    SPIONE y LA MUJER EN LA LUNA bien podrían formar un díptico dentro de la filmografía langiana primero por ser ambas producciones del propio director; segundo por estar protagonizadas por los atractivos Willy Fritsch y Gerda Maurus (amén del carismático Fritz Rasp); y tercero porque ambas comparten un profundo romanticismo que hasta ahora apenas habíamos atisbado en la obra del realizador vienés, si exceptuamos el más mayestático que formaba parte del núcleo de LOS NIBELUNGOS o el demasiado naíf de METRÓPOLIS.

    LA MUJER EN LA LUNA fue además la última película muda de Lang.

    Con esta obra el director cerraría una brillante etapa que le confirmaría como uno de los cineastas más importantes (y admirados – la sombra de Lang es alargada y si no que se lo digan al maestro del suspense... -) de la época y cuyo salto al cine sonoro no pudo ser más brillante puesto que con M (1931) firmaría no sólo una de sus mejores películas sino también una de las grandes Obras Maestras de la Historia del Cine.

    LA MUJER EN LA LUNA vendría a servir de puente entre la tradición literaria – Jules Verne (1828-1905) “De la Tierra a la Luna” (1865) / “Alrededor de la Luna” (1869); H(erbert) G(eorge) Wells (1866-1946) “Los primeros hombres en la Luna” (1901) – y la más balbuciente cinematográfica en la que se incrustaría entre el pionero Georges Méliès (1861-1938) y su (delirante) VIAJE A LA LUNA (1902) y las cintas del productor George Pal (1908-1980) CON DESTINO A LA LUNA (1950) y LA CONQUISTA DEL ESPACIO (1955) y que culminaría en la obra máxima del género, 2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO (1968), de Stanley Kubrick (1928-1999).

    Y es que si la película de Fritz Lang se sirve tanto a nivel argumental como de puesta en escena de la obra de los citados Verne, Wells y Méliès, igualmente serviría de inspiración a Pal y especialmente a Kubrick en sus proyectos.

    Si Verne ideó un viaje al satélite natural de la Tierra (que como todo el mundo sabe no es más que un pedazo desgajado de la misma por el impacto de un protoplaneta hace unos 4.500 millones de años… ) en el que, pese a todo, sus tripulantes no llegaban a hollar suelo lunar, Wells corregiría semejante desliz en la quinta de sus novelas de ciencia ficción que le coronarían como el auténtico padre del género.

    Dada la pasión que tanto Thea von Harbou como su esposo sentían por la literatura de corte aventurero y/o fantástico es ciertamente improbable que las obras canónicas de dichos escritores faltaran en sus bibliotecas de cabecera.

    - Por cierto, me gustaría aclarar un malentendido acerca del libreto de la esposa de Lang.

    Aunque tanto en METRÓPOLIS como en SPIONE y LA MUJER EN LA LUNA se indica en los créditos que los guiones de las mismas están basadas en novelas previas de la autora…



    ... lo cierto es que ese dato es falso.

    Las novelas se escribieron a la vez que sus respectivos guiones y de hecho cuando vieron la luz incluían fotografías de las películas.







    - Primera edición, segunda impresión, August Scherl, Berlín, 1928 -

    Únicamente en el caso de LA TUMBA INDIA se adaptó una novela de Thea que sí había sido publicada previamente.

    He dicho. -

    Y en cuanto a Méliès, el corto VIAJE A LA LUNA no sólo es el más famoso de toda su ingente producción sino que su influencia en cineastas posteriores todavía no ha sido calibrada en su justa medida.



    Más adelante hablaré de los otros dos nombres que he mencionado, George Pal y Stanley Kubrick, aunque como decía en este caso será la obra de Lang la que les sirva de (inconfesa) fuente de inspiración.

    - Recordemos sin ir más lejos que en DR. STRANGELOVE OR: HOW I LEARNED TO STOP WORRYING AND LOVE THE BOMB (1964) [me niego a usar el estúpido título que el distribuidor nacional de turno le endosó en nuestro país] uno de los tres personajes interpretados por Peter Sellers, el citado Dr. Strangelove, era como todo el mundo sabe un trasunto del Rotwang de METRÓPOLIS. -

    Curiosamente sería Verne y no Lang quién se acercaría más a la duración real del trayecto Tierra / Luna y que conforma el núcleo de la segunda mitad de la película.

    Y es que el francés (con esa fama prospectiva de la que siempre hizo gala) indicó que el mismo duraría exactamente 97 horas (y 20 minutos) y lo cierto es que el viaje de la Apolo XI culminó en 102 horas (y 45 minutos).

    Por ello las 36 horas que dura la misión capitaneada por el intrépido Wolf Helius (Willy Fritsch) se antoja un tanto exagerada por su brevedad.

    Como acabo de mencionar la película se divide claramente en dos partes, por lo cual no hubiera sido extraño que al igual que EL DOCTOR MABUSE o LOS NIBELUNGOS se hubiese fraccionado de la misma manera y más teniendo en cuenta que la duración – al menos la de la copia que podemos ver hoy en día – se alarga hasta 169 minutos (y no 161 como indica erróneamente la contracarátula de la edición en BD de Divisa) -.

    Aunque hay tendencia a considerar a la primera parte como inferior a la segunda, en realidad es en esa primera donde se dan los mayores aciertos pues aglutina mucho de los elementos que Lang había ido forjando en sus obras anteriores.

    En dicha primera mitad Lang nos presentará a los que más tarde se convertirán en los primeros astronautas de la historia:

    - El (incomprendido) profesor Georg Manfeldt (un espléndido Klaus Pohl) y su (¿absurda?) teoría de la existencia de cantidades ingentes de oro en las montañas de la Luna.





    - Por cierto, esa conferencia en la que el anciano es abucheado (y casi linchado) por sus pares tiene lugar en 1896…





    Sólo un año después, en 1897, el astrónomo estadounidense Percival Lowell (1855-1916) publicó su famoso mapa de Marte cruzado de norte a sur y de este a oeste por canales…



    … construidos por una supuesta (y sedienta) civilización marciana…

    En un momento de la película (cuando los genios en la sombra visionan las imágenes robadas de la primera nave no tripulada que llegó a la Luna) se menciona el hecho de que en el cráter Eratóstenes parecen observarse enjambres de insectos… -



    - El inteligente y valeroso Wolf Helius - uno de esos nombres que Thea y/o Fritz extrajeron sin duda de los pulps a los que tan aficionados eran – (un Willy Fritsch que se convertiría en el mejor exponente del héroe langiano de su etapa muda) y que con su empresa aeronáutica hará realidad los sueños del profesor.



    No deja de ser curioso (aunque no tanto viendo las últimas noticias aeroespaciales) que la iniciativa del viaje, tanto aquí como en la mencionada CON DESTINO A LA LUNA (y de la que hablaré más adelante, tranquilos que no se me olvida), recae en manos privadas y no en agencias gubernamentales.

    Como sucedía igualmente, todo sea dicho, en el díptico verniano…

    El personaje de Wolf viene a ser una especie de continuación (¿no lo decía al principio?) del agente 326 de SPIONE puesto que ambos gozan de un estatus de vida ciertamente elevado (recordemos que este último tenía hasta ayudante de cámara, vamos como Rip Kirby en la tira de prensa homónima del gran Alex Raymond) y porque ambos están enamorados de la mujer equivocada (algo además acentuado porque la misma actriz interpreta los dos papeles).





    - La (hermosa y paciente) Friede Velten (Gerda Maurus, sin duda la actriz más bella (y con talento) que trabajó para el vienés, al menos en su etapa muda), estudiante de astronomía y que hará de vértice en el triángulo amoroso que forma con el anterior y con el que viene a continuación.



    Una actriz a la que Lang gusta de vestir a la manera de la que por entonces era su esposa, Thea von Harbou o sea, un tanto masculinizada, algo compensado por la extraordinaria fotogenia de la actriz y sus profundos ojos azules…



    Y recordemos que al contrario que Hitchcock Lang sí hacía realidad todas sus fantasías sexuales…

    - El (pusilánime) Hans Windegger (Gustav von Wangenheim) que nos mostrará la cara oculta (nunca mejor dicho) de su personalidad cuando la misión esté a punto de finalizar.



    El alopécico Hans se convertirá, seguramente a su pesar, en el auténtico villano de la función.

    No deja de ser curioso que sean siempre los calvos los malos de la película, a menos hasta la llegada de los Bruce Willis y Jason Statham de turno.

    - El (camaleónico, a imitación del inimitable Dr. Mabuse) “Walt Turner” (el siempre desconcertante Fritz Rasp), nombre inventado por el mismo y que es el brazo ejecutor de un grupo formado por cinco de las personalidades más ricas e inteligentes del mundo que desean controlar para su propio beneficio las reservas de oro de la Tierra.





    Entre ellas, por cierto, una mujer, un oriental (¿japonés?) y un discapacitado en silla de ruedas, al igual que (aparentemente) lo era Haghi, el antagonista del citado agente 326 en SPIONE…



    Ya lo comentaba en mi anterior reseña y vuelvo a ratificarme en esta que un título aparentemente intrascendente como es el díptico LAS ARAÑAS es uno de los más importantes de su carrera pues muchos elementos del mismo aparecen en títulos posteriores (y mucho más famosos).

    Como por ejemplo esa organización secreta a la que hacía referencia y que manejaba los hilos en la sombra y que también contaba entre sus miembros con un individuo de raza amarilla…

    Y si tanto se ha hablado de la prospectiva de Lang y de sus coetáneos (léase Wiene) presentando villanos que parecen un claro anticipo de ese frustrado pintor llamado Adolf…

    … qué decir del peinado de Walt que sí que es una nada velada alusión al modélico ciudadano austríaco…



    Y como antes decía, aunque en un principio parezca que es Walt el villano de la historia, lo cierto es que Lang le otorga una dignidad al personaje de la que carece el auténtico malo a machamartillo encarnado por el cargante Hans.

    De hecho, el director le dedicará una de las escenas más bellas de la película como es su muerte en el regazo de Friede, mientras esta le atusa dulcemente los cabellos…



    … hitlerianos…

    - El (pizpireto y) simpático Gustav (Gustl Gstettenbaur), que pasará de lector convulsivo de pulps (¿había mencionado antes la palabra?), en especial de los protagonizados por su héroe, Nick Carter (que bien podría ser un antecedente del mismísimo “Flash Gordon” del mismo dibujante al que hacía referencia unas líneas más arriba), a polizonte y sexto (y último) miembro de la expedición lunar.





    Un Gustl (nombre ciertamente difícil de pronunciar, como todos los alemanes, todo sea dicho) que ya había hecho de “ayudante” de Willy en…

    … SPIONE…

    Como veis todas las piezas van encajando en el puzzle que intento completar…

    Como decía me gusta mucho más la primera mitad en la que Lang mezcla con maestría el género de espías, del que ya era un consumado maestro (véase al respecto SPIONE) y el melodrama, todo ello con las necesarias gotas de humor (genial la escena de la visita de Wolf a la mísera buhardilla donde vive el profesor) y a lo que habría que sumar la preparación del lanzamiento de la nave espacial “Friede” (en honor de la única mujer de la expedición).



    Me gustaría detenerme un momento en este último punto puesto que es necesario que retome los nombres de Pal y de Kubrick como había prometido al inicio del comentario.

    Lang, al igual que Hitchcock (¿por qué será que siempre me sale a colación el nombre del británico cuando hablo de la obra del vienés?), gustaba del uso de maquetas (en el caso de Sir Alfred, recordemos el inicio de la magistral ALARMA EN EL EXPRESO (1938), una de sus mejores cintas) y en esta película hizo un uso excelente de las mismas, especialmente en las escenas de la preparación y de la puesta a punto del cohete.



    Para conseguir la máxima verosimilitud a la hora de la puesta en escena del despegue Lang contó con la inestimable ayuda de los técnicos de efectos especiales Oskar Fischinger y Konstantin Irmen-Tschet que en los títulos de crédito aparecen como codirectores de fotografía junto a Courant y Kanturek.

    Todo esto viene a colación porque el productor (y ocasional director) húngaro George Pal tomó como clara referencia gráfica para su primera cinta de ciencia ficción – y pistoletazo de salida de la Edad de Oro del género -, CON DESTINO A LA LUNA (1950), las espléndidas escenas que tienen lugar antes y durante el lanzamiento del cohete.





    Y es que Lang contó con la colaboración de dos de los padres fundadores de la moderna astronáutica, Hermann Oberth (1894-1984) y Willy Ley (1906-1969) - este último de forma no acreditada - quienes sirvieron de asesores antes y durante el rodaje.

    Recordemos al respecto el uso de un cohete multietapa como el que sería usado en la mismísima misión del Apolo XI que logró poner un hombre (bueno, dos) por primera vez en la Luna.



    Precisamente Ley junto con el artista Chesley Bonestell (1888-1986) publicaron en 1949 uno de los libros que más vocaciones de astrónomo y de astronauta concilió, “La conquista del espacio” (y que tuvo edición patria en 1956 de la mano de la editorial Juventud).



    Lang (o von Harbou o ambos) idearon la cuenta atrás que desde entonces se ha hecho omnipresente no sólo en las películas de ciencia ficción sino incluso en la vida real.













    Y llegamos por fin a Kubrick.

    Y es que esa minuciosidad científica que Lang aplica a los momentos del despegue Kubrick la retomaría por ejemplo en la ejemplar (valga la redundancia) secuencia del aterrizaje en nuestro satélite de la pequeña nave en la que viajaba el Dr. Floyd con destino al cráter Tycho donde se encontraba el monolito de marras.



    Lógicamente Kubrick va un paso más allá (bueno, varias zancadas más allá… del infinito) llevando al género a unos niveles de credibilidad que jamás había alcanzado en la gran pantalla.

    Pero Lang fue el que sentó las bases, no hay que olvidarlo. Nunca hasta la fecha el viaje al espacio había sido tan creíble.

    Por ello no entiendo esa preferencia por la segunda mitad de la película que aunque igualmente atractiva carece de la inventiva (y de la frescura) de la primera.



    Y es que aunque Lang intenta aplicar esa visión científica al vuelo – a pesar de esas increíbles 36 horas de duración -, incluyendo las ahora habituales (pero no entonces) escenas de la falta de gravedad, la credibilidad de la historia empieza a perder rápidamente fuelle cuando alunizan, por cierto de una forma bastante brusca, como sucedía en la simpática VIAJE A LA LUNA de Méliès.





    A pesar de que ya por entonces se sabía que la Luna carecía de atmósfera y de que la temperatura en la cara oculta – que es donde aterrizan nuestros protagonistas – es de tan sólo -190º C, Wolf y compañía campan a sus anchas como si tal cosa.



    Y no sólo eso sino que el vehemente profesor Manfeldt usará de una varilla de zahorí (¡!) para encontrar de una forma ciertamente rocambolesca el tan ansiado oro.



    Y aunque el villano Walt provoqué la muerte del anciano cuando se ofrezca voluntario para ir en su búsqueda…

    - Se me olvidó comentar que el profesor comprobó que el aire era respirable encendiendo no una sino varias cerillas en la (ausente) atmósfera lunar (¡¡!!).



    Una escena tan simpática como totalmente absurda. -

    … en realidad la misma se produce por un accidente.

    El intento de regreso de aquel a la Tierra con la información sobre los depósitos de oro que sus jefes tanto ansiaban será abortado por los expedicionarios.

    Y precisamente será entonces cuando asistamos a esa escena que mencionaba al principio de la plácida muerte de Walt en los brazos de Friede.

    En la refriega con Walt los tanques de oxígeno de la nave quedan seriamente dañados de forma que sólo tres personas y no cuatro podrán regresar a la Tierra.

    Ah, se me olvidó mencionar que pese a que en una misión (al menos en una real) todo está pesado al milímetro, la presencia de un polizonte, el joven Gustav, no parece afectar lo más mínimo al éxito de la misma.

    O el hecho de que dos de los tripulantes (Hans y Walt) porten armas de fuego abordo, olvidando los (leves) problemas de descompresión que provocarían unos simples disparos dentro de la nave.

    Es una lástima que lo que podría haber sido un final antológico, seguramente el mejor de su carrera, al menos en su etapa muda, con el sacrificio de Wolf aceptando quedarse en la Luna para así salvar a sus amigos...



    ... se vea empañado por la decisión de Friede de quedarse junto a él y de esta forma afrontar juntos su incierto destino...



    Porque parece poco probable que el cobarde de su ex-amigo y ex-novio, respectivamente, vuelve a por ellos en una misión de rescate.

    Y un gesto final que se vuelve a repetir...



    Antes de despedirme me gustaría destacar la bella partitura al piano de Javier Pérez de Azpeitia que encaja como un guante con la historia que desarrolla la película.

    Del libro de entrevistas de Peter Bogdanovich he podido averiguar que LA MUJER EN LA LUNA podría (o debería) haber sido la continuación natural de METRÓPOLIS pues al parecer la intención de Lang era haber mandado a Freder y María a las estrellas una vez han conseguido mediar entre el pueblo y su dictador.

    Sinceramente creo que es no hubiese sido la mejor opción.

    Creo que aunque tal vez no sean las mejores cintas mudas de Fritz Lang SPIONE y LA MUJER EN LA LUNA son las que más me gustan.

    Es una lástima que la perfección artística y técnica que se había conseguido en los años postreros del cine mudo se perdiera casi por completo en los primeros del sonoro, aunque afortunadamente eso no le pasó a Lang, como indicaba al principio.

    La semana que viene (espero) empezaremos a reseñar la etapa sonora del director y esta no podría haber tenido un inicio mejor.

    Feliz tarde a todos y a todas.

    P.D. Como curiosidad en los títulos de crédito de la película Lang tiene la divertida ocurrencia de incluir el nombre de la ratona (Josephine) que viaja con el profesor Manfeldt y que bien podría haber servido de base al gran escritor de cuentos norteamericano Fredric Brown (1906-1972) para una de sus historias más populares, “El ratón estelar” (1942), protagonizada por un roedor llamado “Mitkey” y cuyo dueño era el profesor Herr Oberburger…



    … que no me digáis que no se parece a Hermann Oberth…

    Adoro esas portadas de las revistas pulp...



    Última edición por Alcaudón; 07/10/2021 a las 19:55

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