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Branagh/Doyle
Kapital, mi comentario de que Shyamalan ha simplificado su estilo visual, siendo menos elaborado, no es para nada una crítica a Glass, que me pareció estupenda. Tu lo ves cómo una crítica porque piensas que estoy diciendo que está peor rodada, y yo te he explicado que no es eso lo que quiero decir. Desde The Visit para acá su planificación visual ha cambiado, y eso es un hecho. Glass está muy bien rodada y tiene sus momentos, pero no es lo mismo de antaño, ahora Shyamalan se centra y potencia otras técnicas visuales. Os dejo un extracto de la reseña de la fotografía de Split por parte de nuestro insigne dire de foto Nacho Aguilar (AKA Harmonica), para que se entienda mejor lo que quiero decir.
Shyamalan demuestra una vez más que es un director muy dotado para la puesta en escena, resolviendo además algunos momentos con maestría, como la escena del secuestro, o los levísimos zooms de acercamiento o alejamiento que usa aquí y allá a lo largo de la proyección. Pero quizá aún se perciban en él las consecuencias de sus fracasos anteriores, que pueden haberle llevado a ser algo más convencional en sus planteamientos que en las obras que le encumbraron, que precisamente destacaban por sus planos sostenidos y por la larga duración de los mismos, que hacían que sus films fueran muy personales. Esto no se aprecia, o apenas se aprecia en “Split”, que es una película muy bien filmada (atención a la expresividad de los primeros planos, captados por lentes de focal aprox. 32-35mm) pero sin tanta personalidad como la de los mejores trabajos de Shyamalan. Como siempre, eso sí, se aprecia en el director un enorme gusto por las opciones más sencillas y huir del artificio, lo cual también colabora en que los presupuestos con los que rueda puedan mantenerse controlados.
Los resultados, a pesar de la pulcritud del estilo escogido por Gioulakis (que apenas ofrece espacio a que los personajes sean sombras que se mueven por el decorado, casi siempre con una luz que les espera en sus marcas, lo que repercute negativamente en la atmósfera del film) son buenos, con la perfección técnica que se espera de este tipo de cine norteamericano y algunos movimientos de cámara muy elaborados e incluso ángulos inspirados. Quizá el tercio final, que no en vano coincide también con la mejor parte de la proyección, sea el más interesante dentro de un conjunto que si bien a nivel estético no se encuentra entre los mejores del director (Gioulakis está lejos del nivel de Eduardo Serra o Roger Deakins), cuando menos en términos globales sí supone un claro acercamiento a lo mejor de su filmografía, confirmando la mejoría de “The Visit”, lo cual es una gran noticia después de más de una década en la que muchos habíamos dado por perdido a Shyamalan como consecuencia de los malos resultados de su cine.