The Prince of Darkness... probablemente, cómo dice Lubezki, el mejor de todos los tiempos. Hay que tenerlos del tamaño de dos naranjas (sicilianas) para dejar en total penumbra a los actores, o los ojos de todo un Marlon Brando, o forzar el negativo hasta que el grano arrase el fotograma o cubrirlo todo de un añejo filtro sepia, imponiendote a ejecutivos y demás, y que te salga una cumbre infinitamente estudiada y analizada.

O para atreverte a ir más allá de tu cargo y aconsejar a directores varios cómo han de planificar visualmente una secuencia, movimientos de cámara incluidos (dicen que Allen poco menos se preocupaba del guión y dirigir a los actores y delegaba en Willis todo lo referente a la puesta en escena, que nunca, desde que dejaron de colaborar, ha vuelto a estar al mismo nivel).


Hombre de fuerte carácter y férrea visión creativa. El mejor.