Es cierto, Gran Torino no es una obra maestra ni tampoco una de las mejores películas de la historia del cine. Ni tampoco lo necesita.
A veces, no es necesario desarrollar una trama grandiosa, antológica y atemporal. A veces, basta con narrar una historia sencilla, pero cargada de sentimientos, reflexiones, relaciones y sobre todo, donde prime la evolución de los personajes.
No, Gran Torino no reinventa el género, pero logra crear unos personajes con una capa de complejidad, profundidad y personalidad, que sagas enteras del cine no consiguen alcanzar. Y esos personajes, fruto de su complejidad, evolucionan, evolucionan de una manera natural y creíble gracias a un guión que acertadamente plantea los sucesos pertinentes para ir justificando el cambio paulatino en los mismos y a un ritmo perfectamente medido. No sientes como espectador que sobren minutos, el metraje es el justo y necesario para construir a los personajes de Walt, Thao y Sue. Walt es un personaje imperfecto, como lo es cualquier ser humano, con sus prejuicios pero a la vez, con reflexiones certeras y acciones bondadosas. A fin de cuentas parte de su carácter se debe a una familia que de familia, tiene lo que yo de astronauta. El enemigo, en casa... Un enemigo que vela por sus intereses egoístas y no por su bienestar. Y de esa manera, lo que en origen es un choque cultural y un sentimiento de rechazo... Se va convirtiendo poco a poco en una relación más cercana gracias a la afabilidad que le muestran unas personas, que no le profesa ni su propia familia. Y de ahí que Walt adopte la decisión final de la cinta, una decisión que busca conseguir tanto la paz para la familia Hmong, como la suya propia...
Y que decir de Thao, que pasa de ser un chico con potencial, pero sin un referente que le ayude a encontrar un camino, un rumbo... A convertirse en todo un hombre (en el buen sentido de la palabra) gracias a Walt, estableciendo una relación que se fragua a fuego lento y es digna de enmarcar.
Sin duda, éste es el aspecto más potente y por el que destaca sobremanera la película. Y a veces, "sólo" con eso, ya es suficiente.