En primer lugar, señalar que yo amo ambas películas, que dieron grandeza extrema a Travolta: Grease y Fiebre del sábado noche. Totalmente diferentes, pero complementarias por el hecho de tener como protagonista a un actor en estado de gracia, ya con experiencia en la actuación pero conservando la frescura de un chaval.
Y es ahí donde creo que radica el origen de muchas de las bondades de Grease: sí, son actores mayores, pero extraordinariamente capacitados para reírse de sí mismos y caricaturizar o desmitificar una época y sus protagonistas.
De haber sido jovencitos, seguramente no hubieran resultado ni la mitad de graciosos ni la mitad de creíbles. Pero creíbles en el sentido de adorables.
Cuando veo Grease no persigo una historia de amor tradicional. Para eso tengo Love story o Romeo y Julieta. Quiero optimismo, ímpetu, frescura y muchas cosas más que, los que vamos cumpliendo años, sabemos valorar o al menos rememorar con mucho gusto.