Pirulo Ozores, hijo de la farándula. Oséase de don Mariano Ozores y de doña Luisa Puchol. Vale decir de cuatro décadas de teatro popular a cuyos pechos se criaron los tres vástagos: el llorado Peliche, el infatigable Mariano y Pirulo/Antonio, maestro de un arte del "no decir" que desaparece con él.
Pueden verlo de taxista en la escena del colapso circulatorio de El último caballo, de Edgar Neville, o como director de orquesta en Esa pareja feliz, de Bardem-Berlanga. Pueden repasar su modo de hacer comedia en Las dos y media y... veneno, que iba suponer el debut en la dirección de José Luis y terminó siéndolo de Mariano. O en el también debut de Jess Franco, Tenemos 18 años, donde tenía un papel considerable. Entre las casi doscientas películas que hizo seguro que hay alguna de su gusto.
Por suerte, la saga continúa, don venerando