El fantaterror español, ese género que interesa a un grupo muy especial de cinéfilos, está de luto. Me acaba de llamar Viejo Lobo para decirme que Carlos falleció ayer por culpa de un infarto. Lo conocí personalmente hace unos años, ya que, después de charlar por Internet y por mails, lo propuse como figura a homenajear en Algeciras Fantástika.

Guardo como oro en paño los regalos que me hizo, entre ellos la claqueta original de El espanto surge de la tumba, película emblemática para mí de la época dorada del género en nuestro país. Disfruté mucho viendo El retorno de Walpurgis en su compañía y la de Viejo Lobo, en una sala que aplaudió calurosamente al filme y a los artífices.

He compartido gratos momentos con él, me hizo revelaciones sorprendentes que algunas se quedarán conmigo, otras saldrán a la luz, pero siempre me dio la impresión de que Carlos soñaba con volver a rodar películas como las dos citadas, o como La venganza de la momia, de la que tengo que hablar, por cierto, para mi próximo libro coral, La marca de la momia, o Los ojos azules de la muñeca rota. Todas interpretadas por Paul. Por eso Viejo Lobo está consternado.

Es un día triste, pues cada vez que un amigo fallece se va con él muchas cosas nuestras. En mi recuerdo, no obstante, seguirá viviendo. Ahí quedarán esos dos audiocomentarios que nos curramos los tres para las ediciones americanas de El espanto surge de la tumba y Los ojos azules de la muñeca rota. Ahora guardaré nuestro trabajo como si de una reliquia se tratara. Es lo menos, en recuerdo del amigo.

Descanses en paz, Carlos.