Bueno, ya la he visto.
No quiero entrar en discusiones, ni quitarle a cada uno su parte de verdad, pero, señores, estoy con Bette Davis cuando dijo en San Sebastián "I'm an actress, not a song": admitámoslo ya de una vez: Harry Potter ES un libro, no una película. Creo que todos los intentos de aunar versiones acabará en el más rotundo de los fracasos: podremos divagar de aquí a la eternidad sobre si las películas son malas o buenas, sobre si el guión está bien hecho, si son comprensibles o si nos gusta (a mí me pareció horrible, y eso que estoy a costumbrada) el doblaje.
Pero vamos a dejar ya (por supuesto, seguiremos haciéndolo, todo el mundo está en su derecho) de comparar las películas con los libros. Ni falta ni sobra ni hay bastante. Nada que ver. El primero, el segundo, vale. Pero a partir del tercero hay una complejidad psicológica que no es que no pueda convertirse en película, no es eso lo que estoy diciendo, es que no puede convertirse en película para niños (el cine estaba lleno de padres con niños menores de cinco años: ¿esos padres son idiotas? No, es que, obviamente, no conocen los libros y sólo ven la publicidad).
Harry Potter es una gran obra (no a nivel literario, pero sí como un ejemplo de imaginación y de creación) y las películas son unos trabajos de grandes empresas para sacar dinero seguro. Y no ha lugar a más comparaciones.
Repito que con esto no estoy desautorizando a tantos como hablan sin haber leído los libros, pero lo que sí quiero que quede claro es que estamos hablando de cosas totalmente distintas, y si seguimos así, acabaremos como los bizantinos, discutiendo del sexo de los ángeles.
Cordura, señores, y cada cual a disfrutar con lo que le guste.
Un besito a todos.