El trabajo de Williams en esta saga es tan brillantísimo como facilón, no está a la altura de obras más arriesgadas como A.I. o Munich, por ejemplo, o incluso Atrápame si puedes. Pero claro, es Williams y se le perdona todo, mientras que a un debutante se le crucifica injustamente.
Es que estamos hablando de una película de aventuras mágicas, no de un drama intimista sobre la soledad del estafador o de una de terroristas y tejemanejes políticos.
Decir que el trabajo de Williams en la saga Harry Potter es facilón demuestra que poco has debido escuchar del mismo. Si a ti te parece facilón componer una melodía que sólo con escuchar dos notas ya reconoces todo el universo de Harry Potter, temas diferenciadores para cada personaje y además darle a las tres primeras películas una cohesión sonora (salvo por el estropicio de William Ross) que supera a la des-cohesión visual entre la segunda y la tercera entrega, pues tú me dirás entonces qué consideras un score "no facilón".

El Prisionero de Azkaban no tiene nada que envidiarle a Munich o a Atrápame si puedes (A.I. no la toco, que eso es una obra maestra).