Al salir del metro yo no cedo. Si me llevo a alguien por delante me la suda. Al respecto, una tarde saliendo se me avalanzó una pasa vieja; por pura ley del espacio-tiempo era imposible que pudiera pasar, que yo estaba en frente y esas cosas. Pues nada, la señora empotrándome hacia adentro y yo adelante, hasta que consigo salir y me suelta "Vaya juventud de mierda" -literal- a lo que me giro y le grito "Y vaya tercera edad de mierda". Las puertas tardan en cerrarse, así que aprovecho y remato con un "Suerte que no le quede mucho" antes de irse el tren. Al lado mía, un señor también mayorcito mirándome. Me disculpo y me voy.
En una ocasión iba yo en la línea 10 con mi pierna escayolada. Además de la putada que me supone ir por ahí con la pierna izquierda inmovilizada, el metro estaba a rebosar y suerte que ya había cogido asiento. Delante mía, tres cotorras modelo Loranca superponiéndose en su conversación -¿Estas señoras escucharán alguna vez a alguien?-.
Para el metro y sube una señora, embarazada, que o bien tenía quintillizos o estaba apunto de cagarlo ahí. Las señoras miran, y siguen hablando. Yo me levanto como puedo (presumo: me levanté fácilmente) y le cedo el asiento a la embarazada. "No hace falta de verdad, que no" pero yo soy un puto cabezón y le digo que se siente, que haga el favor o tendré que sacarle al niño a mordiscos. Se sienta, me lo agradece y en ese momento siento tres miradas inquisidoras, tres miradas procedentes de las cotorras como diciendo "Nos estás haciendo quedar mal, maldito tullido de mierda". Una de ellas se dirige a la embarazada y le dice "Que no te hemos visto, eh, perdona", la embarazada responde "Na, no pasa nada" sin ninguna acritud y otra de las cotorras suelta "Es que hay gente muy amable por aquí" y me mira con mayor odio si cabe.
Al llegar a la parada que me tocaba ví que las cotorras seguían en su sitio, así que me hice el inválido total (tras dos semanas de escayola había cogido práctica ya, pero bueno) y pasé enfrente de ellas no sin antes arrastrarles los bolsos que tenían en el suelo hasta la otra punta del vagón con la escayola. "Ay, perdonen, es que aún no se ir muy bien con ésto puesto". "Hahahaha", salí del Metro riéndome como un auténtico hijo de puta.



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