Era el año 96, cuando el mundo era joven, el metro sólo tenía 10 líneas, y yo aún me pasaba el peine por la cabeza.

Cogí el tren en plaza castilla. Había quedado con mi novia, íbamos a estar solos en su casa y la noche se prometía muy agradable.

En la misma estación, se sube un grupito de Jennys hiperhormonadas, vestidas con ropa de la talla de sus hermanas pequeñas jugando a ser sus hermanas mayores. La media era de unos 16 años.

Una de ellas coge, se me sienta encima, me abraza y me dice "¿hola guapo, me das un cigarro?"

Me llevé la mano al bolsillo de la mochila, y de su interior saqué una cajita de 12 unidades de esos adminículos que siempre viene bien tener a mano cuando has quedado con tu novia para pasar la noche sólos en su casa, y le dije: "Sírvete tu misma".

Y fíjense ustedes, no sólo no se sirvió, sino que además se fueron ellas y su recua de amigas a la otra punta del vagón.