Quiero romper una lanza a favor de esta película tan mal recibida. Es cierto que tiende más al cliché del drama familiar que al suspense y que no llega a repetir la jugada tan acertada de renovar el mito como en El hombre invisible, pero con unos recursos y personajes mínimos construye una historia adulta y efectiva, convirtiendo la maldición en una enfermedad degenerativa. El final si que resulta algo ramplón, parece que las prisas del rodaje no acompañaron a la hora de rematar la historia mejor. De todas formas, también destacar el uso de lentes Panavision, efectos de maquillaje prácticos (con homenajes a La mosca de Cronenberg) y una música envolvente de Benjamin Wallfisch.