Ahí está el quid de la cuestión. Si en España hubiera una extrema derecha con fuerza parlamentaria propia, el PP tal vez sería más parecido a la derecha europea. Lo curioso es que, la parte más rancia del partido es el que parece llevar las riendas. Y cuando dentro del partido hay alguien que difiere, lo defenestran (Piqué) o lo condenan al ostracismo (Ruiz-Gallardón)