Es de sobra conocido que Miike raramente termina ninguna de sus peliculas, dejandolas en manos de sus ayudantes de dirección cuando se cansa de ellas. Algo normal si tenemos en cuenta que tiene un ritmo de cinco peliculas por año, pero con el agravante de que cada pelicula pierde muchísima coherencia y son muy irregulares. Su estilo provocativo me parece de parvulario, aun cuando tiene aciertos.