Para mantener el hilo caliente, en este inicio de ciclo, me avanzo con el comentario del cortometraje que supuso el debut de Melville en el mundo del cine.
01. Veinticuatro horas en la vida de un payaso (24 heures de la vie d'un clown, 1946)
De regreso a París, después de participar activamente en las filas del Ejército Francés de Liberación durante la fase final de la II Guerra Mundial, Melville decide iniciar su carrera como cineasta, trasladar al celuloide su larga experiencia como espectador, plasmar en imágenes sus modelos extraídos del cine clásico hollywoodiense.
Para ello, elabora un guion sencillo, que se centra en la figura del veterano payaso Beby, amigo suyo. A través de 24 horas de la vida de Beby, Melville se propone una suerte de homenaje al mundo del teatro de variedades, del music hall, del circo, sus primeras pasiones como espectador, antes de entregarse al cine (homenaje que, inevitablemente, nos hace recordar I clowns, una de las magistrales películas pseudodocumentales de Fellini, donde también aparecía Maïss).
Dando muestra de su independencia radical, Melville reúne personalmente el dinero necesario, con ayuda de la que será su mujer, Florence Stern. Aunque sin carnet profesional (inmerso en el típico círculo vicioso: no podía obtener el carnet sin experiencia, y no podía ganar experiencia sin el carnet), y sin permiso sindical, y teniendo que recurrir a material de mala calidad, caducado, Melville se lanza a filmar, sin sonido directo, y con un reducidísimo equipo técnico
La película, oscurísima, por problemas técnicos y probablemente por gusto de Melville, se inicia con la silueta en la sombra de un personaje con sombrero (que intuimos es el propio director),
que da inicio a esas 24 horas (son las 11.40 de la noche, detalle, el de la precisión horaria, que encaja a la perfección con lo que veremos en algunos de sus polars). Melville será el narrador a lo largo de todo el corto, siendo la única voz que oímos, salvo al final cuando la pareja de payasos, Louis Maïss, el carablanca, y Beby, el augusto, representen uno de sus números cómicos. El recurso a la voz en off de un narrador se justificaba quizá porque, al no rodar con sonido director, se necesitaba un doblaje posterior, pero se dice que Beby no sabía leer (curiosamente, Beby ya había participado en un corto anteriormente, en 1934, Les affaires publiques, el debut de Robert Bresson, que, para mayor coincidencia con Melville, también rodó 13 largos y un corto).
Asistimos inicialmente a un número de la pareja de payasos:
Luego, se desmaquillan y se visten de ropa de calle. Dejan el circo (como si salieran de trabajar en la fábrica) y acompañamos a Beby hasta el modesto piso donde vive con su mujer. Cena un plato de espaguetis, siempre lo mismo desde hace 50 años, y ya en su camastro (separado del de su mujer), rodeado de recuerdos, hojea unos libros y unas fotos, para finalmente rezar una oración en compañía de su perro, Swing, con el que comparte las sábanas.
Esa preferencia por dormir con el perro antes de con la mujer, es un detalle más de un personaje que está retratado con ternura pero sin obviar una actitud claramente machista, muy de la época (a la que quizá el propio Melville no era ajeno: tendremos tiempo de hablar de la presencia a menudo problemática de las mujeres en la mayoría de sus films).
A la mañana siguiente, Beby se levanta, desayuna, se baña en un local ubicado delante de su casa, y se reúne con Maïss en una terraza de bar. Allí, como si fuera su oficina, observan a la gente a la búsqueda de inspiración para sus números cómicos (de hecho, la mezcla de un par de detalles captados en la calle da como resultado el gag que veremos más tarde).
Van al teatro, se maquillan, se visten con sus trajes “de faena” y salen a escena.
Volvemos a ver la sombra del narrador, que ahora, a les 11.50, 24 horas después, da por terminada la narración y se despide de nosotros.
Aunque Melville repudió este corto y no quería comentarlo ni incluirlo en su filmografía, me parece un gesto de cierta pretenciosidad, porque a pesar de las obvias carencias técnicas, no olvidemos que es la primera obra de un director que no había participado nunca en un film, y que además contó con medios muy reducidos, a mí me parece que tiene suficientes elementos de interés, incluso originales (ese narrador en la sombra, por ejemplo), como para no caer en el olvido. Incluso hay apuntes visuales más que interesantes, como el juego con los espejos o los claroscuros.
En todo caso, un borrador necesario para afrontar su siguiente film, un proyecto de lo más ambicioso: adaptar en parecidas condiciones de precariedad una novela convertida en símbolo de la resistencia: “Le silence de la mer”, de Vercors.




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, decir esto, que me cuesta mucho analizar una obra de este minutaje de un director que aún no he visto nada, por lo tanto, decir que el tema es -siempre- interesante, y si me viene rápidamente a la cabeza el universos Fellini, sobretodso en los clowns y en menor medida la strada. Tampoco soy muy fan de la voz en off, pero aquí entiendo que es necesaria a nivel descriptivo. Y tampoco soy fan de ver en el ordenador films que se encuentran en la sección oficial del revisionado, pero esta vez, creo, que será una vez.







). En resumen el pilar del film y una interpretación de alto nivel.








Foto de los niños jugando en su domingo de ducha. Ay ay ay si Bertolucci hubiera pillado esta escena en la época de "Soñadores".
