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Tema: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

  1. #51
    freak Avatar de Wembley_86
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    También me vino a la mente Hitchcock, y La sombra de una duda. Pero también por una entrevista en la que le preguntan por el estilo, y que dejé hace tiempo aparcada a medio traducir. En ella se extiende sobre algunas escenas de sus películas y menciona en particular el picado de Psicosis, como un recurso para enfatizar el primer plano posterior.


    HITCHCOCK: (...) Volvamos entonces a hablar más en términos de estilo, en el uso de la película y la yuxtaposición de trozos de película. Tenemos dos tipos. Podemos tener trozos de película que se monten juntos para crear una idea, o también trozos de película que se monten juntos para crear una emoción. En la escena de la ducha hubo un montaje emocional de la película, los trozos de la película se combinaron con la intención de crear una emoción.

    Igualmente en Psicosis teníamos una escena en la que el detective subía unas escaleras. Los espectadores sabían de esa manera que alguna amenaza acechaba por ahí. Un monstruo. Así que se puso a subir las escaleras y, al llegar al final, elevé la cámara muy arriba, extremadamente arriba. Para que se convirtiera en una figura muy pequeña. Y aparece la figura de la mujer, muy pequeña, abalanzándose hacia él con un cuchillo. Y el cuchillo sale, todavía desde arriba, y, cuando el cuchillo empieza a descender, corto a un primer plano del hombre. Y el cuchillo va directo hacia la cara, y a partir de ahí se cae.

    Con respecto a la razón de elevarse tanto – aquí estamos hablando de la yuxtaposición del tamaño de la imagen. Así que el primer plano cogió desprevenidos a los espectadores, tanto como al propio hombre también. Su sorpresa se expresa a través del tamaño de la imagen. Pero dicho tamaño no habría causado el énfasis deseado de no haberlo dejado preparado a través de la elevación.

    En términos musicales, la elevación de la cámara equivaldría al trémolo de los violines y de repente el viento-metal que hace ¡GRRR!, al tiempo que aparece el primer plano expresando el estupor en su cara. Yuxtaponer trozos de película para crear una emoción sería eso. Luego tenemos el otro tipo, el de los trozos de películas que crean ideas: La ventana indiscreta, una película muy cinematográfica (…)
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  2. #52
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Este es sublime

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  3. #53
    freak Avatar de Wembley_86
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Creo que había salido el tema también cuando Niágara, como otro de los recursos más característicos que se solían repetir en el cine negro como género. Pero Melville ya lo utiliza en El silencio del mar, que no es noir, así que supongo que es más indicado pensar en una peculiaridad de su puesta en escena. Y la cual, enlazando con el inciso cahierista de mad dog, determina el estilo, que por tanto define al autor, etc.

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  4. #54
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por tomaszapa Ver mensaje
    Este es sublime

    ¿Son mis ojos o lo veo un poco desteñido?
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  5. #55
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    ¿Son mis ojos o lo veo un poco desteñido?
    No. Es un blanco y negro. Pero obviamente, la peli se rodó en todo su esplendor cromático

    mad dog earle y Alex Fletcher han agradecido esto.

  6. #56
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    06. Dos hombres en Manhattan (Deux hommes dans Manhattan, 1959)



    Se atribuye a Orson Welles la frase que dice que dirigir películas es “el más maravilloso tren eléctrico que se ha inventado”, frase que encaja perfectamente con el cine de Melville, especialmente a la hora de hablar de Deux hommes dans Manhattan. Porque por encima de todo se trata de un film hecho por y para Melville: productor (se acredita a su mujer, Florence Melville, y a Alain Térouanne, y a la compañía Belfort, nombre de la ciudad de donde procedía su familia, en Alsacia), director, guionista en solitario y actor principal, además de participar sin acreditar en el montaje y el diseño artístico, y rodar los interiores en los platós de su estudio parisino de la calle Jenner.

    Melville, pues, se hizo un traje a medida para satisfacer su gusto por el cine norteamericano y por el género noir (según parece, aprovechando retales de un proyecto abortado). Así, ya desde el inicio del film, el periodista de la agencia France-Presse que encarna, el circunspecto Moreau (otro guiño literario, como el de utilizar el pseudónimo de Melville), se viste con un largo abrigo (esta vez no es gabardina) y un sombrero Stetson, lo que podríamos denominar el uniforme (o si se prefiere el disfraz) de Melville.



    Su misión será, como si de un private dick se tratase, desentrañar a lo largo de una larga noche qué le ha sucedido al jefe de la delegación francesa en la ONU, Fèvre-Berthier, ya que no se ha presentado a la sesión del día y nadie sabe cuál es su paradero.

    Con la ayuda de un fotógrafo de prensa free lance, un tipo alcohólico, mujeriego y sin escrúpulos, Pierre Delmas (Pierre Grasset), Moreau va a seguir un esquema argumental que nos recuerda al Citizen Kane wellesiano (film que admiraba, como es de suponer).



    Confirmado que no se trata de una ausencia premeditada a través de una agencia de información que dirige un tal McKimmie (el mismo nombre del financiador del golpe de Bob en Bob le flambeur, que interpretaba Howard Vernon), y con la pista que le da la secretaria del diplomático: “cherchez la femme” (momento en que Melville insiere un curioso apunte lésbico), Moreau y Delmas van a entrevistarse con las tres posibles amantes de Fèvre: una actriz del wellesiano Mercury Theatre (aunque el rótulo de la entrada indica Mercury Theater), Judith (Ginger Hall); una cantante que está grabando un disco en la Columbia Records, Virginia (Glenda Leigh), que canta “Street in Manhattan”;






    y una bailarina en un espectáculo de mala muerte en Brooklyn, Bessie (Michèle Bailly, que nos muestra los pechos con la misma naturalidad con la que Melville incluye en otros films estos detalles eróticos). Antes, también han sondeado a una call girl, Gloria (Monique Hennessy, que era la secretaria de Melville).



    De ninguna de las entrevistas sacan nada en claro. Parecen hallarse en un callejón sin salida. Pero una noticia va a llevarlos a la resolución del caso: una actriz del Mercury Theatre (que adivinamos inmediatamente que será Judith) ha intentado suicidarse. Consiguen colarse en la habitación del hospital y sonsacarle que era la amante de Fèvre y que se encontró al diplomático muerto en el sofá de su casa, probablemente a causa de un ataque al corazón.



    Hacia allí van nuestros “investigadores periodísticos”, donde encuentran el fiambre. Delmas no pierde el tiempo y coloca al hombre en la cama de Judith para añadir un detalle más turbio aún a la muerte del diplomático, lo que hará subir el precio de las fotos. Pero Moreau avisa al director de France-Presse que, cuando llega al apartamento, se niega en redondo a cualquier utilización de las fotos del cadáver, invocando el recuerdo de la participación de Fèvre en la guerra. Con todo, en lugar de avisar a la policía, deciden dejar el cuerpo en el coche de Fèvre, como si el infarto le hubiera sorprendido al volante.



    Moreau y Delmas asumen motu proprio ir a informar a la viuda, a ver si consiguen de paso alguna exclusiva. Pero quien los atiende es la hija de Fèvre, Anne (Christiane Eudes).



    Descubrimos que era ella la misteriosa conductora de un automóvil que les ha estado siguiendo durante toda la noche (momentos en los que Melville introduce una estridencia musical un tanto molesta y reiterativa, un efecto de lo más pueril).

    Delmas después de fotografiar a Fèvre al volante les da esquinazo. Moreau y Anne inician un nuevo periplo por Manhattan, esta vez para intentar encontrar a Delmas. Finalmente, Moreau lo localiza en un bar, donde parece estar celebrando su éxito. Delmas le dice a Moreau que ha vendido las fotos, por lo que este le arrea un puñetazo.



    Pero en realidad no lo ha hecho. Parece que el cínico e inmoral Delmas tiene todavía un rinconcillo de ética profesional (o de conciencia), así que le vemos lanzar los carretes a una alcantarilla (su lugar más apropiado, parece decirnos Melville) y alejarse con los rascacielos de Manhattan de fondo. Final que invita a considerar la película en cierto modo un apólogo moral, aunque por el camino se ha puesto en solfa el mundo de la prensa y en cierto modo de la diplomacia.

    La película alterna la brillantez de la noche neoyorquina (neones, marquesinas de cines y teatros, bares, restaurantes, clubs, el tráfico constante),





    a ritmo de jazz y con fotografía del veterano Nicolas Hayer, como si se tratase de la contraimagen de la noche de Montmatre y Pigalle del film anterior, con unas sobrias secuencias en interiores (rodadas en estudio), casi abstractas, con unas decoraciones minimalistas, con detalles un tanto chapuceros (los rótulos tienen todos el mismo estilo, como si estuvieran hechos en serie; o el fondo estático de Manhattan sobre el que dialogan Moreau y Delmas).



    El film oscila así entre la belleza fotográfica del Manhattan nocturno (la noche siempre juega un papel especial en el cine de Melville) y la indigencia, típica de la serie B, del resto, impresión esta que se refuerza con las discretas interpretaciones (salvo en mi opinión la de Grasset, que me parece magnífica). Tampoco ayuda unas voces que suenan un tanto enlatadas, no sé si añadidas en la postproducción. En todo caso, sí funciona la mezcla lingüística de francés e inglés.

    En definitiva, tal como dije al inicio, Melville se fabricó “su” película americana. Supongo que disfrutaría haciéndolo, pero la taquilla discrepó, siendo un fracaso comercial (luego, el propio Melville renegó del film aunque no con la acritud con que lo hizo de Quand tu liras cette lettre). Quizá por ello en la siguiente entrega, Léon Morin, prêtre, volverá a las adaptaciones literarias, más seguras, y recurrirá a una figura ascendente, Jean-Paul Belmondo, junto a una actriz de prestigio, Emmanuelle Riva, todavía reciente su participación en Hiroshima, mon amour.

    Acabo con una referencia al extra incluido en la edición en DVD de Versus. Se trata de un magnífico documental sobre Melville, Jean-Pierre Melville (Portrait en 9 poses) (1971), capítulo de la serie Cinéastes de notre temps, dirigido por André S. Labarthe. Incluye un buen número de interesantes declaraciones de Melville, en su casa o en su despacho, así como un recorrido por los Studios Jenner, en aquel momento en un estado ruinoso a consecuencia de un incendio. Muy recomendable.

  7. #57
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas



    Leyendo el review de Mad, esta vez, al igual que en el post de Medem, estamos al 100% de acuerdo con la valoración y visión del film, con mayor o menor entusiasmo, pero al final se llega a la misma conclusión, incluso con el vinagre, que en mi cabeza tenía ya esquematizado los dos puntos que iban a abanderar la sección, y zas Mad ya me los quitó, y tampoco se puede rascar mucho más buscando la vinagrera. Por cierto vista hace un par de horas y directamente a comentarla si pasar por Word, voy a la mesa con el ordenador, y veo en ella una unos 20 cds que no son míos, ya está mi suegra se los ha encontrado, como ya he dicho alguna vez, aquí, en Basilea, se respeta mucho el arte, ya sea a nivel universitario (hay excelentes escuelas y universidades de arte, sobretodo en el ámbito musical) como a nivel doméstico, raro es que una o dos veces por mes, encuentra una cajita con la palabra mágica gratis con DVD, CDS, libros e incluso BD. Sería una manera de la mal dicha piratería? ya que se trataría de compartir archivos y en mi caso material físico sin ánimo de lucro, sólo disfrutar del regalo ofrecido. Claro en cuanto a pelis y libros son muy específico, pero en música no tanto, siendo el Jazz y la música clásica los géneros preferidos a regalar o dejar en la calle. Y en este caso ha sido lo mismo, elijo para este momento pre escritura una tal, Sebastiao Tapajós & Friends, siendo una mezcla de Jazz y samba, unos sonidos muy agredecidos y relajantes, no como el bueno de Melville con ese momento orquestral casi punk que sirve más para quien se haya ido a fase REM, que no ha sido mi caso (ver pelis a primera hora de la mañana es el mejor momento sin duda, con una pausa en el minuto 45 para elaborar el "pa en tomàquet" de manual mañanero). Parece ser que estoy divagando como de costumbre......pues eso, viva la cultura compartida!!!!!



    No voy a negar que el ciclo me está entusiasmando, quizá no se han visto obras maestras de momento, y quizá sea por el desconocimiento total previo del director y de ese subgénero polar, concepto que descubrí aquí, aunque prefiero el término italiano para denominar subgéneros: poliziesco, giallo.....son los reyes. Ya se por ver calidad cinematográfica desde su inicio, claro con películas que gustan más y otras que menos, pero siempre con calidad, aquí no me vale el odioso y universal ajusticiamiento de "es una mierda" cuando es simplemente que no ha gustado por X razones. Sería en casi todo el cine de Tío Jess válida está afirmación universal, bueno también quizá con H.G.Lewis, ciclo underground que estoy haciendo en otro sitio y que sinceramente, estamos en la recta final, me está dejando KO con el visionado ayer por la noche de Just for the Hell of it. Tampoco negaré que el hecho de ser cine europeo me da más gusanillo aún, ya que se que no se moverán por los cánones habituales, en este caso del cine negro USA, salvo la voz en off, adoro esa anarquía estructural francesa!!!! el no esperar y no vaticinar el siguiente golpe, me encanta!!!!, quizá el film a comentar no es mayor ejemplo de ello, si que lo sería su ópera prima, pero hay cosillas de ello, por ejemplo incluir erotismo explícito (o sea nudies, sin llegar al rabo suelto del también europeo Verhoeven, otras épocas sí, pero el holandés hace lo que sale de ahí). Y si amigo Mad, esta vez no me he enamorado tan fuertemente como en el film de Bob el jugador, ya que en el film a comentar, hay un desfile de modelos de corta duración, que me gustan todas (no su interpretación, volvemos a estar de acuerdo), simplemente que lucen a cámara, será mérito de Melville digo yo?, pero ha sido el momento con la antipática morenaza Bessie (Michelle Baily, me apunto su Marte, dio della guerra en la lista freak), y su acalurada postactuación, ha sido un enamoramiento de corto alcance, pero ha sido también



    Pues eso en cuanto a los actores/actrices. Los dos principales, estoy con Mad me quedo con el padre de Mattheu Kassovitz, "a los hechos me repito":



    Y Melville pues claro, mejor en la dirección, y en su transcurso general del film, ese aspecto de que ni sufre ni padece, por no decir inexpresivo, hoy estoy de buenas, liga bien con el film, quizá no tanto en el momento del clímax final, ahí los no matices en su interpretación le hacen saltar un par de costuras, pero bueno, es el dire, el jefe y quería interpretar, pues déjenlo, lo prefiero a Carmelo Gomez. Ya empalmo con el vinagre ya dicho por Mad, el de ese momento muy molesto de ruido orquestal de muy corta dirección, para subrayar que hay alguien observándoles, momento más típico de una teleserie al estilo Batman con esos trajes superados en los carnavales low cost actuales, para la mar divertida.

    En resumen, que tengo que ir a redactar algo, no se muy bien que, de la basura vista ayer del H.G.Lewis. Un film que llena mis expectativas sin ser grandilocuente, seguimos con la regularidad Melvilleliana en cuanto a calidad, con estos films de duración estandard pero que pasan volando, si con unas interpretaciones regulares por parte de algunas de las chicas y una muy convincente de Pierre Grasset (que poco se prodigó, no sería un cantante fucker francés que se pasó al cine para demostrarse a si mismo lo multitasking que era?, hablando de fuckers franceses, en uno de la pila de CDS encontrados, hay un doble CD de Serge Gainsbourg, siendo del grupo más peligroso de fuckers, el fucker susurrador, porque canta susurrando no? como Najwa Nimri en los films de Medem (otra vez Medem!!!!), que no habla, sino que susurra, necesitando de subtítulos. Está bien me voy.


  8. #58
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alex Fletcher Ver mensaje
    En resumen, que tengo que ir a redactar algo, no se muy bien que, de la basura vista ayer del H.G.Lewis.
    38 referencias en imdb... Mi tolerancia al cine basura es mínima. El ciclo a este Lewis se podría titular: "Only for your eyes".
    tomaszapa y Alex Fletcher han agradecido esto.

  9. #59
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Eso se llama fijación. Por cierto y al hilo del tema letra de Shakira. A quién se refería con el título Fijación oral 1 . Eso fue antes de conocer a Piqué.🎈🎉😀
    mad dog earle y Alex Fletcher han agradecido esto.

  10. #60
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alex Fletcher Ver mensaje
    Pues eso en cuanto a los actores/actrices. Los dos principales, estoy con Mad me quedo con el padre de Mattheu Kassovitz, "a los hechos me repito":

    ¿Y qué me decís del parecido entre Christiane Eudes y Juliette Binoche?


    tomaszapa y Alex Fletcher han agradecido esto.

  11. #61
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por tomaszapa Ver mensaje
    Eso se llama fijación. Por cierto y al hilo del tema letra de Shakira. A quién se refería con el título Fijación oral 1 . Eso fue antes de conocer a Piqué.
    ¡Oh, no, lo de Shakira/Piqué también en mundodvd! Un poquito de por favor, que me encuentro la cancioncilla de marras hasta en la sopa.
    tomaszapa y Alex Fletcher han agradecido esto.

  12. #62
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    ¿Y qué me decís del parecido entre Christiane Eudes y Juliette Binoche?


    Ahhh si, me olvidé, otro enamoramiento instantaneo
    tomaszapa y mad dog earle han agradecido esto.

  13. #63
    gurú Avatar de Alex Fletcher
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    ¡Oh, no, lo de Shakira/Piqué también en mundodvd! Un poquito de por favor, que me encuentro la cancioncilla de marras hasta en la sopa.
    Si no hacen una versión en alemán no creo que la escuche.
    tomaszapa y mad dog earle han agradecido esto.

  14. #64
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alex Fletcher Ver mensaje
    Si no hacen una versión en alemán no creo que la escuche.
    Al tiempo...
    tomaszapa y Alex Fletcher han agradecido esto.

  15. #65
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    ¡Oh, no, lo de Shakira/Piqué también en mundodvd! Un poquito de por favor, que me encuentro la cancioncilla de marras hasta en la sopa.
    No. Lo que hablo es de Shakira sola. Bueno, hablando de alguien, porque en el 2005 faltaban 5 años aún para conocer a Piqué. Y si, la palabra mundo también aparece en este foro.
    mad dog earle ha agradecido esto.

  16. #66
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alex Fletcher Ver mensaje
    Si no hacen una versión en alemán no creo que la escuche.
    Esa la van a hacer en colaboración, Xavi y Rosalía.
    mad dog earle y Alex Fletcher han agradecido esto.

  17. #67
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    07. Léon Morin, sacerdote (Léon Morin, prêtre, 1961)



    Con Léon Morin, prêtre se podría decir que Melville entra en el redil de la industria francesa, abandonando su radical independencia. Se trata, como ya avancé, de la adaptación de una prestigiosa novela de Béatrix Beck, ganadora del premio Goncourt en 1952, rodada mediante una coproducción franco-italiana, con Carlo Ponti y Georges de Beauregard como productores, y dos estrellas del momento: Jean-Paul Belmondo, convertido en mito con À bout de souflle, y Emmanuelle Riva, deslumbrante en Hiroshima, mon amour. Con estos mimbres (es decir, con un presupuesto muy superior a los que había manejado hasta la fecha), el film fue bendecido con un gran éxito de crítica y público y un gran premio de la Mostra de Venecia 1961 (no he sido capaz de confirmar qué gran premio fue, puesto que ese año el León de Oro fue para L'année dernière à Marienbad, de Resnais; en algunas fuentes veo que se habla de un “premio de la Ciudad de Venecia”, a ver si lee esto el amigo tomaszapa y nos lo puede aclarar).

    Algunos comentaristas ven en la película el certificado de ruptura de Melville con la Nouvelle Vague. De hecho, recibió duras críticas de algunos de los cahieristas por haberse librado a las formas del denostado cine académico francés. Supuso el distanciamiento con respecto a Godard, con el que había mantenido una amigable relación hasta entonces. Si esa era la intención de Melville, deshacerse de unos jóvenes directores que, en los mejores momentos de su relación, lo tomaron por padre adoptivo, se le habrá de conceder que lo hice “por todo lo alto”, sirviéndose del godardiano Belmondo como actor principal y recurriendo a Beauregard, productor de buena parte de los primeros films de Godard.

    Al margen de polémicas gremiales, la película supone un cambio substancial (no tengo claro que para bien, aunque es innegable la mejora técnica) respecto a sus films anteriores. Todo aquí está más pulido, encaja mejor, tiene menos imperfecciones, aunque en mi opinión está lejos de ser un film logrado. Veo en él tres tipos distintos de líneas argumentales que en mi opinión no casan del todo.

    La conversión: una joven viuda, Barny (Riva), atea y de tendencias comunistas, pretende burlarse de un joven sacerdote de una parroquia, Léon (Belmondo), al que, de entrada, provocativamente, le suelta en el confesionario aquello tan marxiano de “la religión es el opio del pueblo”.



    Pero Léon no se inmuta y, poco a poco, consigue que Barny muestre cada vez más interés en las lecturas que le proporciona (por ejemplo, un libro de Karl Adams, teólogo católico alemán) y en las charlas vespertinas que comparten en los atardeceres de los grises días de la guerra, hasta el punto de que Barny se convertirá al catolicismo (si lo hace sinceramente o es solo una excusa para estrechar el contacto con Léon, queda a la elección del espectador).



    Ese camino está empedrado con una larga serie de conversaciones entre ambos, hay mucho diálogo, demasiado, probablemente extraído directamente de la novela. El debate sobre la fe, la existencia de dios, la gracia, el pecado… me resulta bastante ajeno, me siento bastante impermeable a él, y Melville (o Beck) no consigue interesarme. Paradójicamente, el propio Melville se confesaba ajeno al tema: “No soy creyente, para nada. No comprendo cómo se puede creer en Dios en mayor medida que en Papa Noel […] es una cuestión [la existencia de dios] que no me interesa y que me desfasa por completo” [declaración extraída del libro de Carlos Aguilar].

    La atracción: lo que sí me parece interesante es el enamoramiento, o más bien la fascinación, que el sacerdote provoca en la joven viuda, sin duda deseosa de un hombre en una población en la que casi han desaparecido (en la guerra, prisioneros de los alemanes o en la resistencia). Hay una pulsión erótica creciente en las reuniones de la pareja, tanto por parte de ella como de él, algo que se nota en pequeños detalles, en ciertos contactos físicos,



    como cuando la manga de Léon roza la cara de Barny en la iglesia, o cuando ella quiere cogerle la mano en la mesa de su casa y él salta como activado por un resorte, o la secuencia del corte de leña con el hacha, cuando Barny le pregunta si se casaría con ella si fuera un sacerdote protestante,



    y, por supuesto, en la secuencia del sueño, cuando Barny da cuerpo a sus deseos besando a Léon.



    La película se beneficia de las interpretaciones, excelentes, de Belmondo (aunque no es un actor muy de mi gusto, aquí creo que está muy bien y que fue una elección perfecta) y una superlativa Riva.

    La ocupación: probablemente es la parte que más me atrae, y que, desgraciadamente, queda relegada a pinceladas. Quizá cambiaría la cosa si se pudiera ver el primer montaje que hizo Melville, del que acabó cortando alrededor de una hora. Con todo, aunque sea de forma minimalista, sin forzar la narración, hay multitud de detalles que nos ambientan. Por ejemplo, la manera como la ocupación se va ensombreciendo cuando se pasa de la presencia de las tropas italianas, con sus sombreros con plumas, que parecen sacados de un desfile carnavalesco, a los marciales soldados alemanes, que se deshacen de los “emplumados” por la fuerza (algo que Melville deja fuera de campo).



    A pesar de que la presencia alemana se torna ominosa, hay detalles que les confieren un cierto grado de humanidad, algo que nos hacen pensar en el Von Ebrennac de Le silence de la mer (quizá como un guiño al espectador, Melville vuelve a recurrir a Howard Vernon en una breve aparición). Tenemos pintadas contra los judíos; controles en las carreteras; el hermano de Sabine, una de las compañeras de trabajo de Barny (de la cual dice a Léon que está enamorada), comenta que su hermano ha sido detenido por la Gestapo; las deportaciones; un hotel en ruinas;



    problemas de racionamiento (esa pera que Léon le ofrece a Barny); preocupación por las represalias, lo que conlleva a que se bauticen a muchos niños, hijos de judíos o de padres comunistas; y sobre todo la soledad de muchas mujeres que han perdido a sus parejas. Como contraste, eludiendo el maniqueísmo habitual, el momento más angustiante es cuando un soldado norteamericano, un “liberador”, insiste en llevar una bolsa hasta la casa de Barny con las claras intenciones de cobrárselo “en especias”. Es curioso que sea un soldado aliado el personaje más siniestro que aparece en todo el film.

    En conjunto, un film desigual, con grandes momentos, aunque un tanto espeso en su desarrollo. Me quedo con la secuencia final, la despedida en el piso semivacío de León, con el ruido del viento de fondo, cuando el sacerdote la emplaza a reencontrarse “en el otro mundo”, una bella forma de simbolizar un amor imposible. Finalmente, hay que destacar la fotografía, una vez más de Henri Decaë, y como apunte cinéfilo la presencia de Volker Schlöndorff como ayudante de dirección.

    Por suerte, en la siguiente entrega, Le doulos (film que no he visto nunca), Melville vuelve al género policiaco, nuevamente con Belmondo, género que ya no abandonará salvo para regresar a la Francia ocupada en L’armée des ombres.

  18. #68
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas



    Volvemos al tema de la ocupación, aunque en este toca muchas más cosas que en su ópera prima, pero las va dejando en perlitas, casi de manera secundaria y a veces transversal, ya que por segmentos del film no hay un equilibrio entre la temática principal que es exclusivamente entre los dos protagonistas y la ocupación nazi. Dicho eso, no es latigazo el film, ya que pienso que funciona, pero si que a veces está en los límites del tostón existencial y religioso con las charletas de ambos sobre cultura, si ya se, cultura religiosa, pero en esa época aún no estaba la canción de Shakira a Piqué . Creo que no llegamos a niveles de tostón existencialista Goodardianos, que es lo que me temía en el visionado del film, pero a veces no mucho le falta en algunos segmentos como ya he dicho.

    En otro nivel está Emmanuelle Riva, que yo la recuerdo por el Amour de Haneke más que por Hiroshima mon Amour, que la vi de jovencito, y la recuerdo, esta sí de lleno, en el tostón filosoexistencial del mundo de Goodard (No he visto mucho de su cine, pero algunas voz en off de las suyas te dejan KO). Pues eso, está sensacional, sin mediar palabras, su rostro expresa tanto, me ha dejado con la boca abierta sin enamoramiento corporal, sencillamente con su presencia física, lenguaje no verbal, y claro está, también el verbal. La voz en off es la suya?, parece que si, pero es una pregunta que me he hecho post partido, pero el proceso de volver a poner el BD y comprobarlo, no va conmigo. Y de Belmondo, en conversaciones con Mad, no recuerdo si en trayecto hacia alguna tienda de vicio (no Tomás, ningún Sex Shop) o mientras desayunábamos el oficioso bocata de fuet "amb pa am tomàquet", ya le dije que tampoco soy muy Belmondista, sobretodo en su última etapa o films más payasetes, aquí está bien y claro en al final de la escapada también, pero pienso que alguien con el pelo corto en ese film, acapara mucho más; pero tengo el san Benito con él de payasito, candidato ideal para algún payaso de los films de Fellini por ejemplo. Y siguiendo con los actores, yo quería un poquito más de Howard Vernon, que sigue con el papel de nazi buenazo, pero aquí lo representa en 30 segundos. El resto de elenco me ha gustado también, pero sobretodo la jefa de secretarias, que aprovecho un 2x1, y decir que sus escenas con Riva en la parte inicial del film, cuando Melville de la nada, crea unas escenas de tensión sexual unilaterales (ya que no sabemos muy bien lo que piensa el personaje Nicole Mirel de esto pero si el de Riva) muy conseguidas.




    El tema de la conversión, pues bueno, por si calentura constante en que vive el personaje de Riva, que pasa de pescado a carne sin problema alguno, yo me decantaría que dicha conversión es una estrategia clásica de ligoteo de primero de Fucker. Si fuera una conversión real, me parece muy débil y con poco subrayado para describir ese momento, recuerdo que es una escena donde ella sube al trastero (las golfas), recogiendo no se que, bloques de pared parecen, los baja, vuelve a subir, y de repente se queda parada, se siente y reflexiona, y zas, convertida, ha sido más rápido que la conversión a zombi en cualquier film de ellos, así que ello, sería una vinagre en Stand By



    Y, me he despistado, o es la segunda peli que no hay ningún plano cenital, si que recuerdo en esta un algún picado agresivo rozando el cenital, pero el Made in Melville no lo recuerdo.

    Iré acabando que tengo trabajo, visionado del film de Aki y después a trabajar. Me ha parecido un notable film, sostenido magníficamente por Emmanuelle Riva, con una carga sexual no explícita y sensual muy destacable, con un trato a la temática, también para mi siempre interesante, de la ocupación nazi en Francia de manera diferente a lo habitual, sorprendentemente me sorprende el buen rollismo en que Melville trata a los nazis, recordemos su ópera prima, y aquí en el film la corta intervención de Vernon, y por cuando ella pasa las vías del tren y el soldado cabreado le llama la atención, claro otro director, por ejemplo uno de USA, seguro que mete una pelea a cara de perro entre ellos, Melville, opta por el buen rollismo nazi, que a parte de las blasfemias, el soldado le deja pasar, y en todo momento el rostro de Riva, no hay ningún temor hacia su vida, leo en su rostro cosas como "no me toques más huevos", "si al final voy a pasar", con esa leve sonrisa delatora y esos movimientos chaplinescos cuando se aleja del soldado. Creo que lo comentamos en el primer film, ahora este segundo para mi lo fortalece, dicha amabalidad hacia sus invasores, sabiendo claro, que es un director francés, o era extremadamente neutral, o se la soplaba mucho el tema.


  19. #69
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por Alex Fletcher Ver mensaje
    Creo que lo comentamos en el primer film, ahora este segundo para mi lo fortalece, dicha amabalidad hacia sus invasores, sabiendo claro, que es un director francés, o era extremadamente neutral, o se la soplaba mucho el tema.
    ¿Neutral? Para nada. Lucho con la resistencia y luego se enroló en las filas del ejército de De Gaulle y participó en la campaña de Italia. Además recordemos que Melville era de familia judía, o sea que sabía muy bien lo que estuvo en juego. Lo que pasa es que, afortunadamente, no cae en el maniqueísmo.
    Por cierto, sobre lo de la ocupación "nazi", a mí me parece más preciso hablar de la ocupación alemana. Recordemos el personaje de Von Ebrennac (aquí hay un recuerdo con la breve aparición de Vernon): ¿era un nazi? No lo parece, pero lo que sí era es un oficial del ejército alemán convencido de la bondad de la ocupación y de la fusión (forzada) de franceses y alemanes. Y lo dice un compositor, no un militar profesional ni una bestia con camisa parda.

  20. #70
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cita Iniciado por mad dog earle Ver mensaje
    ¿Neutral? Para nada. Lucho con la resistencia y luego se enroló en las filas del ejército de De Gaulle y participó en la campaña de Italia. Además recordemos que Melville era de familia judía, o sea que sabía muy bien lo que estuvo en juego. Lo que pasa es que, afortunadamente, no cae en el maniqueísmo.
    Por cierto, sobre lo de la ocupación "nazi", a mí me parece más preciso hablar de la ocupación alemana. Recordemos el personaje de Von Ebrennac (aquí hay un recuerdo con la breve aparición de Vernon): ¿era un nazi? No lo parece, pero lo que sí era es un oficial del ejército alemán convencido de la bondad de la ocupación y de la fusión (forzada) de franceses y alemanes. Y lo dice un compositor, no un militar profesional ni una bestia con camisa parda.
    Yo no lo decía para avinagrar, sino todo lo contrario, me parece de admirar que habiendo sido tan activo en la resistencia, no se cebe en algún momento, aunque sea puntual y de manera sutil, con algún soldado alemán. Es más, como bien has indicado, salen peor parados los soldados aliados que los propios alemanes, (ya los italianos, quedan más como payasetes que como soldados, iban a luchar con esas pintas???) con esa escena de casi violación, sin duda, uno de los momentos más tensos de film. Ha sido muy curioso lo que se me ha pasado por la cabeza segundos previos a la escena, y donde Melville me ha dado una hostia a mano abierta en toda la cara, ya que mientras los dos soldados con madre e hija caminaban para la casa, pensé en lo maniqueo que son y han sido los cineastas en general, ya que al enemigo no ha habido ningún problema en tacharlo de violadores, pero a los que representan a los "buenos", no tienen instintos sexuales como "los malos", no tienen ganas? dichas ganas sumado a su rudeza no les hará cometer ninguna violación para aliviar tensiones? quizá, "los buenos" se masturbaban en masa antes de las misiones?, ya que al ser "los buenos" no se les podía pasar por la cabeza eso. Segundos después Melville me ha dado dicha bofetada, bien merecida.

    Así a bote pronto no recuerdo un film bélico donde "los buenos" sean malotes. El de Brian de Palma, que no recuerdo el título, con M.J.Fox y Sean Penn, no recuerdo si éste es malote por temas sexuales o crímenes de guerra, o ambos. Pero en general la tendencia es esa, "los buenos" no violan.

  21. #71
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Cuando es sabido que la violación, desde tiempos inmemoriales, siempre ha sido un arma utilizada en la guerra. Aquí, no la violación, pero sí se insinúa el castigo que recibían las mujeres franceses que se entendían con los soldados alemanes (tema central en Hiroshima, mon amour). Así, se señala en los extras de mi copia en DVD una chica con el pelo muy corto en las primeras filas de la iglesia, un detalle que a mí se me había escapado. También el personaje de la joven "casquivana", con numerosos amantes alemanes, que intenta beneficiarse al cura. La película está llena de pequeños detalles que dan muchas pistas sobre el ambiente de la época, probablemente ya presentes en la novela de Beck.
    Sobre lo de la violación de los" buenos", a bote pronto, recuerdo el film de Kazan que comentamos en su día, The Visitors, aunque sea una violación en off, pero que gravita sobre todo el film.
    Última edición por mad dog earle; 20/01/2023 a las 09:20

  22. #72
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Es un melón muy jugoso el que abre Alex. Por supuesto que los "buenos" también tienen instintos animales como el deseo y otros más. Pero de pensarlo y tenerlo claro, a plasmarlo en el cine en imágenes y más en esos tiempos...No me quiero ni imaginar las consecuencias.
    Y si algo de libertad para hacerlo hubo en los 70 sobre todo, hoy es literalmente IMPOSIBLE mostrar muchas cosas en pantalla. La piel se ha vuelto más sensible o sensiblera, según se vea.

  23. #73
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas




    Confieso sin rubor que lo he pasado bastante bien viendo esta película, de la que no tenía ningún conocimiento ni referencia anterior. El hecho no partir de una base literaria previa, de importancia histórica o artística, sino de un argumento original melodramático y un tanto delirante (una monja obligada por las circunstancias a colgar los hábitos se ve tentada por el amor del prometido de su hermana, mecánico, boxeador y “gigolò”) parece liberar a Melville del cierto encorsetamiento de sus dos primeras películas, y por vez primera nos encontramos varios de sus motivos y ambientes característicos, en particular una farándula un tanto sórdida y una pequeña hampa en la que seres marginales tejen estratagemas que no siempre salen bien.


    La película dista de ser perfecta. El guionista Jacques Deval, que también interpreta un personaje, pone en movimiento demasiadas tramas que a menudo quedan en el aire al antojo de lo que se quiere en cada momento (pienso por ejemplo en los problemas mentales del marido de la mujer rica a quien seduce Max, o en el accidente sufrido por el mismo personaje como resultado del conflicto con el botones, todo lo cual de repente ya no interesa pese a haberse establecido y narrado con cierta minuciosidad), y el supuesto meollo de la cuestión, el conflicto entre amor, deber, hedonismo y redención entre la ex monja y el golferas, llega bastante tarde en el metraje, y se le presta relativamente poca atención para ser la trama principal. En ese sentido la peli es muy serie B, le importa más mantener la atención con un incidente tras otro que presentar un estudio sólido y desarrollado de personajes y situaciones. Lo que pasa es que, en mi opinión, en esto hace un buen trabajo, pues no me aburro ni un instante.


    Otro problema, que es un poco endémico, por lo que veo, a toda esta primera etapa del señor Grumbach, es que algunos de los actores no están muy a la altura de lo que deberían ser. Poco problema con Juliette Gréco más allá de poner como monja a la que sería toda una musa de los ambientes bohemios de la época, pero Philippe Lemaire, al margen de su físico más o menos atlético, me parece, por sus repertorios gestuales, más adecuado para papeles cómicos a lo Fernandel que para una especie de macho castigador, más violador que seductor, del que encima se espera que más adelante sepa hacer creer que alberga remordimientos y deseos de redención junto a la protagonista. Obviamente, como alguien me dijo una vez a propósito del “Barry Lyndon” de Ryan O’Neal, el mejor timador es el que a simple vista parece tonto o alelado, pero aquí en pantalla la verosimilitud se resiente: Lemaire necesitaría un “plus” de presencia, expresividad o intensidad para que podamos aceptar mejor que se sale con la suya siempre, sin el menor problema. Por ejemplo, a la chica que ensaya el número de baile desnuda con el globo la viola nada más conocerla, y no pasa absolutamente nada.


    De hecho, me llama la atención ese canallismo del mundo en que se desenvuelve Max, y esa moral tradicional, muy del cine de los años 40, en el que se desenvuelven las dos hermanas, y en el que son válidas máximas como la de obligar al matrimonio a una pareja que ha mantenido relaciones para evitar un escándalo. Ese extraño equilibrio entre dos mundos, esa transición entre lo que los cahieristas llamaban “le cinéma de papa” de los Christian-Jaque, Allégret, Duvivier, Delannoy y demás cineastas infravalorados, lleno de graves melodramas en torno a valores tradicionales aún algo decimonónicos, y la ruptura de tabúes sociales, sexuales y morales que trajeron consigo las convulsiones de la II Guerra Mundial y que los cineastas de la nouvelle vague captaron con una antena eficaz y oportunista, es lo que para mí supone gran parte del interés de esta película.


    También vemos por primera vez, como ya apunté antes, los primeros elementos argumentales de cine negro en Melville: la complicidad entre Max y el botones Biquet, que recoge para él información sobre la bella mujer rica de la que desea convertirse en chófer y amante, así como la trama entre los mismos dos personajes, y que ocurre un tanto fuera de campo, para chantajear a la mujer, apoderarse de sus joyas y venderlas, y el intento por deshacerse de este embarazoso cómplice saboteando el coche y que tendrá consecuencias inesperadas. La idea de que Max y el botones tenían la intención de establecerse juntos en Tánger con los beneficios del plan podría encuadrarse dentro de estas amistades masculinas un tanto equívocas que tanto aparecen en Melville, pero no llegamos a ver el desarrollo completo de esta historia, pues, como hemos dicho antes, al guionista solo le interesaba usar estos incidentes para llegar a un punto determinado de la trama, y no le importa relegarlos a un segundo plano dejando el cabo suelto.


    Tengo la impresión de que en esta película el lenguaje visual del director se centra más en seguir de modo efectivo la trama y los personajes que en las audacias formales de los dos films precedentes, con soluciones sencillas pero de gran efectividad como por ejemplo ese plano general en que la hermana de la protagonista, tras ser violada por Max, baja las escaleras del hotel en un plano general que acentúa su comportamiento abstraído y la soledad que la rodea, o la economía con que se relata el sabotaje del coche por Max, con un plano rodado a ras de suelo que otorga preeminencia visual al motor mientas el actor sale de campo con una herramienta en la mano.


    Pienso también en ese plano detalle de la dote en monedas de oro, que un poquitín más cerrado podría haber sido casi de Hitchcock, así como la excelente idea de rodar el robo de las mismas desde el exterior, dando una impresión de voyeurismo que acentúa el carácter furtivo y vergonzante de la acción.




    Y, bueno, aunque sea un poco postalita me gusta el plano de los dos protagonistas con un mar más o menos embravecido al fondo, creo que es tan significativo de las aspiraciones hollywoodenses de Melville (las dos pelis anteriores eran experimentos de autor a la europea) como los recursos al boxeo o las coreografías de cabaret.


    Lamento que el tema del conflicto entre el deseo amoroso y los votos religiosos de celibato se quede un poco en un elemento un tanto “kitsch” propio de un cine de otras épocas, puesto que hay apuntes interesantes, como el momento en el que ella, mientras él la espera en el patio para una de sus habituales encerronas sexuales, reza el rosario y tiene la inspiración de pillarse la mano a propósito con el cajón de la cómoda para martirizar su carne y huir de la tentación. Una pena que no se vaya más por esta vía: me encanta el subgénero de “monjas guapas”. Nada mejor que Deborah Kerr y Kathleen Byron enfrentadas por el rústico “sex appeal” de macho colonial de David Farrar en “Narciso negro”.


    Sé que es “spoiler”, pero me gusta mucho el desenlace del personaje de Max, que, habiendo ganado la partida, seducido y convencido a la ex monja, por la que ya manifestó deseo desde el principio, cuando la vio pasar por Cannes en un carruaje mientras arreglaba un coche, es fiel hasta el final a sus instintos de pichabrava y, con la autoestima a mil por hora tras ligarse en tiempo récord a la camarera de la estación y besarla apasionadamente, desdeña pasar al otro andén por el paso subterráneo y, creyéndose invulnerable, cruza a través de las vías, donde no puede ser lo suficientemente rápido y es arrollado por el tren.


    Es una ironía del destino muy del cine negro, que hace volver a la película al inicio (estructura cíclica que ya aparecía en “24 horas…”) con un movimiento de cámara inverso, que esta vez parte del campanario del monasterio, marcando las horas de vida monástica, pasando en panorámica a la bahía de Cannes hormigueante de vida y pasiones. Aunque podría entender una opinión contraria, para mí esto es un peliculón.

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  24. #74
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas

    Interesante comentario, pero en lo que discrepo por completo, como ya pareces intuir en la reserva que incluyes, es en considerarlo un peliculón. Para mí (y creo que no soy el único en pensarlo, incluido al parecer el propio Melville) es su film más flojo, sin negar que se le puedan encontrar puntos de interés.
    tomaszapa y Alex Fletcher han agradecido esto.

  25. #75
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    Predeterminado Re: Jean-Pierre Melville: revisando sus películas


    Si recordamos el primer corto de Melville, en el que un personaje con sombrero interrumpía lo que iba a hacer en Montmartre para contar lo que hacía un payaso en 24 horas, podemos, llegados a 1955, tener el convencimiento definitivo de que el hombre del sombrero es Melville y lo que realmente quería hacer en Montmartre eran películas de cine negro, y que lo demás, payasos, silencios del mar, niños terribles y melodramas inverosímiles, eran las distracciones necesarias para llegar al verdadero comienzo, que sería “Bob le flambeur”.


    Tengo un recuerdo increíble de la primera vez que vi esta película, en su edición DVD de Universal. Aquel comienzo con el amanecer en la plaza Pigalle y los juerguistas volviendo de la noche mientras las amas de casa comienzan su jornada, y aquel marinero americano llevándose a una jovencita en moto mientras un tipo con sombrero y abrigo, al que se le ha pasado el arroz hace años, mira con una mezcla de fascinación y envidia que solo podemos suponer, pues un jugador basa su existencia en su cara de póker. Ahí ya está todo ese universo, mitad melancólico mitad canalla, que después desarrollaría la nouvelle vague, movimiento del que Melville fue el gran precursor, si es que no fue el inventor, con sus relatos de géneros muy hollywoodenses sacados adelante con una escasez de medios de los que supo hacer virtud y una retranca escéptica muy francesa.


    La película me sigue gustando, aunque le veo un poco más las costuras, y la historia, a fuerza de forzar el elemento “cool” e introducir tropos genéricos porque tienen que estar ahí, abunda en inverosimilitudes. No entiendo muy bien cómo Bob, que es un ladrón fracasado que ha pasado largos años en la cárcel, y además un adicto al juego famoso por no ganar jamás, puede tener un apartamento tan molón con vista directa al Sacré Coeur; tampoco sigo muy bien la evolución de la esposa del “croupier”, que pasa de querer exigir un mayor porcentaje del botín a directamente delatar a la banda, a pesar de que, si los ladrones son detenidos y se empieza a tirar del ovillo, la complicidad del marido terminará por salir a la luz; encuentro asimismo exagerado que los policías y los ladrones se enzarcen a tiro limpio a las puertas del casino, cuando los segundos acaban de llegar y en rigor no se les puede detener porque aún no han hecho nada. Y podría citar unas cuantas más cosas, lo cual tiene cierto delito pues nunca he sido especialmente afín a buscar los fallos lógicos de los guiones, con lo cual, si hasta yo soy capaz de verlos aquí, es que deben de ser bastante palmarios.


    Lo que pasa es que en una película, mal que les pueda pesar a algunos, la coherencia del argumento no lo es todo. A Melville lo que parece interesarle es una especie de universo imaginario del “noir” que parece trasplantar a París todo el decorado del film criminal de Hollywood, con toda una tramoya de tipos vestidos con gabardinas y sombreros, cabarets donde se toca jazz con vibráfono y todo un lumpen de proxenetas, bailarinas de moral suelta y boxeadores malditos que no veo muy representativo de lo que se podría ver realmente en la Francia de aquella época. Melville no pone a sus maleantes a discutir sus planes de robo mientras untan sus tostadas con foie-gras, como hacía Jacques Becker en “No toquéis la pasta”. Es siempre un poco abstracto, e irá a más.


    Me gusta bastante el personaje de Bob, presentado por el narrador en off como una especie de mito viviente de Montmartre (lo cual refuerza el sentimiento de que es más un arquetipo que un personaje que podría ser real), y me gusta que esté encarnado por un guapo envejecido en lugar de por un tipo duro “rocoso” al estilo de Constantine, Ventura o incluso Gabin. Uno realmente puede imaginarlo de joven codeándose con tipos elegantes del hampa a lo Hollywood y por tanto es capaz de sentir mejor su caída en decadencia.


    También encuentro sugestiva su obsesión por la suerte, que llega al extremo de tener una máquina tragaperras en un armario de su casa o a hacerse acuñar una moneda con solamente cara para jugar a “cara o cruz”, detalle que recuerdo retomado en el personaje de Dos Caras en alguna adaptación cinematográfica de Batman, aunque soy incapaz de decir si ya aparecía en algunos de los tebeos del personaje, que llevaban ya 16 años publicándose cuando Melville estrenó su película.


    La fatalidad del jugador condenado a perder, la adicción al riesgo y un poco también a la pérdida y al fracaso, sería también el tema, ocho años después, de “La baie des anges” de Jacques Demy, una de las piedras angulares de la nouvelle vague, que desarrollaría un motivo singular pero a través del personaje de una femme fatale rubia (Jeanne Moreau) que arrastraría al vicio a un joven que empezó su vida como un chico serio y formal.


    Aquí las mujeres parecen importar menos, cuando no son directamente una influencia nefasta: la joven del principio, acogida más o menos desinteresadamente por Bob, irá ascendiendo socialmente en el mundillo de Montmartre gracias a su atractivo, desde la venta de cigarrillos hasta el baile de cabaret, pero será el instrumento de la caída de los planes de robo de Bob y los suyos al revelar al proxeneta, convertido en su amante pese a las advertencias de Bob, los planes de robar la caja del casino de Deauville; la mujer del croupier, de la que ya hablamos, cuya extraña evolución no se explica más que como ejemplo de que “no se puede uno fiar de las mujeres”; solo hay un personaje femenino positivo, la tal Yvonne, guapa camarera madura que parece admirar a distancia al protagonista pero que nunca llega a tener un papel definido en el argumento.


    A Melville parece interesarle más la camaradería entre hombres, aunque de ahí a ese subtexto homoerótico que se detecta sin ton ni son en su cine mediaría un trecho mayor o menor. En este caso, la lealtad al personaje de Paulo (encarnado por nuestro viejo amigo el botones de “Quand tu liras cette lettre”, Daniel Cauchy, cuyo aspecto atolondrado es perfecto para personificar a otra apuesta equivocada de Bob), se explica a base de lealtad personal, pues es hijo de un cómplice que murió 20 años atrás en el famoso atraco frustrado.


    Sí resulta un poco extraño que Bob ceda a la golfilla Anne, dispuesta de mil amores a aceptarlo como “sugar daddy”, al tontuelo de Paulo, pero todo apunta a que a Bob el sexo no le interesa demasiado, pues, si acaso eran escrúpulos por la diferencia de edad (algo que no existía en una primera mitad del siglo en la que guerras mundiales podían borrar generaciones casi enteras), ahí estaba la buena y sacrificada Yvonne, que para Bob sin embargo no existe. Los placeres de arriesgar, jugar, perder y quién sabe si algún día ganar dejan a los de la carne, con sus glorias pero también sus miserias, directamente en ridículo.


    Lo que pasa es que hay algo que no me funciona. Es muy efectista e irónico lo de Bob llegando a su única buena racha en el momento más inoportuno, pero por otro lado dudamos de que, aun perdiendo, hubiese sido capaz de captar suficientemente los cambios en la situación para alertar a sus compinches. Al margen de la muerte de su pupilo, que no parece afectarle demasiado, la impresión final mientras Bob se aleja con su amigo el inspector, dispuesto a favorecerlo por haberle salvado la vida en el fatídico golpe que lo mandó a la cárcel 20 años atrás, y con suficiente dinero, ganado en el casino, para pagarle las mejores defensas judiciales del mundo, es que el protagonista sale demasiado bien parado, no paga un precio en exceso alto, lo cual cuadra con un el espíritu de un thriller europeo más despreocupado y amoral pero conspira en contra de que el desenlace sea memorable.


    Querría citar un poco a vuelapluma, para terminar, algunos otros aspectos que encuentro reseñables: el motivo iconográfico de las baldosas ajedrezadas, que vemos ya desde la primera aparición de Bob en ese extraño plano reflejado, y que parece insinuar que para el protagonista el mundo es como un gran tablero de juego.


    El ensayo al aire libre del atraco, dibujando en el suelo la planta del casino, que, me apostaría hasta dinero, quizá fuese el origen de la idea de “Dogville” de Lars von Trier.


    La inolvidable fotografía de Decae, con sus icónicas imágenes nocturnas de Montmartre y Pigalle, algo que se intentaría repetir con Nueva York, pero de manera mucho menos lograda, en la película siguiente.


    El elemento de la tecnología como herramienta de los ladrones, adelantándose varias décadas a un motivo argumental sin el cual los “thrillers” de gran estudio apenas pueden vivir.


    Y por último la reaparición de Howard Vernon, esta vez como jefe del hampa en la sombra y ya en el modo en el que se le solía ver normalmente, es decir, un rol secundario casi en plan “cameo” ampliado, que con Jess Franco llegó a extremos delirantes, como en “Vuelo al infierno” del 71, donde le hizo incorporar a una especie de “cangaçeiro”, o bandolero brasileño, en la línea de los que protagonizaban algunos films de Glauber Rocha.
    Última edición por Abuelo Igor; 22/01/2023 a las 14:42
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