La novela "None so blind" fue leída por la hermana menos conocida de Joan Bennett, la frágil Barbara, mientras estuvo al servicio del marido de su hermana, el productor Walter Wanger, en calidad de buscadora de libros o material que pudieran ser adaptados al cine, y así se lo hizo saber con la intuición de que el libro podría ser del gusto de su hermana y de Fritz Lang.
Walter se desentendió de esa posibilidad, pero los derechos sobre el libro finalmente fueron adquiridos por RKO y no tardaron en pensar en él como vehículo para la menor de las Bennett; entre tanto, la estrella estaba realmente interesada en tan intrigante historia mientras sopesaba qué director de fuste podría adaptarlo a la pantalla con convicción. Porque quería a alguien de categoría.
Jean Renoir y Joan se conocían de hace años y enseguida él aceptó. Joan admiraba lo que el realizador galo habia hecho en su pais y además hablaba francés perfectamente gracias a su educación europea con lo que la relación entre élla y el realizador fue placentera. En general, el francés no habia encontrado suelo sólido para conciliar su espíritu humanista con la América en guerra, y que su ingles fuera limitado no ayudaba tampoco.
Pretendía convertir su film en un estudio de atracción y pasión fisica, en un romance que trascendiera a las palabras o a las propias emociones. Intrigado estaba también por el sentido de la soledad que aderezaba la historia; una soledad que el propio Renoir sentía que era un valor cada vez más preciado y en alza frente al caos de la vida moderna. "Solitude is the richer for the fact that it does not exist" dejó escrito. Los fantasmas al acecho podrían ser muy poderosos y moldear consecuentemente nuestra vida diaria conforme a su designio; ahora bien, no estaba seguro de la recepción que el público noteamericano pudiera tener. Pese a esa preocupacion estaba contento tal y como acabó el film ya editado.
Si las primeras sesiones de rodaje comenzaron a finales de enero de 1946, cabe decir que el productor Jack Gross le dejó al realizador practicamente libertad absoluta, pero es que además, al mes de rodaje el jefe de producción Charles Koerner falleció de leucemia, con lo que Renoir quedó menos supervisado aún, y nunca hasta entonces habia hecho un film con tanta improvisación e imprevistos aconteciendo en el set. El proyecto en su inicio tenía el nombre de "Desirable Woman".
En Santa Barbara, el 2 de junio, se llevó a cabo el primer test-screening ante un público compuesto en su mayoría por estudiantes, y la reacción fue devastadora ante la desnudez y exposición existencial de sus personajes. Pitorreo, cachondeo. En pánico, Renoir se ofrece para reeditar el film y rehacer 1/3 parte aproximadamente, principalmente escenas que contienen a Robert Ryan y a Bennett. Alistó a otro guionista más y le pidió consejo a Walter Wanger: "en ese momento pense que no tenia el derecho a asumir toda la responsabilidad. En cierta manera, llegué a pensar que podía haberme equivocado y que esa sensacion de pánico no beneficiaría al film en absoluto"
Wanger no sería la única persona a la que pidió consejos, puesto que 5 o 6 semanas después, ya con una nueva versión 'arreglada', mostró a dos colegas de profesión el nuevo montaje: John Huston y Mark Robson. Huston argumentaría que el trauma de guerra del protagonista fuera eliminado en su totalidad, mientras que Robson era partidario de dejarlo puesto que era espina dorsal del relato. Renoir se apuntó a la tesis del segundo, eso sí, alterando en el metraje el lugar donde acontecía la brutal secuencia de la pesadilla de Scott. Su destino final fue la apertura del film.
Bien entrado Noviembre, con Ryan y Bennett ya enfrascados en reshoots, parece ser que el director francés había perdido la fe en la concepción original del film y se notaba en que la relación entre amantes se volvía más convencional. Varias secuencias dialogadas que explicaban las motivaciones de los personajes fueron cortadas, lo que otorgó a las acciones consecuentes una desconexión paralela.
Las secuencias climáticas como la del personaje de Ryan llevándose al pintor ciego que encarna Charles Bickford de pesca con la intención de acabar con él en alta mar no fluyen orgánicamente como el resto del relato.
Entre las virtudes del film se cuenta indudablemente esa ambientación de vacío personal y ansiedad que lo sustenta, con un ritmo adecuado para esa playa solitaria donde no hay lugar para la esperanza. Pero ya no es tanto aquél estudio pretendido sobre la pasion fisica inicial mostrada de forma más abstracta como sí un poema sobre tres personas irremediablemente maniatadas a su pasado y paralizados por vicisitudes anteriores. Una historia de fantasmas.
Los personajes de Scott (Ryan) y Peggy (Bennett) parece que llevan casi conociéndose de toda la vida en su primer encuentro, identificándose el uno en el otro instantáneamente en un tiempo muy breve, mientras que la relación entre Scott y su prometida se antoja mejor dosificada.
Respecto a sus protagonistas, sobre Joan Bennett Renoir escribiría a Paul Cézanne hijo lo asombrado que estaba de constatar que la femme fatale de moda de la pantalla carecía por completo de ego o vanidad (todo lo contrario que Constance) y que se reia de si misma cuando hablaba de sus pestañas postizas, de las fundas para los dientes que debía llevar para que parecieran mas uniformes y brillantes, o de su peluca, e incluso de su edad con sana ironia y sin un atisbo de pudor o condescendencia. Se pasaba todo el día haciendo punto, y el director observaba divertido como ésta mujer tan hogareña y familiar podía estar considerada en America la figura mas peligrosamente carnal de entonces.
Y en Robert Ryan, humanista de corazon también como él, Renoir encontró a un íntimo amigo para toda la vida. El intérprete dejó bien claro que Renoir "era una de las personas mas destacadas e influyentes que había conocido". Trabajar a sus órdenes le hizo abrir los ojos a sus personajes posteriores a aspectos más sutiles que a los que estaba acostumbrado. Ryan, el único varón que no había sido enterrado de su familia -padre, hermano, tíos-, sabía mucho de esos fantasmas que acechan a Scott y de la fuerte propensión a buscar su propio autoaislamiento, por lo que comprendía demasiado bien la naturaleza del relato. Se maravillaría con estos detalles tan íntimos asegurando que Renoir "podía revelar la verdadera naturaleza de un intérprete e integrarla en su actuación", una habilidad que únicamente había vislumbrado en Max Reinhardt durante sus inicios. Por lo tanto, fue Renoir el que descubrió esa fibra o vertiente neurótica que el intérprete desentrañaría a lo largo de no pocos títulos de su carrera.
El matrimonio Renoir y los Ryan, uña y carne, seguirían manteniendo contacto mucho tiempo después de la vuelta del realizador a su país natal. "Bob Ryan es una persona maravillosa. Como profesional es absolutamente honesto en todo lo que hace".
Spoiler:
Me ha gustado el film pero también me ha decepcionado, precisamente porque me estaba gustando mucho. Quizá he echado de menos algo más de protagonismo de la prometida inicial de Scott, un personaje que queda apartado del trío principal y que podía haber ofrecido una mayor desestabilización emocional que la ya ofrecida, digo yo, pero es secundario.
De todas maneras, el film ha valido la pena por la tensión tanto oculta como a flor de piel del relato, que no necesariamente descansa en los momentos más febriles, y el poderío visual que transmite con frecuencia. Lo menos redondo del film lo dejo a lo que pueda interpretar o reinterpretar mi imaginación hasta donde alcance.
Toda la primera parte de este mensaje hasta el spoiler deriva de la mezcla entre los libros biográficos que conseguí sobre Robert Ryan y Joan Bennet.t




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