Realmente, el responsable de semejante concepción fue Dalton Trumbo. Alejado de la persecución macarthista se reincorporó abiertamente con esta película, apoyado por el productor Kirk Douglas. El "yo soy Espartaco" tiene un sentido inequívocamente marxista de igualdad, otra cosa son los paralelismos con la figura mesiánica de Cristo, que por motivos igualmente ideológicos emplean al tracio como figura contestataria frente al poder establecido, llegando incluso a suavizar su biografía (el mismo Espartaco organizaba luchas de gladiadores, al contrario que el personaje cinematográfico, que las repudia moralmente).
Por cierto, no es que Cristo fuese "el primer comunista" como dicen algunos, pero si que se establecen como precedente las primeras comunidades cristianas (de ahí la curiosa conversación que el Nuncio y un sacerdote indìgena mantienen sobre el tema en "La misión").