Pues lo habitual en estos casos; que después de un carrerón meteórico como estrella juvenil la cosa se paró en seco y empezó a bucear en la división de secundarios de medio pelo (como atestiguan sus inadvertidas apariciones en fiascos como "La guerra de Hart" o "Cabalga con el Diablo"). Se ver que no le hizo gracia pensar que iba camino de ser otro Corey Feldman y prefirió irse en el momento en el que aún conservaba cierto nombre y dignidad. Y la verdad es que amores no le faltaron porque el tío anduvo con pavas como la que hacía de Ashley en "El prícipe de Bel Air" o con Vinessa Shaw, que está de toma pan y moja.
En fin, es más la pena por su muerte que la pérdida del gran actor que realmente nunca fue, sólo un icono juvenil que tuvo la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.