LA ISLA DE LAS ALMAS PERDIDAS (1932) de Erle C. Kenton.

Obra Maestra del cine fantástico y una de mis favoritas de la década de los 30, junto a “King Kong” y “Freaks”. Adapta el clásico “La isla del Doctor Moreau” aunque, por alguna razón y pese a su genialidad (muy superior a las versiones de Don Taylor y –ugh- John Frankenheimer), sigue siendo una película como “semi-desconocida”. Kenton dirige con buen ritmo y planificación, aprovechando estupendamente las sombras de selva y cuevas; y un inconmensurable Charles Laughton ofrece un Moreau refinadamente perverso, mientras un half man/half beast Bela Lugosi grita un clásico “What is the Law?”. Quizás sorprenda para alguien que se acerca virgen y preconcevidamente altanero a un fantástico tan distante en la “Prehistoria” del Cinematógrafo, pensando en “eran muy inocentonas,” lo que acaba viendo. Pero como la peli fue un pre-Código Hays tenemos, entre otras cosas, más o menos claras vivisecciones, relaciones de atracción inter-especies (bestialismo), líbido sexual (primeros planos de rostros excitados y babeantes ante determinadas visiones de formas femeninas) e intentos de violación (¿y sugerencias de pretéritas consumaciones?); todo el conjunto con una malignidad figurativa evidente en su tono gritty (quizás me he respondido a lo de su escasa –¿controvertida?,¿mala?- fama EN SU TIEMPO, pero ya es hora de liberarla del ostracismo). Al parecer H.G.Wells no quedó contento con el film por su tendencia “excesiva” al género terror que, supuestamente, distraía de los temas. Solo decir que no estoy de acuerdo con la conclusión del escritor.