Exacto, Brannagh muestra también el lado amargo, la muerte posterior a la batalla, algo que Olivier elude por el momento histórico que vivía.

Pero mostrando algo triste, la escena no cae en la desolación o en la recriminación. De hecho, la pieza de Doyle, que comienza la voz de un soldado raso y acaba en coro triunfal, lo que hace es reafirmar el liderazgo de Henry, el primero en cargar sobre sus hombros el peso de esa muerte, con el más terrible caso, el del muchacho. Su ejército camina detrás de él, seguidos por la cámara, que no se detiene en los cadáveres o la podredumbre, sino que sigue el ritmo marcado por Henry, cuya figura es exaltada en mi opinión. Y lo que está haciendo Brannagh es ser fiel a lo que transmite Shakespeare. Se trata de mostrar la mentalidad de la época, con sus claros y sus oscuros, no de hacer alegatos bajo conceptos que ni siquiera existían entonces.