Si, está todo tamizado por el filtro de una tragedia Shakespiriana, lo cual puede parecer bien, o no. Cuando digo todo es todo: puesta en escena, dirección de actores (esas declamaciones mirando a cámara), intensidad emocional desbordante.
Sumemos a ello la suntuosa partitura operística (para mí una de las cumbres de su autor, y que certifica a Doyle cómo uno de los grandes compositores postrománticos británicos, al nivel de grandes figuras cómo William Walton, Vaughan Williams, Arthur Bliss, o Frederick Delius).
Una de las principales críticas que se hizo en su día a la interpretación de Víctor de Branagh, es que esta tratado a la manera de un Hamlet atormentado, y que eso era un completo error. Para mi no lo es, porque encaja con el planteamiento y tono del director, pero el Victor de la novela no es así, eso es cierto.
Revisada hace poco en BD: me mantengo, obra maestra.




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