. Retazos unidos cronológicamente en un texto unificado y traducido por mí, sacados de varias entrevistas donde se ha sacado el tema de Dead Again .


Fue todo muy rápido. El inesperado éxito de la película (Enrique V), las nominaciones a los oscars... de repente empezaron a llamarme y a enviarme propuestas. Emma y yo vivíamos en un pequeño apartamento, y no llevábamos del todo bien la fama repentina. Patrick (Doyle), venía de vista cada dos semanas, más o menos, y algunos fines de semana nos invitaba a su casa de campo escocesa, lo cual suponía un alivio inmenso.


El caso es que, cuando nos quisimos dar cuenta, teníamos sobre nuestra mesa una pila de proyectos de guión. Veamos... hasta cuatro biopics de Shakespeare llegue a contar, e ingentes cantidades de películas medievales con batallas en el barro (risas).

No lo veía nada claro hasta que me topé con este proyecto, gracias a Sidney Pollack. Era un guión de Scott Frank que llevaba cogiendo polvo en un cajón varios años porque se consideraba extremadamente difícil de llevar a cabo. Me atrapó desde el primer momento, sobre todo por el homenaje al cine negro de la época dorada de Hollywood, y más específicamente a Rebeca y Recuerda de Hitchcock.

Yo crecí viendo esas películas. Era fan de ese ambiente, y de la música de Steiner o Rozsa para el género. Al mismo tiempo, tenía un fuerte componente romántico fatalista, con todo el subtexto del karma, la redención y el destino... muy jugoso.

Por supuesto, cómo corresponde a un chaval ingenuo y ambicioso que acababa de cumplir los 30, me atreví a exigir condiciones (risas). Pude traerme a gran parte del equipo conmigo, mi gente de UK. Sorprendentemente me dejaron hacerla a mi manera, únicamente dos aspectos propiciaron discusiones más o menos acaloradas (risas).

Pese a qué, sorprendentemente, se me permitió interpretar el doble papel co-protagonista, no veían para nada a Emma cómo protagonista femenina principal en una trama de cine negro. Se me llegó a insinuar que no era demasiado guapa y no exudaba sensualidad -¿acaso lo hacía yo?.

Luego estaba la música. Tal vez por el fuente componente romántico, el estudio estaba convencido -es decir, Sidney Pollack- (risas) de que John Barry era la opción ideal, y que yo estaría encantado con la sugerencia. Lo estaba, pero yo llevaba trabajando con el mismo músico desde enero de 1987, eramos amigos cercanos y nos entendíamos a la perfección. Dado que Patrick había elaborado su tesis final sobre los compositores románticos ingleses, estaba convencido de que podría estar a a la altura. Su tendencia natural a la melodía y su capacidad de representar musicalmente emociones desgarradas de manera nada ambigua, sin duda vendrían muy bien.