Es la clásica historia moral de que partiendo de buenas intenciones se puede caer en el mal. Empieza con un claro interés científico (lo die también el artículo), pero según se va metiendo en sus experimentos acaba creyéndose un dios. Creo que en eso, de hecho, es bastante fiel al original literario (a ver qué nos dice Jane Olsen, que lo tiene muy controlado). De hecho, los atuendos y comportamientos del personaje van evolucionando, al igual que en el lenguaje teatral, sirven para indicar el estado interior del personaje.
Y sí, acaba siendo un irresponsable, el propio monstruo se lo echa en cara, en el diálogo que tanto celebra el artículo (y que yo no recordaba).