huir de la previsibilidad de ofrecer un final feliz con ellos dos juntos y todos felices y bailando. Ese amargor como poso le hace ganar muchos enteros.
De alguna manera nos ofrece mediante imágenes lo que todos, por nuestra empatía con los personajes, estamos deseando ver pero de una forma mucho más poética y original: utilizando el recurso de una recreación personal. Cuando vuelves de ese "sueño" y aterrizas otra vez en el club de jazz te quedas triste pero con la fuerza de seguir para adelante, como suele ser casi siempre la vida.
Y es que es muy complicado tenerlo todo y no puedes condicionar tu vida por otra persona. Chazelle ya hablaba de esto en "Whiplash", incluso de una forma más dura. Pues en esta, por lo menos, tienen el consuelo de saber que se quieren y se recordarán.